C2: Northern

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(Aclaración, este capitulo es algo largo ya que no había actualizado)

Aryana Kalenimos.

El hechicero era sabio, tenía la facultad de poderse comunicar con los dioses y espíritus. Estaba atormentada, temía que lo que él decía se hiciese realidad. Lo miré de pies a cabeza con repugnancia, aunque él únicamente diera el mensaje o descifrará el significado de las cosas, lo consideré el culpable. Observe mi alrededor. Pude notar como cada una de las personas que se encontraban dentro me miraban con lastima. Cree una leve y forzada sonrisa, para después salir de la sala de hechiceros sin cuidado, pero manteniendo mi postura de superioridad.

-Princesa Aryana...- escucho la gruesa voz de Cristóbal llamándome por detrás. Me detengo y me inundo en un abismo de pensamientos encontrados. Estaba afectada, triste, confundida, y no sabía a quién recurrir. Lo miro con la cabeza baja. Apretó la mandíbula entre más se acercaba. Mantengo los puños cerrados resistiendo mis ganas de caer.

-Conmigo no tiene que hacerse la fuerte...- coloca la palma de su mano en mi hombro, y crea una pequeña caricia -. Yo siempre estaré para usted. Mataría reinos por usted..

Suspiro y levanto la mirada. Lo veo fijamente a los ojos. Me quedó observándolo por un momento. Notó una pequeña cicatriz que acompaña a su ceja, que anteriormente no me había percatado de ella. Luego baje un poco la mirada a sus ojos verdes, tan serenos que me transmitían tranquilidad pura. Tengo que dejar de apreciar su rostro.

-Si, ese es tú trabajo-. Le digo sin espera de una respuesta, continúo con mi camino hacia mi habitación. Estaba abrumada de pensamientos negativos. No me iba a desahogar con un simple general, como lo es Cristobal.

Me encontraba en los enormes pasillos del castillo, hasta que un Caballero Negro me tomo por sorpresa en uno de ellos. Lo mire desconcertada, él no debía estar adentro.

-¿Sucede algo?- cuestione, esperando una respuesta nada grave.

-Me temo que si mi lady- aclaro su garganta -.La reina del Norte, viene en camino para fortalecer las alianzas.

-¿Y quién la invitó a nuestro reino?- esta vez pregunté algo molesta. No comprendía y tampoco tenía tiempo para estar fortaleciendo nada, y menos con una reina que ni siquiera conozco del todo.

-Su madre mi lady, la reina la invitó.

-Gracias por avisarme-le ofrezco una sonrisa forzada -. Cualquier asunto de este estilo, favor de notificarme de inmediato-. Ordene intentando sonar lo mas tranquila posible. Odiaba la idea que mi madre hiciese cosas a mis espaldas, y mas cuando son así de importantes. Fruncí el ceño y enseguida fui a la recamara de mis padres.

Esta vez ni siquiera me tome la molestia de tocar su puerta. Entre a la habitación sin cuidado. Aun lado estaba mi madre, sentada frente a su inmenso espejo mientras que las sirvientas la arreglaban. Una formaba trenzas en su cabello, la otra se encargaba de colocarle maquillaje innecesario. Ella era hermosa. Tenía un cabello castaño que brillaba bajo el sol, contaba con un pequeño lunar en el pómulo que adornaba su belleza y una mandíbula delgada envidiable.

-¿Quién es?- pregunta mi madre sin moverse un poco.

-Soy yo, Aryana..- me acerco con lentitud hacia ella.

-Supongo que ya te enteraste...

-¿Por qué no me avisas? Tengo derecho a saberlo, y mas cuando mi padre y tú me dejan al mando. - Respondo alterada, estaba molesta. No únicamente por esto, creo que me estaba desahogando por todo lo que me estaba sucediendo. -Me hacen responsable de casi todo cuando aun no tengo ni idea...-. Me deje caer en su enorme cama, me sentía atormentada.

Armorc y Los Cuatro Reinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora