Victorian AU

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Caminaba rápidamente por los pasillos de la casa careciendo de la gracia que le caracterizaba por aprendizaje, con una suave capa de sudor en su cuerpo que seguramente le había corrido el maquillaje hace varias horas atrás, y una sonrisa descarada que ni siquiera su padre podría borrarle con una reprimenda por su comportamiento poco femenino.

La damisela de apariencia frágil, quien solo hablaba lo justo y necesario durante los encuentros de su familia y amistades más cercanas de la realeza. Quien se mantenía inmutable y refinada, y que apenas conseguía el metro y medio de altura incluso con taco alto, estaba en éxtasis ante el encuentro fortuito de un bien aventurado caballero que intentaba cortejarla desde hace varios meses atrás.

Su corazón latía desbocado con cada encuentro de su persona, y ese día no había sido la excepción. Comenzaron una carrera tan rápido como quedaron solos por los jardines de la familia Kogane, luego de una aburrida charla con su familia sobre las mejores condiciones de una cacería y la posibilidad de realizarlo en un futuro cercano, como una casual salida amistosa. Las ropas de su largo vestido celeste de otoño se encontraban sucias por el lodo del camino, y su recogido peinado del cual su madre había batallado durante horas para aquel día y verse presentable, caía ante la gravedad y el esfuerzo de la joven condesa.

Pero eso no podía importarle menos a Katie en ese momento. Solo quería huir de Keith y disfrutar del pensamiento de él persiguiéndola donde sea que fuese.

Con una mano en su pecho, tratando de calmar su insaciable corazón por la adrenalina y el esfuerzo, comenzó a caminar lentamente mientras se deslizaba sobre un pilar que representaba el origen de la familia Kogane, la espada de la batalla y la balanza de la justicia. Sin embargo, unas manos firmes la capturaron desde el otro lado, elevándola levemente mientras reía con suficiencia.

Aquel hombre era imposible, siempre conseguía atraparla cualquiera fuese su escondite sin darle ni una sola victoria, incluso como lástima. Ella bufó exasperada, mientras la dejaba con suavidad sobre el suelo nuevamente.

— Esto es injusto. — Reclamó ordenando sus mechones rebeldes de su rostro. — Nunca me das ninguna oportunidad.

— Eso es, querida mía, porque estarías seriamente molesta conmigo si llegase a realizar tal acto de debilidad. — Sonrió con sorna mientras ella se avergonzada de su naturaleza competitiva. — Y creo que tu eres muchas cosas, pero no una mujer débil.

— En efecto. — Sonrió orgullosa. — Esa engreída lengua tuya te ha salvado nuevamente esta semana. — Keih pareció pensar sobre su respuesta, para luego reír por lo bajo mientras comenzaba a caminar hacia la pileta más cercana con un tono más rosa en sus mejillas. Ella lo miró curiosa. — ¿Qué es tan gracioso?

— Nada importante, solo los banales pensamientos de un hombre impúdico. — Tomó su brazo en cuanto él lo levantó. Ocasionalmente solía realizar ese tipo de gestos con mayor frecuencia cada vez que se quedaban solos, le llamaba la atención que clase de respuestas podrían ocurrírsele sobre la marcha. Y más aún el que no quisiese compartirlas con ella. — ¿Hay otra cosa que desees hacer esta vez? — Katie bufó cansada mientras se sentaba en la pileta, sus pies estaban destrozándole los dedos, pero la suave caricia de Keith sobre su mano conseguía distraerla efectivamente. —

— Ya jugamos con el arco el lunes, con un resultado lamentable de mi parte, y estoy algo cansada para practicar con las espadas que tanto estima, querido.

— ¿Quieres que volvamos con su familia, entonces? — Preguntó levemente desanimado, Katie negó con su cabeza tan fuerte que él sonrió aliviado, pensando que su presencia le había agobiado por el resto de la velada. —

— En realidad, me gustaría que volviese a hablarme sobre su hogar y su gente, si no es mucha molestia. — Una cálida sonrisa surcó sus labios ante la pregunta, entregándole un fugaz beso en sus labios que hizo que el color de las mejillas de Katie se tornase levemente rosas. —

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