DOS

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Tan solo me da tiempo a comer y a que mi padre me pegue cuatro gritos antes de bajarme a la tienda. "Yara, haz esto", "Yara, haz lo otro". Y así todo el tiempo. Es agotador. Pero la música siempre ayuda.

Son las cinco menos cuarto y salgo de casa para abrir la tienda. Allí las horas no pasan. Bailo, hago apuntes y canturreo mientras que no viene gente.

Paula, mi otra amiga de la universidad se pasa a verme a eso de las siete.

—Tía, Yara, ¿has visto esto?

Miro su móvil y lo que me muestra en él me revuelve algo por dentro. Es una publicación en el Instagram de Kaydy. Y deja caer que en unos días se viene algo con gente de Argentina.

—¡Me muero! —comienza a reír alegre y a morderse los labios—. Duki. Seguro que viene mi Duki. ¡Tenemos que enterarnos de si hacen algún concierto! Buah, es que voy a estar la primera allí. Y tú y Cris, conmigo.

Me alegraba mucho por Paula, que se moría por los huesos de Mauro. Pero el egoísmo se manifestó en mi interior con una pregunta muy sutil: ¿y si no es Duki quien va a venir?

Normalmente, cuando a ti y a tus amigas os gusta un grupo de otro país, los integrantes se "reparten". Entre nosotras había habido suerte, porque, en efecto, a cada una de nosotras nos gustaba uno distinto. Yo había elegido sin querer a Sebastián, que cuando se reía me quitaba el aire.

Es muy cursi que con veinte años aún piense ese tipo de cosas, pero supongo que con la vida que llevo, no me queda de otra que vivir de ilusiones.


Cierro la tienda y voy hacia casa. Al lado del portal están fumando y riéndose el padre de Kaydy y el mío.

—Hola —saludo a ambos.
—Compré carne para que hagas la cena —me dice mi padre sin más.

A mí me avergüenza que me diga esas cosas delante de los demás, así que siempre que puedo le discuto.

—Tengo cosas que hacer. Manda menos y haz más.

El padre de Kaydy se ríe y comenta:

—Di que sí —se dirige a mí antes de mirar a mi padre—. Y tú deja a la chavala, que la tienes explotada.

Entro sin decirles nada más y subo las escaleras. Mañana trabajo desde por la mañana porque es viernes y no tengo clase, así que miro un rato el móvil y no tardo en acostarme.

Es una alegría amarga el pensar que Duki va a venir a España y que posiblemente se quede en el mismo edificio que yo. Porque imagino que se quedará en casa de Daniel, que vive en el segundo. Su padre vive en el primero. Y yo vivo en el tercero. Al final, después de tantos años, conoces a todos los vecinos.

Pero más agridulce me resultaba pensar que podría ser Neo quien viniese. No sé. Él en mi edificio y yo simplemente aquí encima. Sin poder hacer nada.

Y una noche más, oí la cama de Kaydy pegar fuerte contra la pared, entre otras cosas. Era lo malo de vivir justo en el piso de arriba, se escuchaba todo.

Cuidate, wacha [Neo Pistea]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora