Oigo ruido en las escaleras y trato de recomponerme y disimular (¿disimular que había recreado el Atlántico en mi camiseta y que tenía los ojos hartos de llorar? Claro, facilísimo). No miré a quienquiera que estuviese subiendo, supongo que como parte de mi disimulo.
-Yari...-dice finalmente en un hilo de voz.
Me demoro un par de segundos en mirarle y cuando lo hago me aparto un par de lágrimas nuevas.
-Me descubriste-me encojo de hombros plenamente avergonzada.
No solo ha descubierto que vivo en el mismo edificio en el que él se queda, sino que ha oído todos los gritos y el espectáculo en general que se ha montado en el bloque. Está viéndome rota y descompuesta, y no puedo evitar sentirme desnuda emocionalmente.
-Dale, vení-dice aunque es él quien se acerca de brazos abiertos-. Cómo no me decís esto, boba... Ah-se queja al ver que entre sus brazos rompo de nuevo a llorar-. El Dani me dijo que viniera acá que seguro estabas, que siempre venís a esta ventana cuando discutís con tu papá.
-Dios, qué vergüenza-digo refiriéndome a mi incontrolable llanto de bebé-, perdóname.
-Mirá, no llores, posta, podemos hacer algo.
-Sí-digo irónica-, ¿el qué?
-Hoy los putos de Sony me pagaron una boludez que me debían, nos podemos ir vos y yo una noche por ahí, y descansás Yari, yo no te soporto ver así.Ve que no me convence la idea. Al final no deja de ser un desconocido. Y yo ahora no puedo pensar con claridad. Tengo miedo de lo que pueda hacer mi padre en ese estado, el disgusto me ha provocado dolor de pecho y me retumba la cabeza de tanto llorar.
-¿Querés una habitación en algún lugar? No sé, lo que vos creas que es mejor, decime, linda.
-¿Vas a venir conmigo?
-¿Querés?
-Sola no quiero estar...
-Pue' listo, no' vamo'Cuando habla así me da ternura, intenta ser formal conmigo, pero supongo que a veces, como por ejemplo ahora, la situación le sobrepasa y habla como hablaría en argentina con cualquiera de sus colegas.
La habitación del hotel es normal. Tiene sábanas blancas y relucientes en ambas camas. La última habitación que les quedaba era así, doble con dos camas individuales. Pero Sebastián no hizo ningún gesto de queja, aunque confieso que a mí sí me hubiera gustado no tener ninguna excusa para no dormir con él.
Hay una tele bastante grande colgada de la pared y las vistas dan a la Gran Vía. A pesar de ser un hotel bastante humilde, es posible que haya costado un pastón por dónde está. Es algo que nunca podré agradecerle lo suficiente.-Bajo a por algo para que... ¿tenés hambre, no?
-Pues... un poco. Pero, joder, Sebas, en serio, no te preocupes. Bastante has hecho que me has sacado de aquel puto manicomio...
-No-dice firme-. Te busco algo, lo que sea.
-Jo, muchísimas gracias... Cualquier cosa, en un bazar... Lo que sea.
-Dale, ya mismo regreso.Se va y respiro profundo. La agonía ni siquiera me ha dejado ponerme nerviosa. Estoy con él como si estuviese con alguien de toda la vida. Sentada en la cama veo la puerta del baño y entro a mojarme la cara. El agua fresca me alivia y pienso en que una ducha me vendrá genial. Me ducho rápido para no fabricar un momento incómodo entre Neo y yo, pero no podemos olvidar que soy Yara y soy gilipollas.
Al salir, me enrosco la toalla. Hasta ahí todo bien, pero justo entonces me doy cuenta de que ni siquiera tengo unas bragas limpias para ponerme."Yo es que me cago en mis cojones"
Pienso mientras doy vueltas por la habitación y busco por todos los cajones y armarios algo con lo que poder salir del paso. Pero el destino me da un puñetazo (qué novedad, Yara) y la puerta de abre. Bien seguro tengo mejor aspecto que antes: mi pelo está limpio, las bolsas de mis ojos han disminuido un poco, y el rojo de mi cara se ha ido casi al completo. Pero estoy en bolas delante de Neo Pistea con solamente una toalla tapándome apenas el puto culo. Is this una pesadilla!?
-Perdóname Sebas...-le digo cabizbaja y poniéndome roja-. Es que soy imbécil y no pensé en que no tengo nada de ropa.
Creí que jamás diría esto. Yo, Yara. Es que no puedo dejar de pensar en quién soy porque auténticamente soy una fracasada y esto estaba pasando: Sebastián se puso nervioso. Y lo sé sin dudas porque miró hacia otro lado cuando me encontró con la vista, acto seguido se le cayó la tarjeta que abría la puerta y cuando se agachó a recogerla se le cayeron los sándwiches que traía en la otra mano. Todo mal, era muy yo ese tipo de comportamientos.
Me dio tanta ternura que me hubiese encantado abrazarle y darle las gracias mil veces, pero con esa súper toalla iba a estar desnuda frente a él en menos de cuatro segundos.
Cenamos atentos a la tele. Todo estaba siendo raro. Dios mío, por qué seguía ahí medio desnuda. Estaba siendo incomodísimo, pero después de estar todo el día con la misma ropa, ducharme y ponérmela otra vez... Mira, prefiero esto. «¿Te gusta?, ¿estás mejor?, ¿cómo te sentís?» me preguntaba cada poco. Yo le respondía que mejor y, por supuesto, aprovechaba para agradecérselo.
Un rato después decidí que era hora de dejar de ser un robot y poderme mover tranquilamente, así que le propuse irnos a la cama. Accedió enseguida, así que la luz y la tele se apagaron. La oscuridad, la ausencia de todo. Dejo la toalla sobre mi cama y no puedo evitar mirar a Sebastián por si me viese, pero no le veo. Ni siquiera distingo su silueta. Aún así me siento frágil, no quiero que me vea desnuda, ningún hombre me ha visto antes así, y me da mucha vergüenza.
Me siento en la cama con el crujir de los muelles y me debato entre lo que quiero, lo que debo y lo que necesito hacer. Me acuesto y me tapo. Las sábanas están suaves pero frías y me deslizo bajo ellas. No puedo evitar pensar que al otro lado de la habitación, a escasos metros de mí, se encuentra el niño de mis ojos. Entre el ajetreo que se oye en la calle oigo mi cama crujir, no puedo dejar de dar vueltas, así que me levanto.
Me siento mal y ridícula sabiendo que Neo está escuchando todo eso pero no se está quejando y quizá tampoco sepa reaccionar. Estoy de pie y dudo. Pero finalmente su voz pronuncia:
-¿Todo bien?
Así que avanzo en silencio sin poder dejar de pensar que estoy completamente desnuda. Piso al lado de su cama y noto algo en los pies, su ropa. Los dos estamos casi en las mismas condiciones y un escalofrío me recorre de cabeza a pies.
Retiro las sábanas de su cuerpo sabiendo que quizás él no esté entendiendo nada, aunque mis dudas se disipan cuando escucho que se mueve y se aparta hacia un lado. Deja el poco hueco que hay en la cama para mí. Estamos frente a frente aunque no nos vemos, estamos expuestos a solo oírnos y sentirnos.
Mi rodilla roza entre la suya y noto su piel ardiente recubierta de pelo, sonrío aprovechando que no nos vemos. Él apenas se mueve, quiere que sea yo quien delimite todo lo que pase. Le acaricio la cara con el pulgar y después bajo con ella por su cuello hasta que la dejo reposar en su pecho unos segundos, luego, acabo dejando reposar mi antebrazo en sus costillas.
-Me destrozó verte cómo llorabas, Yari...
Enseguida muevo mi brazo otra vez y pongo mi dedo en sus labios «déjame disfrutar del momento mas maravilloso de mi vida en silencio» pienso mientras acaricio, de nuevo con el pulgar, esta vez sus labios.
Pasaron tal vez cinco, quizá más, minutos. Así que finalmente respiré tan profundo como nunca y susurré:
-Quiéreme esta noche como jamás hayas querido a nadie, Sebastián.
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Bueno chavalxs estoy blandísima ahora mismo ekfkfkf en fin mi mente xd
Quería daros las gracias x la espera, ya sé que casi ni aparezco por aquí, pero de vdd que las clases este año ESTÁN ASESINÁNDOME poco a poco jfkfkfk
Me he animado porque me han llegado un par de mensajes de ánimo y porque he visto que estamos a punto de llegar a los 200 votos
Sois unos soles por apoyarme en algo que ni siquiera hago bien (mi mierda de intento de argentino en fin sigo pidiendo perdón no me escondo kfkfkf)
Siempre os leo y os quiero💖Pd: por si alguien quisiera, estoy escribiendo una nueva historia de Kaktov, si queréis estáis invitadxs a pasaros🥰❤️
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Cuidate, wacha [Neo Pistea]
FanfictionCuando Sebastián viaja a España por trabajo pero finalmente se le hace difícil marchar.