Narrador:
Aristóteles sentía demasiada impotencia de no saber nada del paradero de su novio, sentía demasiado remordimiento. Hasta que un día, recordó que tenía una amiga de la escuela la cual sabía localizar en donde está el dispositivo de una persona, así que Aristóteles tomó una chaqueta del armario, se la puso, tomó su mochila y salió corriendo hacia la casa de su amiga, que tenía por nombre "Ana".
Narra Aristóteles:
Llegué muy agetreado a la casa de Ana, toqué el timbre que se encontraba en el lado derecho de la puerta y esperé a que saliera alguien.
Narrador:
Aristóteles pudo ver la silueta de una persona aproximándose a la puerta por medio del cristal que esta misma tenía. Al abrir la puerta, era Ana, una chica con cabello castaño, ojos cafés y tez clara, portaba unos jeans color azul deslavado y una sudadera color rosa pastel. Ana pudo percatarse de que Aristóteles estaba demasiado agitado y sobre todo, Aristóteles reflejaba por medio de su mirada una gran angustia así que Ana decidió dejar entrar a Aristóteles.
Aristóteles le explicó toda la situación de Temo, e incluso le mostró la conversación y le pedía que le ayudará a localizar dónde estaba el teléfono de Temo, a lo que Ana accedió. Ana sacó su laptop y abrió una especie de software, colocó el número telefónico y unas cuantas claves, y decifraron en donde estaba Temo, Aristóteles reconocía la dirección... Era la dirección de Guido.
Aristóteles salió corriendo con lágrimas de alto coraje en sus ojos, decidió tomar un taxi para llegar a la casa de Guido, llegando aya, Aristóteles bajó del taxi y se dirigió a la entrada de la casa de Guido y comenzó a golpear la puerta con tanta ira que parecía que la rompía. Guido se dio cuenta de que Aristóteles intentaba entrar, así que tomó un arma de fuego y se dirigió al sótano.
Narra Temo:
Estaba somnoliento cuando comencé a escuchar unos fuertes golpes en la parte de arriba, deduje que provenían de la puerta de entrada, y comencé a escuchar, entrecortadamente, la voz de mi novio Aristóteles, no podía creerlo, era él, estaba algo aliviado porque al menos sabía en donde estaba, pero a la vez, estaba preocupado por lo que Guido pudiera hacerle. En ese instante vi como Guido bajó al sótano rápidamente, estaba pálido, parecía un fantasma, pude ver ira en sus ojos, en verdad, sabía que ese hombre era capaz de matar a cualquier persona que se interpusiera en su camino, así que comencé a gritar, pero Guido tomó una cinta y me cubrió mis labios.
Narrador:
Aristóteles golpeó la puerta con una gran fuerza que la demolió por completo, entró con paso firme y comenzó a gritar:
-GUIDO, ¿EN DÓNDE ESTÁS? ¿DÓNDE TIENES A TEMO?.
Temo, sólo escuchaba aquellas palabras que salían de la boca de su novio.
Aristóteles comenzó a abrir todas las puertas de la casa, pero le faltaba una... La puerta del sótano, la abrió de una fuerte patada y bajó las escaleras de madera que rechinaban por cada paso que este diera, al bajar, no podía ver nada ya que todo estaba obscuro, entonces comenzó a gritar:
-GUIDO, SÉ QUE ESTÁS AQUÍ, SAL Y NO SEAS COBARDE, PELEA COMO UN HOMBRE.
Guido salió de entre la obscuridad, tenía una macabra sonrisa en su cara, en eso, ambos comenzaron a intercambiar palabras.
Guido: ¿Qué quieres?.
Aristóteles: Quiero a Temo.
Guido: ¿Porqué piensas que está aquí?.
Aristóteles: Yo sé que esta aquí.
Guido: Umm, creo que sabes demasiado niño...
Seguido de esto, Guido sacó algo de su bolsillo derecho, era el arma, la apuntó hacia Aristóteles y en un parpadear... Disparó. Retumbó el sonido de aquella bala por toda la casa, Aristóteles cayó al suelo y comenzó a brotar sangre de él, hasta crearse un charco de esta.
Guido no quería ir a la cárcel, y sabía que sí huía, tarde o temprano lo atraparía la policía, así que apuntó el arma hacia su boca y disparó. Toda la pared quedó llena de sangre al rojo vivo.
Temo no podía creer lo que estaba viendo, él sentía como su corazón se hacía pequeño, y tenía la sensación de que dejaba de latir. Su Tahi... Su novio, estaba desplomado en el suelo tirando sangre e inconsciente, para Temo, el mundo se había detenido en ese instante. Temo luchó para desatarse se quemó las muñecas al frotarlas contra aquella soga vieja. Cuando logró liberarse corrió hacia Aristóteles, colocó su cabeza en su regazo, y Aristóteles, en un intento de abrir sus ojos, miró a Temo y le dijo entrecortadamente: -No olvides que te amo, te amo como no tienes idea. En ese instante la cabeza de Aristóteles giró hacia un lado y este cerró sus ojos.
Narra Aristóteles:
Desperté, y lo primero que vi fue una gran luz blanca que provenía del cielo, en cierto instante, pensé que estaba en él, pero no, estaba en el hospital, en una camilla y con un gran dolor en mi pecho. Vi que al lado mío estaba mi mamá, estaba llorando mucho, así que levanté un poco la mano para que viera que estaba despierto, ella se acercó con una hoja en la mano y cuando estuve un poco más despierto, decidí preguntar por Temo, y ella me dio una carta:
QUERIDO TAHI:
Quiero decirte que has sido la mejor persona que he conocido, eres un gran chico, no tengo palabras para darte las gracias por todo el amor y la alegría que le has dado a mi corazón. Darte un beso, se sentía como besar a los dioses, al abrazarte sentía una gran calma y un gran abrigo y me sentía protegido alrededor de tus brazos.
Seguramente te estás preguntando en donde estoy, quiero decirte que estoy en un lugar mejor, los parches y puntos que ves en tu pecho tienen una razón... Los doctores me dijeron que tu corazón había sido afectado y que no sobrevivirías, así que decidí yo Cuauhtémoc López, donarte mi corazón. Estaré siempre contigo acompañandote en todo lo que hagas.
Adiós mi Tahi, nunca olvides que... Te amo hasta el infinito.
Narrador:
Aristóteles no pudo contener el llanto y lloró día y noche. Cuando salió del hospital decidió ir a la Tumba de Temo, se sentó enfrente de ella, y comenzó a cantarle, mientras lo hacía, recuerdos de su novio venían a su cabeza, lo que lo hacía llorar, al terminar de cantar, tomó una rosa y la puso sobre la tumba y dijo:
-Te traeré una rosa por cada día que pase, no importa que quede pobre, lo que tu me diste, no tiene precio.
Cuando Aristóteles dormía, veía a Temo en sus sueños, lo veía como un bello ángel con su túnica blanca y resplandeciente y con sus alas gigantes, y sobre todo con su hermosa e inconfundible sonrisa.
~Esta fue la historia, gracias a todos los que la leyeron, espero que les haya gustado, mientras escribía la carta de Temo a Aris, me dieron ganas de llorar :'), próximamente escribiremos una nueva historia, estén pendientes.
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Sin Escapatoria [ARISTEMO]
Short StoryCuauhtémoc y Aristóteles son una pareja tranquila, todo es felicidad en sus vidas hasta que de pronto un suceso cambia las cosas... Si la lees te doy una paletita ❤️