Capítulo 6 - Hay otra forma de entrar.

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        El siguiente día paso rápido, más que nada porque estuve tirado en cama durante la mayoría del tiempo. Mi día se resumió en comer, buscar información del mundo mágico por todas las vías posibles, dormir y repetir el proceso. Tenía un periodo de dos días para aviriguar todo lo que pudiera y darle mi respuesta a K. No estaba seguro de querer hacerlo, no sabía nada de la dichosa profecía, solo que yo era la pieza más importante. El tampoco me dijo mucho al respecto, no me dió ni una maldita pista. Sin problemas la profecía podría consistir en llevarme al mundo mágico y ejecutarme públicamente para evitar que yo hiciera algo en el futuro. De solo pensarlo se me ponían los pelos de punta. 

        Aunque tengo que admitir que sentía bastante curiosidad por ese nuevo mundo que se me había mantenido oculto tanto tiempo, hasta el punto que le dije a los chicos que me mantuvieran al tanto de cualquier dato que pudieran averiguar respecto al mundo mágico. Cada 10 minutos aproximadamente revisaba mis mensajes por si alguno me avisaba que encontraron algo relevante, ya sea sobre las razas, como ir, un mapa, algo. Poco es decir que no hay ni un solo registro de los hunters en ningún lado, o al menos yo no encontré nada. 

        Había encontrado un libro viejo en una de mis repisas que hablaba sobre criaturas de mitos, aunque era lo típico de siempre: Vampiros, licántropos, mágos, brujas, duendes, etc. Nada que la verdad me importara, al fin de cuentas, eran solo rumores de aquí, y yo ya estaba casi convencido de que la mayoría de la magia desaparece al venir al mundo humano, y por ende, la mayoría han de ser supersticiones o teorías en base a haber visto alguno de estos seres. Pasé por todas las páginas, todo lo que decía ya lo sabía, nada relevante sobre las razas a las que pertenecen mis amigos, y obviamente, ni una sola mención a los hunters. Cerré el libro y lo dejé bajo mi cama. Me recosté y me quedé viendo el techo indignado. No podía ir al mundo mágico sin saber nada sobre él, me comerían vivo.

        Estaba enfrascado en esos pensamientos hasta que sentí un ruído proveniente de mi ventana, un golpeteo. Pensé que sería una rama de algún árbol, luego recordé que el árbol esta del otro lado de la casa. Los nervios comenzaron a apoderarse de mi, me puse de pie y me acerqué lentamente a la ventana, rogando que los perros no hubieran decidido buscarme otra vez. Abrí la ventana y saqué mi cabeza fuera para ver, la brisa de esa tarde era fresca y reconfortante. Oí un suave aplauso cerca mío, miré hacia la derecha y allí se encontraba una chica que parecía de mi edad, sentada en las tejas del techo del garaje, que se encuentra a la ventana de mi habitación. Ella sonrió.

        Me tomé un momento para verla con más atención. Su cabello era largo, con la mitad izquierda de color blanco y la mitad derecha de color negro, llevaba el cabello atado, pero dos largos mechones que le llegaban hasta los hombros caían por los laterales de su cara. Era pálida, con el rostro delgado y no aparentaba más de 15 años, sus ojos eran de un azul verdoso que resaltaba bastante en base a lo pálida que era. Llevaba una camisa blanca, unos pantalones negros y unas botas del mismo color.

-Acércate, no voy a morderte.-dijo divertida y soltó una risita. Me daban ganas de decirle que con lo que había visto estos días no me sorprendería si lo hiciera, pero me quedé callado y le hice caso, pasé por encima de la ventana y me senté frente a ella en el tejado.-Vengo a darte las gracias por haber ayudado a mi hermanita, aunque ella ya te devolvió el favor.

-¿Eres hermana de Annabeth?-pregunté, la verdad me costaba creerlo. Ella solo rió de nuevo, como si le hiciera gracia mi reacción.

-Sí, se que no nos parecemos. Pero lo soy.-buscó algo en su bolsillo trasero, tras unos segundos sacó un papel que parecía bastante viejo.-Mi hermana me ha contado que eres Dave, o el chico de la profecia como se te conoce por otros lugares. Estoy más que segura de que no sabes nada del mundo mágico, así que quería ayudarte un poco...-se detuvo un momento y miró la añejada hoja.-Oh, cierto, no me he presentado. Soy Kirstie, Kirstie White...es irónico, ¿No? Digo, mi apellido es White y mi cabello es blanco.-rió por tercera vez desde que empezamos a hablar, aunque esta vez yo también lo hice.

-Si, la verdad lo es.-respondí.

-Oh, me estoy desviando...-dijo mientras me pasaba el pergamino. En cuanto lo tuve en las manos lo abrí, parecía un viejo mapa de navegación. Constaba de 9 islas, separadas por grandes cantidades de mar y océanos. Las letras eran difíciles de entender dado a la antigüedad del papel, aunque alcanzaba a leer: Océano escarchado, océano carbonizado, océano de la hidra...y hasta ahí.-Es un mapa del mundo mágico, perdona que no se entienda, pero es de hace muchos años atrás...tengo entendido que sirve para viajar entre ambos mundos.

        Me sobresalté al oír eso, era exactamente uno de los datos que yo quería saber.

-¿Y tienes idea de como se hace para viajar a través de esto?-murmuré. Ella negó con un movimiento de cabeza.

-Solo sé que, al entrar al mundo humano con él, los poderes mágicos se hacen casi nulos.-otro dato que necesitaba, era por eso que nunca me percaté de ningún don de hunter ni mis amigos de alguno de sus dones. Excluyendo a Abe, que creería que sus genes de gigante influyeron un poco en su altura. Aun así, eso me causaba un par de dudas.

-Pero tu hermana tiene poderes de hunter, y un par de tipos que ví también...-agregué, viéndole a los ojos en busca de una respuesta, ella desvió la mirada hacia el suelo.

-Sí, yo también los tengo. Como dije, el mapa los hace casi nulos, aunque los reduce muchisimo, no se supone que debamos poder transformarnos, solo deberíamos de tener un par de sentidos avanzados...-se detuvo y me miró fijamente.-Eso me hace creer que...

-Hay otra forma de entrar.-le interrumpí, Kirstie asintió.-¿Y cómo se usa el mapa para viajar?

-La verdad, no tengo idea.-respondió nerviosa, rascándose la nuca mientras bajaba de nuevo la vista.-Pero era para que supieras un poco más respecto a todo. Puedes quedártelo si quieres, tengo otro.-agregó mientras se ponía de pie.-Ahora tengo que irme, fue un placer conocerte Dave. Oh, y otra cosa, te pediría que no mires cuando me transformo, es que me da...

-¿Verguenza?-completé su frase.

-Eso.-sonrió y se acercó a mi, se paró de cuclillas y me dió un beso en la mejilla. Sentí calor en mis mejillas, similar a cuando alguien las estira y luego las golpea, aunque sin el dolor.-Y de nuevo, gracias por salvar a mi hermana.-me dió la espalda y se alejó caminando por las tejas, mirándome por sobre su hombro derecho para asegurarse de que no la viera. Tomé el mapa y me puse de pie, tras eso, entré a mi habitación y cerré la ventana. Oí el ruido de sus pies despegándose del techo y luego todo volvió al silencio habitual.

        Me acerqué a mi cama y tomé el móvil, lo desbloquee digitando la clave de los días en los que mis amigos cumplían años y abrí directamente el grupo que tengo con ellos. Escribí rápidamente un mensaje y lo envié:

        Chicos, mañana me iré al mundo mágico, todo el que quiera acompañarme es libre de hacerlo.

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         Alguien golpeaba la puerta de mi cuarto, despertándome de mis sueños en los que buscaba como loco alguna otra forma de entrar al mundo mágico. La voz de Austin me hizo despreocuparme un poco, al menos iba a tener una mañana normal.

-Dave, el desayuno esta listo.-su voz demostraba que acababa de dejar la cama, porque hablaba de una manera tan lenta y tranquila que era eso, o no era mi hermano.

        Tras batallar conmigo mismo para levantarme lo logré, baje mis pies descalzos al frío suelo y abrí la puerta, baje solo con mi camiseta de los Heats y un short puesto, la ropa con la que terminé durmiéndome a la madrugada básicamente. Miré de reojo a mi hermano, el pelirrojo estaba que se caía para los costados del sueño, tenía los ojos entrecerrados y bajaba las escaleras con pesadez.

        Mamá estaba sirviendo un plato de tostadas con manteca sobre la mesa, su largo y castaño cabello brillaba con la luz del sol que entraba en la ventana, sus ojos avellana estaban iluminados, a pesar de que no tenía cara de haber espabilado al 100%. Papá se encontraba sentado en la mesa leyendo un libro viejo que, deduje, era algún libro de filosofía o de maquinarias antiguas, eso es prácticamente lo único que él lee. Los miré y sonreí ligeramente, me iba a doler dejarlos, pero si llegara a hablarles de que me enteré del mundo mágico...no se como reaccionarían, pero probablemente terminaría encerrado en mi habitación por el resto de mi vida. 

Jefe FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora