VI~

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‹‹Galbi››

«Que se busquen jóvenes vírgenes y hermosas para el rey. Que nombre el rey para cada provincia de su reino delegados que reúnan a todas esas jóvenes hermosas en el harem de la ciudad de [...]. Que sean puestas bajo el cuidado de Diavel, el encargado de las mujeres del rey, y que se les dé un tratamiento de belleza. Y que se convierta en reina la joven que más le guste al rey.» Esta propuesta le agradó al rey, y ordenó que así se hiciera.

La luz del amanecer es fría, y la brisa que corre a esas horas la trae de vuelta del estupor en el que ha caído luego de su intento de fuga. Abre los ojos parpadeantes de sueño y lo primero que ve es el perfil hermoso del monarca dormido.

Su rostro arde recordando los últimos sucesos que la encierran en la situación actual. Desvía la vista hacia abajo y comprende porqué despertó a medias. Se halla desnuda por completo, el frescor del alba baña su piel de alguna forma. También descubre que aunque quisiera moverse le resultaría un tanto imposible, tal vez adivinando que volviera a intentar escaparse, el rey tiene una de sus firmes brazos sujetando su cintura, y aunque dormido, su firmeza es evidente.

Sonríe para sí contemplándolo con mayor detenimiento. Él es muy atractivo para su propio bien, piel blanca, distinta a la suya dorada por su otrora transacción al sol, el cabello es tan negro como el ébano, algunos mechones le tapan los ojos desde esa posición, pero es suave y agradable como los de un niño.

Sus pómulos altos y la mandíbula cuadrada pone en evidencia ese estatus del ser acostumbrado a ladrar órdenes y mantener bajo su yugo a los subordinados. Pero allí en el lecho junto a ella, solo es un hermoso muchacho dormido, el cual luce despreocupado ante el escrutinio de su amante.

Cuando despierta es de día y el sol es tibio y agradable. Por supuesto se halla sola en el enorme lecho, cobijada ahora sí por las mantas de lino. Sin embargo, sigue siendo verano y hace un poco de calor. Se quita el cabello de los ojos y como descubriera la vez anterior que despertó en esa cama, las doncellas le han preparado el baño, y una nueva muda de ropa para esa jornada.

Con las energías que el baño le da, y mientras las siervas le peinan el cabello, se concientiza en los deberes que debe cumplir ese día, la idea que plasmara en el papel el día anterior le cosquillea las manos por llevarla a cabo... Solo espera que Kazuto le crea y le apoye. Aunque será un plan un tanto imposible, el rey y sus hombres de confianza son muy orgullosos, y consideran una afrenta que una mujer sea más astuta que ellos. Suelta un suspiro y se encomienda al destino, confiando que todo irá acomodándose conforme su tiempo en el palacio se afiance.

No sé ha demorado demasiado en su arreglo matutino, pero cuando se presenta en el salón principal para ingerir alimentos, se da cuenta que su pequeña hermana no está a la vista. Kazuto tampoco está en su lugar. Hay fruta cortada y vino dulce preparado para que ella deguste, pero le inquieta ser la única en la enorme habitación. Hasta echa de menos a Alice. Se vuelve hacia uno de los escoltas que permanece impasible en el lugar.

Sabe que le deben respeto, pero aún le resulta extraño tanta parsimonia hacia si misma, hasta hace no mucho tiempo, era una plebeya como ellos.

—¿Dónde están todos? —pregunta en voz baja.

El guardia se inclina reiteradas veces, no la mira a los ojos —Nuestro señor se retiró a una junta con sus consejeros y el capitán de la guardia.

Galbi #Kiriasuweek2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora