Wonpil echa de menos a su hyung y no para de pensar en él.
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Estaba desesperado, no podía soportarlo, aunque ya llevaba un tiempo haciéndolo y seguiría así hasta que su cuerpo no soportara más. Simplemente era imposible para él seguir su día a día como si nada, sin sentir ese vacío que llevaba ahí desde que Sungjin se fue. Desde ese entonces todo había sido una pesadilla, se había quedado completamente solo, aunque supiera que tenía a más personas a su lado y qué podía contar con ellas, pero el vacío de Sungjin abarcaba todo aquello.
Su hyung se había ido por mucho tiempo y no sabía cuándo iba a regresar. En un principio era un viaje para su propio descanso, necesitaba desconectar de todo e irse un tiempo, pero no sabía que esto le afectaría tanto a Wonpil. Esto había supuesto para él el mayor golpe que había recibido en mucho tiempo. Obviamente comprendía que su hyung debía de pasárselo bien en ese tiempo que había decidido marcharse, y que le deseaba siempre lo mejor; pero su inestabilidad y sus costumbres habían decidido que este viaje le sentaría mal a Wonpil.
Realmente no podía aguantar ese dolor que tenía, ya que básicamente se enteró el mismo día de su marcha y no pudo despedirle cómo se merecía, y menos se había hecho a la idea de que no le vería en un largo tiempo. Ya que las palabras de Sungjin fueron que estaría bastante tiempo fuera, no era una cosa de un par de días, por eso a Wonpil le dolía aún más. El simple hecho de saber que no iba a estar ahí, que no sería lo mismo hablar con él por teléfono que hablar con él mirándole a esos ojos que tanto le gustaban y nunca se cansaba de decirle que eran muy bonitos, porque no le estaba mintiendo, esos ojos transmitían pureza y ganas de vivir. Y ahora Wonpil no los podría ver en mucho tiempo, no podría sentirle cerca y mucho menos decirle lo importante que era para él y todo lo que sentía.
Ahora Sungjin estaba muy alejado de él, viviendo su vida aunque también con algo de tristeza en el cuerpo, pero lo hizo porque lo necesitaba y quería. Mientras tanto Wonpil echándole de menos como nunca antes lo había hecho con nadie. Todavía no había asimilado que no escucharía su voz y que no le vería por las mañanas, todavía no había asimilado que una de las cosas más importantes en su vida se estaba marchando y quién sabe si volvería a verle. A Wonpil no le gustaba ponerse tremendista, pero siempre se le pasaban por la cabeza las peores situaciones y sentía que en algún momento pasaría, algo malo pasaría. Tenía demasiado miedo de perderle, de no verle nunca más o de no contar más con él en su vida. A veces pensaba que Sungjin se había hartado de él o no quería continuar a su lado, aunque eso no fuera verdad, le atormentaba pensar en ello.
Seguía sin superarlo, sabía que debía seguir como siempre y esperar a su regreso que no estaba planificado, así que simplemente esperar a verle volver y que entrara por esa puerta, sano y salvo. Eso era lo que más deseaba Wonpil en esos momentos. No quería que le ocurriera nada, no quería perderle, no quería separarse de él nunca. Por eso se fue a la habitación de su hyung, ahora vacía. Notaba el daño que hacía ver esa habitación sin nadie, sin su dueño. Mirando entre las cosas de Sungjin, encontró una foto en uno de los cuadros que tenía por un mueble. Era una foto de ellos dos sonriendo. Wonpil se sentó en la cama observándola, y no pudo evitar que las lágrimas salieran de sus ojos. Le necesitaba, pero ahora no estaba ahí. Sabía que echaría tanto de menos esa sonrisa... Los pensamientos de Wonpil hicieron que no dejara de llorar en un buen rato pensando en ellos y en qué haría sin Sungjin; hasta que le llegó un mensaje de su hyung diciéndole que había llegado bien. Una sonrisa se dibujó en el rostro del pequeño, aunque todavía había lágrimas que caían. Porque ese sentimiento seguía presente, y seguiría hasta que no le volviera a ver.
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