Camuflado, el viento se desplazaba por el inerte mutismo del parque, rozando con difusa estancia la rígida corteza de los gruesos árboles, empujando sin fuerzas el obscurecido verde de sus innumerables hojas, mismo efecto que se marcó sobre el uniforme pasto de sus suelos. Poco a poco se alejaba de la escena sin anunciar su partida, pero sí su llegada en las próximas fracciones de la ciudad en las que tomaría como un breve aposento, mientras que la razón de su huida se ilustraba en el despejado cielo nocturno, que con sumada parsimonia se rendía ante el clamado del diurno vislumbro, borrando de su negro zafiro el manchado estelar que tanto le caracteriza, y en el lento pasar de un cambio difuminado su puro obscuro se trasladaba por un puro ambiguo reduciendo los últimos segundos en su cambiante habitad.
Justo frente del armonioso contexto natural del parque central de la metrópolis, el complejo de la ley yacía esperando que sus vitrales se regocijasen con la luz que pronta llegaría a penetrar en ellos e iluminarían con sus áureos pilares los interiores de tan inmensa construcción. Décimas de pasillos, cientos de oficinas solitarias deseosas de ver la justicia tomar cartas en cada asunto que quebrantase la ley que con apego, sus azulinas presencias atesoran en su corazón, o al menos era lo que con resistente vigor deseaba creer la coneja de ojos violetas que de un forzado salto se hizo el símbolo icónico de la ZPD, algo que sin dudas no hubiera logrado sin su confidente de ojos esmeralda acompañándole en los ratos de oficio semanales, y en aquellos momentos de "Aburrimiento" que eran sus fines de semana.
-Hopps, Wilde llegan tarde, tomen asiento. -La rígida voz del búfalo rezongó con fuerza una orden, haciéndose presente su descontento ante la repentina y retardada entrada de ambos oficiales.
-Disculpe jefe, es que no vimos la hora -Habló la coneja sosteniendo la puerta con la pata, mientras que con seguridad su compañero disfrutaba callado del dulzor de una paleta a su lado. Apenada dejó ir la rectangular estructura y sin hacerse esperar por una reprimenda alzada a los cuatro vientos tomó camino en pasos apresurados hacia su asiento.
En ella algo apareció de la nada, un hueco, un vacío en su pecho se infló amenazando con robarle el oxigeno, ¿Qué podría ser?, lo sabía, y por orgullo lo rechazaba sin siquiera darle un vistazo a los detalles que originaron su aparición, porque, aunque no lo viera a la cara, conocía con esbelto rigor lo que lo causaba, y más aún, qué era; rostros juzgantes, miradas curiosas y apáticas. Sus compañeros, o más bien conocidos del departamento le observaban fijo a cada paso que daba, y ella, sólo esperaba que no llegara a mayores con la fuga de un comentario que le involucrara en más problemas que el que ya tenía. Y cuando la desesperación estaba por robarle el aliento el naranjo de Nick le sacó de complicaciones, poniéndose a su lado, interviniendo entre el público y ella con su taimada silueta, dando como clara prueba de su apoyo dos ligeros palpos que dio sobre su hombro derecho, acompañándola al son de cada paso, hacia la estructura que en notable altura los sobrepasaba.
En un repentino movimiento Nick tomó de un segundo tres pasos en su avance, incitando sorpresa en los orbes que ahora por la espalda le observaban; expectante de lo que su mejor amigo hacía Judy mantuvo el paso, no haciendo que el resultado extraído del implícito acudir del zorro se distorsionase de su respirar y semblante. Lo vio darse la vuelta frente al objetivo dirigiendo su característica sonrisa junto al esmeralda de tan preciadas joyas, y entrelazando sus dedos se encorvó ligeramente al frente, quedando a la espera de una reacción por su parte; no dudó ni pensó, solo sonrió algo rendida por el gesto del vulpino, y aceptando su "ofrenda" dio un impetuoso impulso a la poca distancia, tomando apoyo con una pata sobre el dado sostén y con hincapié logró estacionar sin problemas la ligereza de su peso sobre la cima, que con insistencia sus inseguridades clamaban para apaciguar su presencia.
Observando tras los cristales de sus lentes el imponente búfalo ocultaba con notoria habilidad el sentir que causaba las libertades tomadas por dos de sus mejores oficiales, suprimiendo la tensión del mismo al postrar toda su atención en los escritos que habitaban las blancas páginas sostenidas entre sus pesuñas, mas sus extensos años en servicio le aletargaban aquel objetivo, haciéndole percibir a quien sólo podría ser el zorro, moviéndose en el salón, tomando su lugar, era lo que consideraba, y con la orden dada, lo más probable. Aunque no se le eran necesario tanto tiempo con aquel animal para saber que lo pensado no salía más allá que en una simple suposición, y pese a su ocasional rebeldía, no dejaba de ser en servicio, uno de sus mejores elementos.
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Bajo Un Azul Estrellado (Nicudy) ©
FanfictionLa utopía resalta como un pensar de un lugar que sería en todo aspecto perfecto, una luz para toda obscuridad. Pero no sale más allá de la fantacia. Las personas, todas tienen algún atisbo de orgullo, y por lo tanto egoísmo, y por muy pequeño o inéd...