DIECISIETE

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-Llamáme si lo necesitás ¿oíste?
-No va a pasar nada, Sebas, en serio, estáte tranquilo.
-Llamáme -insiste y me besa la frente antes de dejarme ir.

Y es que tocaba volver a la realidad después de esa noche y ese amanecer inolvidables. Entré en mi casa y mi padre estaba dormido en el sofá. Se la suda que vuelva o que no. Suspiro con pena y cojo mis cosas para ir a clase.
Contarles todo a mis dos amigas me llevó bastante tiempo, sobre todo porque me interrumpían cada tres minutos para decir «qué fuerte, Yara» o «¡joder, tía!», y ese tipo de cosas.
-Mañana van a salir-suelta Paula nada más acabar.
Nosotras dos nos quedamos expectantes, sin saber qué quiere decir.
-A mí me apetece ver a Daniel, ¿tú no quieres ver al Tony?
-Sí tía, pero...
-Nada de peros, vamos a ese club y a ver qué pasa. Tenemos que encontrarle un chaval a esta-dice señalando a Cristina.
-Joder -se queja riéndose- ya te digo, tío, que al final siempre me dejáis solísima.

* * *

Me habían prestado ropa y me habían maquillado justo como yo me imaginaba, estaba increíble hoy. O al menos así me sentía hoy. Bebimos de camino a la discoteca así que cuando llegamos ya estábamos bastante entonadas. Así que empiezo a reírme sin sentido.
-¿Qué le pasa a esta loca? -le pregunta Cristina a Paula.
-Me estoy acordando -cojo aire pero sigo riéndome- de cuando dije que le iba a comer la polla a Neo y apareció.
Las dos se ríen también cuando se acuerdan.
-Esta noche toca, guapa.
-Uf-asiento- vaya que si toca.
Paula y yo hacemos lo mismo durante un rato: buscarles con la mirada. Queremos localizarles, saber que les tenemos cerca. Y cuando volvemos de tomarnos un chupito, localizo a Daniel perdido entre la gente.
-Están Dani y Fernandito -Dice Cris, que también les ve.
-Puta mierda, ¿y Neo?
-Ni idea, tía -responde Paula-. Vamos hacia allí para que nos vean y a ver si desde allí le vemos.
Vamos hacia allí esquivando a toda la gente. El club está a rebosar porque es hora punta. Ya son las dos y estamos muy pedo. Bailamos las tres juntas, hasta el suelo. No dejan de sonar canciones que nos encantan y las tres nos olvidamos de los hombres. Pero en cierto momento se acerca uno por detrás de mí y me agarra de la mano para bailar. Tiene la cara bastante linda y sabe moverse. Yo no sé de dónde he sacado tanta confianza pero bailo con él con soltura.  Me entran ganas de hacer pis y se lo comunico a mis amigas antes de dejarlas atrás, con ese tío bailando con ellas.
Me cuelo entre el gentío bebiendo aún más de mi copa. Ni rastro de Sebastián, era algo que empezaba a mosquearme ya. No eran celos, pero ¿por qué no estaba?

Abro la puerta de los baños y aparece como un ángel la carita de Neo.
-¡Che, Yara! -se alegra al verme.
-¿Dónde te habías metido? -le digo sintiéndome de repente excitada.
-Llegué hace rato...
Le interrumpo besándole. Honestamente, me la suda dónde hubiese estado porque ya le tenía entre mis garras. Le beso con ansia y cada vez me siento más y más preparada para hacer lo que quiero.
-Estás re acelerada, wacha -se ríe pero no me para.
No le respondo, solamente le arrastro a uno de los baños y cierro la puerta. Le agarro sus partes con una mano y él se ríe  incrédulo.
-No te puedo creer, ¿tomaste demasiado?
-Voy a hacerlo y me la suda lo que pienses.
-Ah, ¿qué pensás, que no estoy muerto de ganas?
Me acerco mucho a su oido y le digo:
-Dímelo otra vez.
Del mismo modo él me responde:
-Hacémelo con esa boquita linda.
Me agacho y le desvisto lo necesario. Y cumplo sus deseos. Al principio siento algo intruso en mi boca, pero poco a poco me voy familiarizando con ello, y me gusta. Y no soy la única porque Sebastián me agarra del pelo con fuerza mientras mira al techo y se muerde el labio. Me flipa mirarle así, verle disfrutar y que yo sea quien le provoque ese placer. Me mira y con dificultad me dice:
-Viniste del cielo, mina.
Sigo hasta que se viene y lo escupo en el váter (me gusta, pero no tanto). Me enjuago la boca con lo que queda de mi copa sin aún levantarme y desde abajo veo a un sudoroso Neo Pistea.
-Vení acá -me dice para que vuelva a su altura. Y lo hago.
-Te quiero, Sebastián.
Me besa y mantiene apretados sus labios en los míos durante unos segundos.
-Sos tierna, dulce. Tenés una boca que hacés milagros con ella, tenés tanta fuerza y un corazón tan grande que no sé cómo lo podés sostener en ese cuerpo tan chiquito... No me quiero ir... -suspira poniendo la frente en mi hombro.
-Ni yo que te vayas, mi amor... Si supieras cuánto soñé un momento así contigo... Tú, diciéndome siquiera un hola. Me siento muy afortunada de que te fijases en mí...
-Creo que parezco re gil si digo esto, pero te quiero llevar conmigo a Buenos Aires.
Retiro su cabeza de mi hombro con una mano y le obligo a mirarme a los ojos.
-¿Qué dices? -le digo un tanto asustada.
Se encoge de hombros y asiente.
-Ya sé que es una gilada, olvidáte.
-Ahora eres tú quien piensa de más y se adelanta en el tiempo...
-Tenés razón, pero qué sé yo... Estoy flojo ahora... -mira hacia abajo y sonríe.
Le beso de nuevo y nos abrazamos muy fuerte después.

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Hola mis amores!!
Volví porque llevaba mil queriendo escribir pero no podía, hoy dejé todo de lado y aquí está.
Espero que os guste un montón, yo estoy blandísima, no me siento el corazónnnn!!
Si hay fallos perdón, no m da más tiempo a revisarlo:(
Y nada que os quiero muchooooo<3

Cuidate, wacha [Neo Pistea]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora