~VIII~

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Ciertamente no había punto de comparación entre el Hades y la tierra de los vivos

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Ciertamente no había punto de comparación entre el Hades y la tierra de los vivos. Izuku no podía sentirse más aliviado de sentir el sol sobre su piel y poder respirar el aire fresco de la naturaleza. Hasta podía sentir sus diferentes aromas, cosa que no le había pasado antes. Solo con haber estado en el mundo de los muertos por unas cuantas horas lo había hecho apreciar su entorno como si fuera la primera vez que lo veía. Pero sobre todo apreciaba de sobremanera el hecho de seguir con vida, totalmente dispuesto a recuperar su sentido.

Dudó por un momento qué hacer, podía volver al lugar donde se había encontrado con Endeavour o esperarlo justo donde estaba. Optó por la segunda opción, podrían encontrarlo más fácil en aquel lugar así que prosiguió a sentarse frente a uno de los juncos de la arboleda que envolvía el lugar. Miró en todas direcciones pero su suegro no se aparecía por ningún lado, esa iba a ser una espera larga.

Mirando nuevamente el cofre se puso a pensar en el futuro. Haría lo que fuera para que Shouto lo perdonara, y una vez lo hiciera lo haría el dios más feliz no solo del Olimpo sino del mundo entero. Pensó que ya no tendrían restricción alguna para poder amarse, sin ser juzgados ni castigados. Podría ver su hermoso rostro cada mañana y sentir su calidez por siempre, o al menos hasta que su vida se lo permitiese. Por más que siguiera siendo mortal, el amor por el bicolor cruzaba la línea de la inmortalidad.

De pronto un estremecimiento del cofre lo sacó de sus pensamientos. Izuku se alcanzó a asustar y lo revisó para asegurar se que estuviera bien cerrado, si llegaba a abrirse habría perdido su viaje. Nuevamente el cofre se estremeció con más fuerza que la anterior, poniendo muy nervioso al peli verde.

"¿Es normal que eso pase?" Pensó muy asustado. Lo que había ahí adentro sería imposible de controlar por un mortal como él, pero debía hallar la manera de mantenerlo en su lugar hasta que Endeavour llegara. Trató de sostenerlo contra el suelo para evitar que se moviera tanto pero alejó sus manos rápidamente, pues la superficie del cofre se había puesto completamente helada de repente y al haberla tocado sintió como si su mano se quemara al instante. Se comenzó a angustiar demasiado, trató de pensar varías maneras de contener aquel cofre y rogó muchas veces en su mente que el dios no demorara en llegar.

El cofre empezó a hacer ademanes de intentar abrirse provocando que el pecoso se empezó a alejar, temiendo por su vida. Pero llegó un momento en que el cofre se quedó estático. Izuku soltó un pequeño suspiro de alivio pero no podía bajar la guardia así que se acercó con muchísima cautela de que el cofre volviera a alborotarse, si lo volvía a hacer sabría que tendría que huir lo antes posible de ahí. Sin embargo no se movió ni un poco, así que podía sentirse más seguro de acercarse más.

Que ingenuo fue.

Justo cuando volvió al lado del cofre este abrió su tapa violentamente liberando una enorme y espesa nube negra de su interior. No lo podía creer, todos esos esfuerzos para completar esa tarea eran para llevarlo a su fin. Todo aquello había sido una gran trampa. Pues la belleza que estaba contenida en ese cofre se había convertido en un mortal sueño estigio.

~Más allá de la inmortalidad~ (Tododeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora