Izuku era un joven príncipe y uno de los mortales que más devoción mostraba hacia los dioses. Sin embargo corrió el irónico infortunio de ser poseedor de una belleza sobrehumana, provocando la ira de uno de ellos y haciendo que fuera sentenciado a u...
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Todo en aquel lugar era oscuridad, el pecoso ya ni siquiera podía divisar la silueta del ser que debería dormir a su lado. Poco a poco el miedo se expandía por sus entrañas cual veneno mientras miraba de un lado para otro sin encontrar nada, solo más penumbra. Por más que tratara no podía moverse, sus músculos no le respondían.
De pronto una sombra se acercaba más hacia su persona, pero ese no era Shouto...
Era una bestia que se acercaba cada vez con más rapidez con un solo objetivo...
Devorarlo
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Pero fue en ese preciso instante en que Izuku despertó de sopetón. Su respiración estaba agitada y había sudor frío corriendo por su frente, todo había sido una simple pesadilla. Todavía era de noche así que al voltearse pudo ver un cuerpo durmiendo pacíficamente a su lado. Tenía que tranquilizarse, su esposo no sería tal cosa, nunca jamás le haría daño. Sin embargo ahí seguía ese sentimiento de duda que tanto odiaba, no podía pensar claramente. Enserio quería confiar en su esposo pero la incertidumbre lo estaba matando ¿Y si su madre tenía razón? ¿O él estaría equivocado?
Entonces se le ocurrió una idea bastante arriesgada, pero solo así se desharía de toda duda. Respiró hondo y se acercó con mucha cautela al otro, efectivamente estaba profundamente dormido pero por más cerca que estuviera no podía ver su rostro. Prosiguió a llevar a cabo su plan, solo necesitaba verlo un instante y debía hacerlo con extremo sigilo.
Lentamente extendió su brazo hasta que pudo agarrar la lámpara de aceite. Acto seguido encendió la llama, ya tenía una fuente de luz pero la cubrió ligeramente con su mano para que no fuera tan intensa. Se asustó bastante cuando sintió que a su lado el otro se removía un poco pero no se alcanzó a despertar. Ahora si había llegado el momento de la verdad, solo miraría rápidamente para asegurarse de que no corría peligro.
Manteniendo la extrema cautela acercó la lámpara a una distancia prudencial del rostro de Shouto.
Pero en el momento en que la luz iluminó su rostro el príncipe quedó completamente anonadado. Definitivamente ese no era un monstruo, al contrario, era uno de los seres más perfectos que había visto jamás. Se quedó perplejo mientras apreciaba cada milímetro de su rostro durmiente. Una piel tersa y hermosa a pesar de notar una cicatriz en su ojo izquierdo, facciones finas como las de una estatua de mármol, pero lo que más le llamó la atención era esa lacia cabellera bicolor. La luz también le permitió ver con mayor claridad sus alas y una funda llena de flechas en el suelo, justo al lado de la cama. Comenzó a conectar todo en su cabeza, ahora era más claro que nunca.
