VI • Sempiterno

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De cuclillas arrancando los tomates rojizos, vigilaba de reojo a las dos féminas llenas de tierra en las manos. No quería que estropearan su huerto, pero por la insistencia y terquedad — incluso apoyadas por Azusa— les cedió un pequeño y trémulo pedazo de tierra para plantar hierbas aromáticas.
     Kaysa rompió la bolsa negra, sacó la tierra junto a la hierba, ella había decidido plantar romero y manzanilla, Komori optó más por la lavanda.
     Acomodando las hierbas, cubriendo de tierra las raíces, Yui llevó su atención a la mano izquierda de Kaysa, se debatía el preguntarle si aquello era un tic como le sucedía en el hombro, no obstante, más rápido fue Yūma en acercarse y mandarlas de regreso a la mansión. Las nubes surcaron el cielo, amontonadas, dando la señal de que llovería.
     Junto a las grandes gotas de lluvia impactando en la fachada, se oía el sonido de los automóviles pasando cerca de allí.
     —Ah, ya te dije que no se van a estropear.
     Reitero Yūma escuchando las 'preocupaciones' de la ojirosa por las hierbas que recién plantaron. Pese a las palabras no tan convincentes de Yūma, Kaysa y Yui estaban felices de haber pasado una agradable tarde.

𝑹𝒖𝒏 𝒓𝒖𝒏 | Diabolik loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora