XI

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—De rutinas y excepciones—

~Sorpresa adolescente~

Hay un día hermoso en el exterior y Escocia siente que la luz mañanera casi lo dejará ciego incluso cuando todavía tiene los ojos cerrados. Se despereza con toda la lentitud que puede y se dirige al cuarto de baño dispuesto a empezar el día como corresponde, porque qué podría hacerlo salir de su rutina por aquella ocasión. A Inglaterra no le duelen los dientes ni nadie se ha encontrado más animales callejeros; además que Wallace duerme plácidamente en su camita.

Nada podía salirse de la costumbre, excepto un punto rojo que aclamaba atención, posicionado en medio de su frente. Era tan o más rojo que su cabello y eso era inconcebible. Gritó como un desquiciado ante lo que veía.

—¡¿Qué carajos es esto?! —chilla, descontrolado. Tantea el grano de su frente y, como era de esperarse, volvió a chillar.

Sólo existía un culpable por eso, o eso pensaba.

—¡INGLATERRA! —y el pobre Wallace despertó.

—¿Qué quieres? —Pregunta Inglaterra asomándose por la puerta del dormitorio.

—¡VEN AQUÍ!

En inglés frunce el ceño, extrañado, y se acerca al cuarto de baño.

—¿Qué diablos te pa...?—Su pregunta muere bajo la lengua y en su lugar se le escapa una sonrisa burlista que Escocia quiere borrar a puñetazo limpio— ¿Qué te salió en la frente? —Se ríe.

—Escocia entrecierra los ojos—Un cuerno de unicornio, tal vez—dice, sarcástico—¡Un grano, joder! ¿Qué no es obvio?! —Se escandaliza más aún—¡Como si tuviera trece años, por Dios!

Inglaterra hace lo posible por ahogar la risa si no quiere morir en ese instante sin alcanzar si quiera a hacer su testamento y esa vez nadie se apiadará de su alma porque Escocia está despierto, consciente, de pie y lo peor de todo, enfurecido.

—A ver, primero tranquilízate que estás armando un escándalo más grande que el que hiciste cuando murió María—Escocia lo mira y se pregunta de qué diablos se las está dando como para que venga a darle clases de tranquilidad, ¿y por qué carajos le saca en cara eso?—. ¿No tienes nada en el botiquín?

—¿A ti te parece que sí, gusano? —Se enfurece más.

Inglaterra traga saliva.

—Ya, está bien. Se te va a pasar solo, ¿de acuerdo? Serán dos o tres días.

—No quiero esperar tanto, así que ayúdame con esto si no quieres perder todos tus huesos.

Inglaterra siente que le arrancan la paciencia de un solo tirón.

—Pero bueno, ¡no quieres ni la paz ni la guerra tú!

Así que sin más opciones donde Inglaterra pudiera permanecer vivo, minutos después lo tiene sentado en la cocina con unos menjunjes extraños sobre el grano y para desgracia de los dos, nada ha funcionado. Ni la aloe vera, ni las hojas de matico, ni las bolsitas de té, ni la ridícula mascarilla de carbón y cuando Inglaterra se le fue a acercar con el enésimo experimento en las manos, Escocia ya quería salir corriendo.

—¡Ya aléjate, ¿quieres?! —Se niega, escandalizado—¡Me has echado tantas porquerías que ya parezco un pastel!

—No, no, en serio—Inglaterra no puede evitar reírse. Qué divertido es ver a Escocia en esos apuros y no le desagrada del todo la idea de agarrarlo, meterlo en un bowl y echarlo al horno—. Ya con esto desaparecerá. Lo juro.

Yi cin isti disipirisirí—Lo irrita Escocia.

—¡No me imites así!

—¡Entonces deja de experimentar conmigo!

—¡Pero si te estoy ayudando! —Inglaterra vuelve a soltar una risa maliciosa mientras intenta acercar la nueva poción que, jura, deshinchará el irritado poro de su hermano. Escocia refunfuña evidentemente molesto porque con esa risa difícilmente alguien se creería que pretendía ayudar a su prójimo—. Quédate tranquilo.

Inglaterra deja caer una gotita.

—¡Arde! —Grita, exagerado, pataleando igual que un crío.

—¡Quédate quieto o le diré a Irlanda y a Gales que te sujeten! — Amenaza— ¡Además esto un ungüento certificado, es imposible que arda!

—¡¿Certificado?! Certificado por tus pelotas estará—Ladra. Guarda silencio un segundo. Entonces piensa: momento, ¿o sea que todo lo que usó antes no lo estaba? Antes de que se lo eche en cara, el inglés rueda los ojos otra vez. Exasperado, lo obliga a quedarse quieto y le da el ultimátum:

—¡¿Quieres que se te baje la hinchazón de eso que tienes ahí o prefieres andar toda la semana con un mini volcán en la frente?!

Escocia guarda silencio abruptamente, bruzándose de brazos y sin poder contraatacar. No le quedaban muchas opciones, realmente.

—Ya, hazlo. Total ya no tengo nada que perder.

Inglaterra toma con los dedos un poco de la cremita y la esparce por la frente de su hermano hasta que desaparece y se absorbe por completo. Ahora, milagrosamente, no parece arder en lo absoluto. Escocia podía ser mucho más dramático de lo que Inglaterra alguna vez pensó.

—Ahora preocúpate de echarte bloqueador solar para que no te quede marca y bebe mucha agua. Nótese, AGUA, no whisky; y volverás a tener el cutis como antes.

—Como que aquí sale mucho el sol ¿no? —Comenta, sarcástico—. Pero ya, te voy a hacer caso.

Y lo hizo con todo el éxito del mundo durante una semana, dándole favorables resultados. Su piel volvió a lucir luminosa con la hidratación correcta y los índices de luz solar necesarios.

Inglaterra era bueno como dermatólogo (y en muchas otras cosas) aunque jamás lo elogiaría con eso. Claro que tampoco se iba a molestar en darle las gracias.

...

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Nota final:

Perdón, Escocia :v

¡Gracias por leer!

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2019 ⏰

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