Parte nueve

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La figura femenina se veía pasar de un lado a otro, una mujer adulta se movía en la cocina con mandil hogareño puesto y una coleta bien sujeta a su cabello. Dicho lugar desprendía un olor tan delicioso que mis papilas gustativas se activaron como una bomba a punto de estallar.
Hasta ese momento la veía desde la puerta, pero ella parecía no observarme. Parecía tan enfocada en seguir bien su receta, sólo la que ella sabía hacer.

-¡Mamá!- grité con una voz chillona entrando de repente y sacándole un pequeño salto a la mujer que se tocó el pecho un poco asustada.

-¡Kim Seok Jin! ¿Qué es lo que he dicho acerca de asustar a mamá?           -sonrió de vuelta, mirando de abajo tratando de reprimir una sonrisa traviesa que era imborrable de mis labios. Su tono de voz era reprimenda y a pesar de eso aquella mujer no podía causarme una pizca de miedo a nadie por su aspecto dulce.

-Está mal, porque estás cocinando y puedes tener un accidente.- repetí girando los ojos.

-Así es y además, me sacaste un buen susto, niño malo.- dijo por último antes de pellizcar mi nariz suavemente.

Me quejé en voz baja mientras veía en la mesa en el centro de la cocina los ingredientes con los que mi madre preparaba el mejor pastel del mundo, mi estómago hizo un ruido de nuevo en sólo pensar en una rica rebanada y la mujer sonrió juguetonamente.

-Parece que aún falta un tiempo para que esté listo.- mencionó y yo fingí no sentirme levemente ofendido.

Dispuesto a esperar por el postre que me hacía la boca agua, tomé asiento en un banco cerca de toda la mesa llena de materiales. Observando a mi madre con sigilo, haciendo todo sin ningún problema y en cambio disfrutando el ser una maestra en las artes culinarias para mi edad. El pan estaba en el horno y lo único que preparaba era lo que llevaría dicho pastel.

En ese momento pensé en lo amable que era por hacer postres que me encantaban a esa edad, sabía lo muy atareado que posiblemente era para ella hacer algo así pero aún bajo mi atenta mirada seguía siendo la mejor mamá del mundo. ¿Cómo habría podido casarse con alguien tan aterrador como mi padre? En esas épocas admiraba mucho a mi progenitor pero no quitaba el hecho de que me provocara miedo cada vez que me regañaba. No entendía como funcionaban las relaciones en pareja y pensé en que quizás ella había sido obligada a casarse con él, justo como Yuha.

-¿Hay algo que quieras contarme Seok Jin?- Inquirió la mujer suavemente, algo curiosa.

-Uhhm, no nada.- respondí rápidamente, sin tener idea a lo que se refería.

Ella me miró un segundo y después se limpió las manos con un pañuelo, su expresión ahora iba más en serio pero no de una forma fría, sino más bien pensativa. Se movió unos cuantos pasos hasta rebuscar algo en un cajón y en sus manos parecieron un papel roto en varias partes, algo arrugado. Supe lo que era con tan solo ver los colores que había en él, un sentimiento pesado se instaló en mi pecho.

-¿Qué es esto?- habló poniendo el mismo papel sobre la mesa, uniendo las partes.

Mis ojos comenzaron a humedecerse al recordar lo que mi padre me había dicho, lo que me había hablado sobre dos hombres que se amaban.

-Yo, no sé que es eso. Es horrible.

-Cariño.- llamó suavemente, con un tono tan maternal que me hizo subir la mirada cuando estaba profundamente abajo intentando no llorar en vano. -Esto no está mal de ninguna forma, no escuches lo que tu padre dice. Seok Jin, no está mal amar.- dijo seriamente y una pequeña sonrisa segura se formó en sus labios pequeños.

A esa edad no sabía lo que significaba el amor, no tenía en claro lo que era ese tipo de emociones sino fuese por mi madre, ella era una combinación de todo lo bueno que podía haber en mi mundo a mi corta edad y fue por eso que cuando falleció quizás también esa pequeña parte de mi también con ella.

If You ❀ NamJin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora