Nota: Este escrito pertenece a Naty aka Selector18 perdón por tardarme tanto!! Lo siento. Pero aquí tienes, con todo el fluff y la miel que tanto querías.
Advertencia: extremadamente fluff, lee bajo tu propio riesgo.
‹‹Galbi››
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«Que se busquen jóvenes vírgenes y hermosas para el rey. Que nombre el rey para cada provincia de su reino delegados que reúnan a todas esas jóvenes hermosas en el harem de la ciudad de [...]. Que sean puestas bajo el cuidado de Diavel, el encargado de las mujeres del rey, y que se les dé un tratamiento de belleza. Y que se convierta en reina la joven que más le guste al rey.» Esta propuesta le agradó al rey, y ordenó que así se hiciera.
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Los murmullos se ciernen sobre ella por algunos minutos de modo que su entrecejo se frunce en desagrado. La superficie en la que se encuentra recostada es suave y tira de ella para volver a sumergirla en el mundo de los sueños.
Pero se niega, algo lucha por despertarla, un recordatorio que hurga para alejar las brumas de la somnolencia.
Entonces sus ojos de miel se abren de golpe —¡Yui!
El nombre de su hermana se repite en sus labios cuando se sienta en el diván en el que estaba recostada. Una ligera manta de lino la cubre, y se encuentra tan desorientada que mira a su alrededor algunos segundos. Los que le toma ubicarse en espacio y lugar.
—Yui... —sale del cómodo sillón y se pregunta por qué su pequeña hermana no está con ella.
Fue solo un segundo que la niña se había rendido en el diván, y ella por supuesto se recostó a su lado, feliz de tener el cuerpo cálido de su hermana. ¿Quizás ya estaba de vuelta en su verdadero hogar?. Kazuto no mencionó nada, pero de seguro la visita de la niña se había terminado ya.
Me hubiera gustado despedirme de ella...
Se limpia una lágrima, y se dice con decisión que no hay motivo para llorar. Su rey había hecho demasiado llevando a Yui al palacio para que pudiera verla. No tenía derecho a reclamar nada, al contrario debería estar muy agradecida con su detalle.
Se acomoda el vestido y sale de la sala, los guardias la siguen cuando camina por el pasillo preguntándose internamente dónde están todos. Mira por sobre su hombro a quienes la escoltan y reprime un gesto de inconformidad, lleva varios meses allí y aún le cuesta acostumbrarse a ese protocolo.
Llega ante el salón del trono y espera a que los guardias le anuncien, pero estos parecen muy sorprendidos y solo le abren las puertas. La pequeña escolta que la acompaña se forma junto al resto de los militares y Asuna entra, sorprendida ante el sonido de risas que emana de allí dentro.
Y se detiene estupefacta en el umbral. Lo que ocurre allí es una falta completa al protocolo real, pero el rey no parece darse cuenta. Esta sentado en el suelo, semi escondido tras una barricada de almohadones... ¿acaso no son las que adornan el trono?. Empero él no es el único, Alice y Eugeo se encuentran allí, de igual manera, abarrotados tras otra fortaleza de cojines al otro lado. El lugar luce cómo si... ¿fuera un campo de batalla? Oye la puerta cerrarse a sus espaldas y sabe, aunque no lo está viendo, que los soldados apenas pueden disfrazar el asombro que sienten por esos acontecimientos.
—¡Hermana! —la pequeña voz se oye de detrás de una de esas montañas improvisadas, y de pronto un mano pequeña se sacude en su dirección —¡Ven aquí!
