Bastian Part 2

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Ese día el sol brillaba, radiante y cálido para todo el poblado, pero nadie lo disfrutaba más que él, recostado bajo un árbol sintiendo la paz y la tranquilidad que le brindaba, a pesar de que su expresión siempre era seria se le podía notar un semblante tranquilo y Pacífico qué reflejaba su rostro en aquellos momentos, su tez tan clara y su cabello tan oscuro sin duda lo hacían, un hombre atractivo y exótico, era imponente y gallardo, aún recostado sobre el piso.

Aunque su atuendo eran poco ligeras, se podía notar su musculatura debajo de sus negros ropajes y la malla protectora que aún llevaba encima, aunque siempre estaba atento a su entorno, se permitió bajar la guardia sin notar que uno sigilosos pies se acercaban a él, sin cambiar su semblante se puso alerta, y en un solo movimiento tomó al intruso por las muñecas y lo rodó bajo su cuerpo, él se rió, sabía que era una más de las travesuras de ella.

Él estaba sobre su cuerpo perdiéndose en esos ojos avellana qué tanto le gustaba, acariciando su cabello y bajando lentamente para tomar de sus labios todo lo que él deseaba, entre beso y beso pequeñas sonrisas plasmadas se reflejaban sin despegarse, poco a poco dejaron de ser besos tiernos para volverse apasionados y profundos, las manos de ella exploraban lados distintos mientras que una jugaba con el cabello en la nuca, la otra mano iba explorando por todo su pecho, él no necesitaba explorar, conocía de sobra lo que más le gustaba de ella, era su hermoso corazón. Él sabía que si continuaban así se le olvidaría que era un caballero así que poco a poco decidió separarse de ella y mientras comenzaban a recuperar el aliento es la cubrió con sus brazos y la acurrucó en su pecho, Mientras él recostaba su cabeza en esa mata de cabello rojo.

-esto para mí no es suficiente- dijo el sin desviar la mirada, mientras que ella volteaba a verlo confundida con una expresión de angustia -no me malentiendas, adoro estos momentos contigo, pero quiero más-

Sin palabras se dijeron todo, sus miradas eran profundas, preocupadas pero llenas de amor, se levantaron del piso, el cortó una pequeña flor blanca y se la puso en el cabello, luego tomó sus manos y las beso, fueron tras del árbol que les dio sombra, para encontrarse con un caballo negro que se encontraba amarrado a una rama, el subió primero y luego le extendió la mano para que subiera junto a él, la sentó en su regazo Y puso en marcha a su corcel.

El día estaba terminando y las tonalidades de naranja y morado que coloreaban el horizonte se veían reflejados en el lago creando un espectáculo de luz y color, que sintieron, era sólo para ellos, rápidamente llegaron a unas largas y altas murallas, él se bajó del caballo y luego le extendió los brazos para soportar su bajada, con sigilo miraron para todas partes, movieron un par de piedras donde se hacía una grieta, ella lo miraba con un dejó de tristeza, acariciaba su rostro indicándole que se estaba despidiendo, ella comenzó a entrar por la grieta, Pero antes de desaparecer completamente, él, la jaló por la muñeca acorralándola contra La muralla, la besó apasionadamente, sin pensarlo, sin planearlo, la tomó por los muslos y la levantó haciendo que ella enredar a sus piernas alrededor de su cintura para no caerse, en ese momento ninguno de los dos pensó solamente sintieron, el soltó sus labios para comenzar a probar sabores nuevos, posó sus labios en el lóbulo izquierdo y lentamente fue bajando por su cuello hasta llegar a sus hombros donde él tuvo que remover la tela para poder sentir el tacto de su blanca piel, estaba extasiado deseaba seguir hasta que un sugerente sonido llegó a sus oídos, ella estaba gimiendo de placer, y como si la realidad lo hubiera golpeado se detuvo y la soltó, estaba nervioso nunca antes se había atrevido a llegar tan lejos sabía que se había pasado de la raya, volteo para mirarla con pena y se dio cuenta que ella todavía jadeaba e intentaba recuperar su aliento con los ojos entrecerrados por el deseo y su cara totalmente roja, era una imagen gloriosa que él preferí a atesorar en su memoria.

Se quedaron en silencio unos minutos hasta que él lo rompió.

-perdóname, me he extralimitado- se disculpo sinceramente, preocupado pues sentía que quizás la había asustado.

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