Parte siete

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Recuerdo haber pasado muy rápido ese fin de semana. Sería ridículo compararlo con una estrella fugaz, pero a veces los momentos que realmente disfrutas con personas que aunque no conozcas del todo, se convierte en eso, en una estrella fugaz que puede contagiarte de alegría incluso si tus días son grises.

¿Ese era el sabor de la vida? No lo sabía hasta ese momento, que podía sentir el agua en el cuerpo entero y nadar lo que quisiera, nunca me había sentido tan libre de hacer lo que quisiera que casi parecía un sueño.

Era vida, sentir el sol quemando tu cara y la arena en los dedos de tus pies, era sentirse con una paz tan profunda que podía hacerme alucinar.

Mi cabeza daba más vueltas pero en ese desastre sólo podía ver claramente a Nam Joon, abrazándome y diciéndome que iba a estar bien, que debíamos dejarnos ir.

Mis labios se acercaban con cada vez más frecuencia a los del moreno y eso a él, no le molestaba; después de un sinfín de ellos llegaba a la conclusión que no era un accidente, querer a Nam cerca de mí no era ningún error y de ninguna forma algo de lo que sentirse avergonzado.

Nam Joon se recostaba a mi lado y me contaba que tenía miedo, mucho miedo de estar solo y yo lo único que hacía era decirle que nunca lo dejaría, me había hecho prometerlo y yo había aceptado aún sin saber cómo mantendría esa promesa. Quería creerme a mi mismo cuando Nam me miraba de esa forma que podía dejarme sin respiración.

Yo hubiese prometido cualquier cosa si el me miraba de esa forma tan solo un instante.

Entonces me tuvo ahí a sus pies en un pestañeo. No sabía cómo había pasado, si quizás me hubiese advertido de todo lo que pasaría después de haber hablado con él la primera vez no me hubiese entregado tan pronto a él, no le hubiese dejado ser dueño de todos mis pensamientos y mucho menos de mi felicidad.

No le hubiese permitido que entrara en mi corazón y eso hubiese hecho las cosas más fáciles.
Porque yo no me habría enamorado de él y entonces, nunca le habría dado la espalda a mis propias responsabilidades.

[•••]

Acomodé la corbata en mi cuello una vez más, solamente quería asegurarme de que estaba en su sitio. Miré el reloj en mi muñeca y estaba justamente a tiempo para no retrasarme ni un minuto.

Aún no anochecía, pero pronto lo haría y cuando la luna estuviera en su esplendor yo tendría que estar en ese restaurante esperando a esa chica que no quería ver pero tampoco había algo que pudiera hacer al respecto, si ya había quedado entonces tendría que cumplir.

Únicamente podía pensar en Nam Joon; en que esa noche lo vería de vuelta después de pasar algún rato con Yon Sook y que estaba infinitamente de buen humor por eso.
Porque recién habíamos llegado a Seúl Nam me había dejado volver a casa, tenía que hacerlo después de ver esas veinte llamadas perdidas de mi padre y había tenido tanta suerte que si bien poner un pie en el lugar no me había encontrado con el hombre que seguro reprendería mis acciones.

Aún así, cuando bajé las escaleras lo ví de pie ahí, tras el primer escalón y tan firme como un soldado, sus ojos delataban lo furioso que estaba conmigo y el gran dolor de cabeza que de seguro le causaba mi presencia.

Aparentemente creía que yo iba a pedirle una disculpa o acaso le daría explicaciones, pero cuando me quedé ahí parado también y no salió ni una sola palabra de mí boca se atrevió a hablar él primero.

-He sido muy suave contigo Seok Jin. Lo sabes.- Habló en tono firme y con la mandíbula marcada. Su tono de voz ya no podía atemorizarme como lo hacía hace años. -Pero eso no significa que dejaré que hagas lo que quieras, cuando tú quieras.- Está vez había hablado en un tono más alto y notoriamente estricto.

If You ❀ NamJin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora