Capítulo 4 - Ya he dicho todo lo que tenía que decir.

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        Los gatos no hablan. LOS. GATOS. NO. HABLAN. Eso era lo único en lo que estaba pensando mientras caminaba. Tantas cosas que pasaron hoy y a mi me preocupa que un gato me hubiera hablado. Perfecto Dave, estas perdiendo la cordura poco a poco.

        Miré hacia las casas que me rodeaban, tratando de ubicarme. En efecto, estaba a tres calles de la plaza que tenía el punto de encuentro con el viajero en el tiempo. Tenía bastantes preguntas que hacerle, preguntas que el sí respondería, no como mis amigos, cuyas explicaciones eran tan sosas como mi hermano menor explicándome física o química. Si el venía del futuro, entonces sabría mucho más que yo, me podría explicar que coño es la profecía, que es el mundo mágico y más importante, porque mis padres me lo ocultaron.

        Me refiero a que suena como un mundo tan asombroso, tan nuevo, tan increíble...y aún así, ellos querían alejarme de él. ¿Será que ellos ya sabían de la profecía y me intentaban alejar de ella? Lo dudaba, aunque no descartaba la opción. 

        A la distancia pude ver la fuente en medio de la plaza, iluminada por las farolas que la rodeaban. Solté un suspiro al ver una silueta de espaldas junto al agua, y por un segundo un escalofrío recorrió mi cuerpo. Los nervios comenzaban a comerme a la vez que me cuestionaba si realmente quería saber sobre esto.

        Sí, sí quería.

        Aceleré el ritmo de mis pasos y llegué a la dura acera. El lugar estaba completamente vacío exceptuando a esa persona que me esperaba y a una pareja que caminaba a la distancia. Dí un pesado suspiro para relajarme y caminé en dirección a la fuente, una ráfaga de aire fresco paseó por el lugar y mi piel se erizó. Incluso solté un pequeño bufido al sentir el aire chocando mi piel.

        Él se volteó y pude divisar perfectamente como era. Llevaba un buso canguro color naranja, unas bermudas de jean y unas desgastadas zapatillas vans. Su rostro tenía facciones de alguien joven, no mayor de 25 años, pero la naranja barba que poseía le hacía ver mayor. Su cabello, del mismo color, era corto, mientras un poco de este salía de la capucha. Sus ojos eran de un azúl opaco y en su mano izquierda sostenía un cigarro. Me miró de arriba a abajo y golpeó la punta del filtro del cigarro con el pulgar suavemente, dejando caer las zonas que ya no tendrían utilidad. Tras eso, inclino su cabeza hacia atrás para indicarme que me acercara. Y eso hice.

        Llevó el cigarro a su boca e inhaló. Alzó una ceja y dirigió su mirada a la mía. Se mantuvo en silencio unos segundos y exhaló el aire.

-Supongo que pretendes que responda algo.-dijo, su voz era grave pero calmada. 

-La verdad...-respondí.-Tengo muchas preguntas, es que...todo esto pasó muy rápido, quisiera que me respondieras bastantes preguntas...-el solo asentió, esperando a que lanzara mis interrogantes.-Bueno...¿Porqué mis padres no querían que conociera el mundo mágico?

-Supongo que porque ellos ya sabían que podrían perderte por la profecía. Y que si algún día se hiciera completamente pública probablemente habría muchas recompensas para verte muerto.-bostezó y se encogió de hombros, como restándole importancia.-O al menos eso creo yo.

        Mis supociciones estaban bien entonces.

-¿Qué son los hunters?-pregunté sin dudarlo, necesitaba saber exactamente a que raza pertenecía y que caracteristícas tenía, no me bastaba la explicación que me dieron en la breve charla mis amigos.

-Son los descendientes de los habitantes de antiguos pueblos que habitaban las zonas de bosque y jungla del mundo mágico. Estaban especializados en la cacería, aunque no era la única practica que habituaban. Cada uno de los miembros de estos pueblos tenían la capacidad de tornarse en un animal. Hay gente que cree que solo podían transformarse en animales que eran animales cazadores, pero eso es una tremenda mierda.-alcé una ceja al oír eso, no esperaba ese lenguaje.-Una tremenda...mentira.-se corrigió, mirando a otro lado como si le hubiera molestando mi actitud.-En fin, podían transformarse en un solo animal, uno que los representara, que representara como eran realmente. ¿Te sirve esa explicación?.-le dió otra calada al cigarrillo y lo lanzó al suelo, pisándolo para que se apagara. Yo asentí con la cabeza.-¿Alguna otra pregunta?

        Entonces, yo en teoría podría transformarme en un ánimal si se da la oportunidad...por un momento comencé a pensar en animales geniales que se me venían a la mente, leones, águilas, osos polares... luego, recordé que no era momento de pensar en eso.

-¿Qué es el mundo mágico?-pregunté mirando hacia otro lado, si alguien pasaba cerca, seguramente terminaría diciendo que pertenece a una película o algo por el estilo. Sus ojos se iluminaron al oír esa pregunta.

-El mundo mágico es...¿Como explicarlo?-suspiró, con una sonrisa en el rostro.-¡Es casa! ¡Es un lugar completamente asombroso! ¡Un lugar en el que nadie es igual a los demás y todos tienen algo que ofrecer! Bueno, lo era antes de que pasara todo lo que pasó...-su tono decayó rápidamente, finalizando en un murmuro prácticamente. Preferí no preguntar.

-Esta bien...¿Y qué es la profecía?

-No voy a responderte eso hasta estar seguro de que me seguirás.-respondió al instante, cruzándose de brazos.

-No puedo decirte eso si no sé lo que tendré que hacer.-agregué, mirándole desafiante.

-Ya he dicho todo lo que tenía que decir.-se rascó la barba mientras decía estas palabras.-¿Me seguirás o no?

        Me mantuve en silencio viendo el suelo, todo pasó muy rápido. Y descubrir ese nuevo mundo se me hacía tentador...pero no podía estar seguro, ¿Era correcto ir sin más? No lo creía así. Necesitaba tiempo para pensar, unos días al menos.

-En dos días volveré a estar aquí, probablemente este todo el día por los alrededores.-digo él, volteandosé.

-¿Y como haré para llamarte?-pregunté rápidamente, por si se iba rápido del lugar.

-K, solo K.

        Y tras eso, comenzó a caminar, me quedé en el lugar viendo, la oscuridad comenzaba a tragárselo y tras unos minutos ya se me hacía imposible verlo. Tomé aire y me volteé, pero al ver lo que ví, el miedo se apoderó de mi por unos segundos. Eran dos tipos vestidos completamente de negro, uno encapuchado hasta el punto que solo podía ver su barbilla por la oscuridad, el otro, sin la capucha, tenía piel oscura y ojos negros, su cabello era cortísimo, unos pocos centímetros de pelo, y su nariz estaba un poco inclinada. Ellos se encontraban ahí sonriéndome, y yo, paralizado, sin entender nada.

-¿Qué pasa? No tenías ese miedo cuando me pateaste la cara.-dijo el que se encontraba a la derecha, sin la capucha.

        Y tras eso, vi como ambos comenzaban a hacerse más pequeños. Su espalda se encorvaba, comenzaban a tener más pelo. Su rostro se alargaba y las orejas se iban en punta hacia arriba. Esa imagen no se iría más de mi mente. Y allí estaban otra vez, los dos perros de antes, listos para saltarme encima. Buscaban venganza.

Jefe FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora