Mi primer dia

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Me desperté dos veces en la madrugada, una para cambiarle el pañal a mi princesa y otra para darle su mamila.

Recorde que Bibián la acorrucaba siempre al darle de comer, así que la abrace y me acosté con ella. Lo cual funcionó, se quedó bien dormida.
Deje la mamila en el Buró que está a lado de mi cama y  comencé a dormirme, claro que tenía miedo de aplastar a mi hija así que por ratos me despertaba para vigilarla.

Al día siguiente me levanté a las 7 de la mañana. Con los ojos hinchados me levanto poco a poco y coloque a Lucero en su almohada. Me paré rápido y comencé a vestirme. Luego busque ropita para mi hija en su mueble blanco (debo agregar que tiene mucha ropa, incluso más que yo) sentí desesperación al ver tantos vestiditos, mamelucos de colores claros, pantalones, pañaleras, blusas y sueteres. Sin mencionar muchas manitas y faldas. No sabía como vestirla. Debo admitir que Bibián siempre la arreglaba bonito. Entonces saque una pañaleras blanca y vi un vestido blanco con un moño rojo en en estómago y una cinta roja que rodeaba su cintura para ajustar el vestido, tenía un dibujo de una fresa en la parte de la falda y hasta abajo del vestido una cinta roja que rodeaba toda la falda, saque rápido un cepillo de la bebé y una diadema roja de resorte delgado que hacia que la diadema no le apretarse la cabeza, la escogí de un color rojo con un moño blanco de adorno. La bebé comenzó a despertarse y aproveche para cambiarle el pañal y cambiarle la ropa, le puse unas calderas con un imán blanco que adorna su tobillo y le coloque sus zapatos negros. Le puede un abrigo rojo mientras ella no dejaba de reírse.

Vi mi reloj y ya eran 7:45 así que comencé a correr por toda la casa para prepararle una mamila, metí su papilla de calabazas con pollito del día de ayer a mi mochila, metí seis pañales y sus toallitas húmedas, tampoco me olvide de su mordedura y su juguete favorito que es un dinosaurio rojo de goma que cuando lo aprieta por todos lados salen bolitas de gel claro en una bolsita transparente para que regresen a la posición que estaban un carrusel portátil de plástico, una sonaja y listo. Preparo mi cartera y mis llaves y salgo con mi hija en su carreola a la calle.
Trato de parar un taxi pero no me hacen caso hasta que por fin uno se detiene y me ayuda a subir la carreola en la cajuela, me subo al carro con mi hija y nos vamos a mi trabajo.

Llegue 15 minutos tarde y sentí que mi corazón latía con gran velocidad, ya que soy el chef y este tipo de conducta no es aceptable. Entro con mi hija en su carreola de tres llantas, dos llantas grandes atrás y una grande en frente lo que le da un aspecto bonito.
Todos en la cocina están en un caos. Corren de aquí para allá preparando lo que siempre tiene que estar listo

-chef, ¿Voy preparando el risoto de zanahorias? O ¿Me voy con la ensalada de ayer?.

-prepara la vinagreta de fresa para la ensalada especial, el risoto de zanahorias, dile a Betzabe que prepare el arroz y ayúdame con las pechugas rellenas en salsa de tamarindo.

Doy órdenes mientras caminamos hacia los mandiles

-si chef.

Dice como un soldado saluda a su comandante

-Mario, prepara el moos de fresa con guayaba, flan de café y flan napolitano, después quiero que te sigas con el pastel de helado y el flan de mango, anotalo para que no se te olvide.

Dije mientras dejaba la carreola a un lado de mi. Comencé a ponerme mi mandil y note que Mario me miraba extraño, había confusión en sus ojos

-¿Que pasa Mario?.

Se quedó un rato pensando en que responder hasta que decidió hacerlo

-el señor Enrique dijo que estaba prohibido la entrada a niños.

Lo miro pensativo

-no tiene que saberlo.

Me mira confundido al igual que el resto del personal -solo es por hoy, Bibian se fue y no había quien cuidara de ella hoy.

Betza sonríe y dice con alegría

-no te preocupes, no diremos nada, total, solo es por hoy.

Miró a los demás para ver si piensan igual que yo y asienten con una sonrisa, para quitarle importancia -muchas gracias.

Digoo alegre y comienzo a hacer mi trabajo.

Terminé de preparar tres platillos mientras escuchaba como los comensales comenzaban a pedir sus comandas y entonces escuché como mi hija comenzó a llorar, como si alguien le hubiera pellizcado una pierna. Seco mis manos en el mandil y voy corriendo a verla. La dejé junto a los mandiles ya que ahí no corre riesgo de quemarse. La voy a ver y está haciendo un berrinche enorme que logra robar las miradas de mis compañeros. La cargo y me doy cuenta de que está mojada de la espalda. Lo que me faltaba. Tomo a Lucero en mis brazos y tomo un pañal y después tomo las toallas húmedas y voy al baño.
Entro al baño de hombres y me doy cuenta de que no hay cambiadores en el baño de hombres. Así que con toda la vergüenza del mundo, me voy al baño de mujeres, entro al de discapacitados y recuesto a mi hija en el cambiador. La desvisto y veo que está manchada de la pañalera, se salió la popo del pañal y la mancho toda.
Está llena su espalda de suciedad, me mira y me sonríe así que es imposible enojarme si me mira así. Le doy un beso en la frente y comencé a limpiarla, le quite la pañalera y el vestido, la envolví bien en sus cobijas y decidi salir un momento del trabajo para ir a cambiarla.
Prometí no tardar.

Fui a la casa, la cambie de ropa y regrese corriendo a mi trabajo. Pero cuando llegue me encontré con mi jefe en la entrada. Me miraba molesto 

-le pido una disculpa, solo quiero que me dé una oportunidad, hoy no hubo quien cuidara de mi hija y tuve que traerla.

-señor Mariño, a mi no me interesan sus problemas personales, rompió el reglamento, no se permiten niños, ni llegar tarde ni tampoco salir un momento del trabajo.

-pero...

-pero nada, tome sus cosas, está despedido.

Lo miró sorprendido

-por favor, no me corra, necesito el trabajo.

-lo siento, pase con la secretaria para que le dé un cheque.

Me dice con frialdad y se va.

No sé qué voy a hacer. Me quedo ahí parado mirando la cocina. Este era mi sueño y lo heche a perder. No solo perdí mi sueño, también perdí mi forma de ganar dinero, ahora no sé qué voy a hacer.
Tomo todas mis cosas y despues de despedirme de mis ahora excompañeros, miró por última vez mi ex cocina. Siento una tristeza y una preocupación que me tengo que tragar un nudo en la garganta. De pronto escuchó una risita, miró hacia la carreola y mi hija me sonríe con un inmenso brillo en los ojos.
Ahora he entendido algo, podré perder tantas cosas en la vida, pero lo único que debe derrumbarme es no volver a ver esa hermosa sonrisa, que por una enorme fortuna, siempre la veo.

Por Ti Lucero #PGP2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora