Crossover AU

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Demoró tres horas y cuarenta y cinco minutos asumir que estaba completamente perdido.

No ayudó mucho el hecho que esta vez no había sido enteramente su culpa, después de una reñida batalla con un entrenador de alto nivel, su principal compañero y mejor amigo, Gallade, había decidido no volver a su pokebola después de ser curado. Él sin comprender observó algo por largos segundos a una distancia desconocida, y huyó hacia el bosque tan rápido que Keith ni siquiera había alcanzado a tomar la recompensa del iluso imbécil que lo había retado.

Desconcertado era decir poco, nunca había esperado que lo dejara solo sin una sola palabra de por medio, había tenido a ese pokémon desde que era un pequeño Ralts por regalo de su padre desde los cinco años, era su más íntimo amigo y fiel protector. No tenía sentido alguno que lo abandonara tan rápido como tuvo la oportunidad.

Ahora, batallaba incesantemente contra la fauna del Bosque de los perdidos, tratando de localizarlo mientras gritaba incesantemente su nombre, en un iluso intento que volviera a él si llegase a escucharlo. Sus piernas ya comenzaban a decaer con el paso del tiempo y el clima no ayudaba en absoluto, viéndose entre los cielos que pronto comenzaría una fuerte tormenta en la que no se había preparado correctamente, la noche comenzaba a calar entre sus huesos y maldijo por lo bajo cuando tropezó con una rama. La idea original era llegar pronto a Ciudad Mayólica para reencontrarse con Lance y Allura y recargarse de provisiones. No buscar a uno de sus pokémon más confiables hasta altas horas de la noche en uno de los lugares más peligrosos de Teselia.

— ¡Vamos amigo, ayúdame un poco! — Su voz sonaba cansada y fatigaba, tenía que encontrar un lugar de refugio pronto o caería rendido en las fauces del bosque. — ¡Gallade!

Tú...

Se quedó quieto por un momento.

Todos sus pokémon salieron de sus capsulas rodeándolo a la defensiva, no había sido una voz humana. La suave luz que emanaba Manectric a través de su melena le daba una clara idea que ni siquiera se encontraban pokémon salvajes a su alrededor desde hace varios minutos.

De pronto, desde la oscuridad apareció un animal de gran altura que lo atemorizó de inmediato, elevando sus niveles de adrenalina, oscuro como el carbón y ojos dorados que lo estremecieron por completo. Garchomp lo rodeó con su cuerpo en un intento de entregarle algo más de protección. Sin embargo, tan pronto como apareció por completo entre los arbustos que lo ocultaban, pudo apreciar que no era cualquier pokémon

Zoroark.

Entrenador.

No era una pregunta, estaba exigiendo afirmación. Él se acercó hacia el con cautela, dándole una cariñosa caricia a su dragón, asintió.

Pero antes de que el zorro salvaje hiciese algún movimiento, un sonoro ruido y un grito agudo lo alejaron por completo, rompiendo por completo el misterioso momento que se había creado en tan poco segundos. Keith dejó escapar un fuerte suspiro, sin darse cuenta que lo había estado reteniendo desde hace un buen tiempo.

— ¡Espera!

Pero antes de perseguir a Zoroark, pudo ver a su Gallade saliendo entre los arbustos en dirección contraria, junto a la mano de un Gardevoir una cabeza más baja que él.

— ¡Gardevoir, vuelve!

Y una chica, con los ojos tan dorados como el Zoroark que había visto, lo observaron consternada.

...

— Aquí estaremos a salvo. — Mencionó un poco más aliviado hacia la chica que se había introducido en la cueva tan rápido que apenas la había visto pasar. Comenzó a llover fuertemente en pocos segundos, que a duras penas conseguían salir del lodo que se había creado. — ¿Eres tú quien mi Gallade estaba.... Buscando... — Al darse la vuelta tuvo una primera plana de su torso destapado, se dio la vuelta apenado, agradeciendo que se había dejado el sostén deportivo que estaba llevando. Sabía que habían entrenadores que a causa de una vida silvestres ya no solían tener demasiado pudor, sin embargo él aun guardaba algo de vergüenza en su sistema. —

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