FIMA

¿Una confesión o una mentira?

- ¿Qué haces aquí?-le dije aliviada de que no fuera un ladrón.

- No estás feliz de verme mi Bia-dijo mientras hacía pucheros.

Tenía años sin haber escuchado ese nombre, mi corazón se llenó de paz al oírlo, al fin me sentía en casa.

- ¿No me vas a abrazar o no puedes?, oh lo siento ¿te asusté? Deberías estar en la cama- su tono era de preocupación

Sin dejar que yo dijera algo me cargó hasta la cama, me dio un beso en la frente.

- Oh miren mi bella Bia ha subido de peso últimamente- no paraba de reír

- Cállate, no digas estupideces sigo tan esbelta y hermosa como siempre-dije en seguida.

Me miró con ternura así como mira él.

- ¿Cómo alguien tan frágil puede ser lastimada de tal manera? ¿Cómo pasó esto?-preguntó.

- Sólo fue un accidente, no es tan grave, estoy bien.-afirme

-No soy estupido, además tu jefe me contó todo, Bia tienes que tener más cuidado- dijo mientras acariciaba mi cabeza

-¿Qué? ¿Por eso has venido? Estupido Héctor, le dije que podía cuidarme sola, no debiste venir.

- Oh no has cambiado mi Bia sigues siendo valiente, pero no te preocupes, estoy aquí para quedarme, he arreglado todo, tengo un nuevo proyecto aquí, así que me quedaré contigo. ¿No estás feliz?

- Sólo déjame dormir luego hablamos
-dije mientras oculta mi felicidad

En ese momento el salio de mi cuarto mientras me sonreía y me tiraba besos.

Acepto que la idea me encantaba, odia estar tan sola en casa por las noches, pero ¿Qué pasaría? ¿En qué no convertirá esto? ¿Quién pagaría los gastos? Bueno sabía que él había hecho una buena fortuna, pero no podía dejarle todo, además tener a un hombre en la casa significaría tener menos libertad, ya no podría caminar desnuda por la casa, ni poner música a todo volumen, ni cocinar sólo para mí, sin olvidar que me tendría que preocupar por él y la hora que regrese a casa, esto podría ser un fantasía o una pesadilla.

De tanto pensar me quedé dormida, cuando desperté era de noche, no sabía el día,ni la hora, sólo daba gracias a Paúl por casi matarme, ya que por él podía tener todo una semana de descanso, a los cinco minutos me volví a quedar dormida.

Cuando desperté sentí que alguien me abrazaba cálidamente, pensé que estaba soñando, pero era Iván quien estaba dormido en mi cama abrazandome, grité.

- ¿Qué haces aquí?pregunté asustada.

-Bueno, verás iba a quedarme en tu sillón porque no tienes otra cama, pero escuché unas pisadas, entonces pensé que probablemente tendrías miedo así que vine a hacerte compañía

- Eres un cobarde-dije mientras reía.

-Lo hice por tu bien Bia, enserio me preocupas.

- Está bien fingiré que te creo-dije con un tono burlón.

-Gracias, sólo por eso prepararé el desayuno, es momento de levantarse, has pasado dormida dos días copletos, debes estar hambrienta.- dijo mientras se levantaba

Me levanté, me di una ducha mientras Iván cocinaba, me vestí, estaba segura que me podía cuidar sola, siempre lo había hecho sin importa como estaba siempre cuidaba de mí y esta no era la excepción.

Luego Iván me gritó para decirme que ya estaban los panqueques, inmediatamente fui porque en verdad tenía hambre.

Cuando entre al comedor, pude ver dos plato con tres panqueques cada uno, junto a ellos un bote de miel de abeja, una taza de leche y un tazón de fruta fresca.

-Come, ayer me di la tarea de llenar tu refrigerador, que estaba solo por cierto, así que come lo que quieras luego yo me encargo de llenarlo.-dijo jactándose de lo que había hecho.

- ¿Quién te dio permiso de tocar mis cosas?-dije mientras mastican un pedazo de panqueque lleno de miel

-De nada, y vamos cierra tu hermosa boca, hasta aquí puedo ver como el panqueque llega hasta tu estómago

- No me digas que hacer-dije mientras abría más la boca para que pudiera ver mejor lo que masticaba.

- Eres asquerosa, por eso nadie se casará contigo

- ¿En serio? porque conozco a alguien que lo tendrá que hacer, o ¿no recuerdas?

- ¿Ya te diste por vencida? ¿En serio soy ultima opción? ¿No tienes a nadie?-dijo mientras sonreía

- No eso, es sólo que yo te quiero a ti -exclame con seguridad.