IV • Errada

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Los días transcurrieron casi tan rápido como la leche fue cayendo al suelo. La mano de Kaysa sostenía el vaso sobre su cabeza.
    Los alumnos y profesores en la cafetería vieron la extraña escena de una chica echándose sobre la cabeza aquel líquido.
    Nadie hablo sobre aquello, ni siquiera hubo risas. Miret sonrojada sujeto su mochila soltando el vaso de plástico. A paso apresurado huyó de la cafetería, a mitad del pasillo comenzó a correr. Casi en cámara lenta se vio a sí misma tropezando con sus pies, cayendo sobre sus rodillas.
    Con la vergüenza desbordándose, se levantó de inmediato.
    Entró al baño. Chocó las palmas de su manos en el lavabo, mirándose al espejo; las gotas de leche descendieron por su rostro, escurriendo en las mejillas, obteniendo el aspecto de ser lágrimas.
    Se sentía dolida y asqueada con ella misma; pero, ya no poseía más lágrimas, las uso durante las últimas tres noches.
    Estaba en un gran error.
    Al llegar a la mansión, luego de las cotidianas horas de estudio en la biblioteca, Yui la recibió amigable.
    —¡Kaysa-chan! Bienvenida. Ven, debes tener hambre, te acompañaré a comer, los demás ya se retiraron. Ruki-kun ha dicho que limpiemos todo al terminar.
    Asintió incapaz de negarse, al ser tomada de la mano y guiada al comedor.
    —Yui... ¿Te duele?
    Soltó la mochila para llevar su mano al brazo de la rubia y pasar superficialmente sus dedos por el lugar lastimado.
    —¿U-uh?, ¿qué? Oh, no, no me duele, Azusa-kun f-fue amable.
    —Azusa... Pasas mucho tiempo con él, por poco tengo que pedirle permiso para tener un poco de tu tiempo.
    La joven castaña se apartó para arrastrar la silla y poder sentarse, observando la comida sobre la mesa.

𝑹𝒖𝒏 𝒓𝒖𝒏 | Diabolik loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora