004: Tormenta.

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Cariño, he estado acostumbrada que tu presencia sea la que siempre estuviera ahí para acobijarme con tanta dulzura, como lo haría un cálido día despejado de toda preocupación, pero cariño mío, en los momentos donde todo es nublado, tus sentimientos se esconden tras las grises nubes y es la cuenta regresiva al caos, intentas verlo, tratas de infiltrarte a ese manto implacable de frialdad y silencio, sabes que algo anda mal, los truenos bombardean y los rayos centellan, pero es tan gigante ante mi pequeña posición en tierra, tan inalcanzable a mis manos, que observo inquieta como la peor de las tormentas se retuerce tras las nubes, la guerra interna que se desata, furiosa por escapar, de acabar con todo a su paso y ser el arrasador de todo aquel que ose por retarlo, estoy inmóvil, sin palabras, y entonces... cae.

No el primer rayo, ni el parpadeado centello en aviso del trueno más ensordecedor, es una gota, una mísera gota, que sigue a otra y otra, hasta ser una lluvia, directa, gruesa y helada, porque antes de estallar en destrucción masiva, algo pasa, algo en ti no es capaz de traspasar el límite que te condena al caos absoluto, y todo recae en una lluvia de tristeza que desplace todo lo más lejos que se pueda, ahogándote de melancolía y desanimo. Una tormenta, tu tormenta ¿Y sabes? Estoy dispuesta a estar bajo ella hasta que el cielo se disipe, y mi querido sea renovado con el más hermoso arcoíris.

Metáforas FugacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora