Izuku era un joven príncipe y uno de los mortales que más devoción mostraba hacia los dioses. Sin embargo corrió el irónico infortunio de ser poseedor de una belleza sobrehumana, provocando la ira de uno de ellos y haciendo que fuera sentenciado a u...
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Al abrir sus párpados, Izuku pudo sentir los rayos de sol inundando su vista. Le tomó un rato acostumbrarse a la luz mientras se frotaba los ojos, no se dio cuenta en que momento se había quedado dormido. Se estiró con algo de pereza y se reincorporó sintiendo la hierba bajo la palma de sus manos. En ese momento se sobresaltó acabándose de despertar al instante.
Lo último que recordaba era estar sobre un monte rocoso junto al mar para luego oler una fragancia, luego todo se volvió negro. Ahora se encontraba en un hermoso valle repleto de flores de todos los colores. ¿Cuál era ese lugar? ¿Acaso era un sueño? Pero la principal pregunta era ¿Si esto no era un sueño, quién lo había dejado ahí? Le pareció algo ilógico que unas personas se encontraran a un joven dormido y de pronto se lo llevaran para dejarlo en la mitad de un valle. Poniéndose rápidamente de pie comenzó a examinar el horizonte viendo cuál camino debería tomar o alguna pista del lugar donde estaba, esperando que fuera cerca de alguna polis.
Un sentimiento de miedo aún estaba presente así que se aseguró de que no hubiera nada que se percibiera amenazante, recordando que había sido puesto sobre la montaña para morir y la posibilidad de que su estancia en ese sitio fuera parte de su fin. Como resultado de su búsqueda logró divisar a lo lejos una fuente frente a una enorme edificación, decidiendo encaminarse allá. Tal ves podrían decirle dónde está y ofrecerle posada, como se acostumbraba a los viajeros de esas tierras, mientras veía que más hacía.
Luego de hacer un análisis de la situación, extrañamente parecía que había logrado salvarse de la muerte.
Para llegar al palacio pasó por un bosque no tan frondoso, los pacíficos sonidos de la naturaleza y la calidez de la Luz solar contra su piel lo ayudaron a calmar sus nervios. Cuando finalmente llegó a su destino hizo una mueca de fascinación al ver el imponente palacio que se alzaba frente a sus ojos. Era casi como ver una combinación entre el que antes era su hogar en Anatolia y el templo de All might, solo que está edificación superaba a las otras dos con creces. Al caminar por el jardín pudo ver bellos arbustos llenos de flores y estatuas que lo decoraban. Aquel palacio se notaba que en su mayoría estaba constituido por mármol, desde sus columnas hasta sus paredes. Pero lo más fascinante era como todas las decoraciones no estaban hechas en bronce como se estaba acostumbrado sino en oro.
O estaba soñando y Morfeo le estaba tomando del pelo o quien fuera dueño de este palacio era una persona extremadamente pudiente.
Ya se hallaba frente a la enorme puerta así que le dio unos toques a la espera de que hubiera respuesta. Estuvo a punto de presentarse y pedir posada pero las puertas se abrieron de par en par, a lo cual él tomó esto como señal de que podía entrar. Pero para su confusión al entrar no vio absolutamente a nadie, haciendo que se preguntara con algo de temor quien había abierto las puertas de ese lugar.
