Amable

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La castaña estaba sorprendida de como el par podía luchar contra cualquier mal que se les presentara, ya sea un demonio o algún guerrero causando problemas; siempre estaban listos y dispuestos a todo.

Se sentía muy inútil en batalla ya que solo podía correr y ocultarse esperando no ser una carga o solo sirviendo de ayuda cuando necesitaban ser curados, con el tiempo todo se hizo un caos, cuando el padre de Hyakkimaru llegó.

La castaña se había mantenido escondida entre los arbustos pero al ver que Dororo había terminando en medio de la pelea y siendo atacado por un demonio zorro no pudo evitar correr a intentar ayudarle.

Mientras ayudaba a Dororo se sintió mal al ver al azabache siendo atormentado por aquellas palabras... El que recuperes tú cuerpo solo hace que destruyas esta tierra. No sabia que hacer al respecto, Hyakkimaru había luchado contra su hermano, 'visto' a su madre auto apuñalarse y su padre repudiar lo, a pesar de su rostro frío, sabia perfectamente que el chico sufría.

Una vez a salvo trato las heridas que ambos tenían y miro detenidamente al mayor, se mantenía estoico y distante.

— Hyakkimaru— intento llamar su atención mordiendo su labio inferior a causa de la tristeza que sentía, Dororo estaba durmiendo por lo que podía hablar tranquilamente sin que el menor se preocupara. — Si quieres hablar sobre lo que paso...— se sento frente al contrario mientras lo observaba.

El mencionado solo guardo silencio ignorándola por completo o eso quería pretender.

— N-no esta bien que te guardes todo el dolor... Esta bien sacarlo para sentirte más aliviado — Habló decidida a ayudarlo.

Por su parte el azabache se mantenía reacio a hablar sobre algo, la castaña por su parte suspiro y se acerco un poco posando su mano sobre el dorso de la mano ajena.

— Por favor... Se que te esta doliendo — susurró mirándolo fijamente.

Muy por el contrario Hyakkimaru solo la 'miraba' pero al ver que su cuerpo se acercaba se extraño mucho, lo que sintió después lo dejo petrificado, un par de brazos rodearon su cuerpo envolviéndolo en un afectuoso abrazo, sin poder hacer nada y aun sorprendido por lo que estaba pasando, el azabache perdió el equilibrio y cayo de espalda al suelo  con la castaña acostada sobre su pecho.

En seguida sintió su cuerpo estremecerse por completo, su corazón latía con fuerza y sus brazos se movieron por su cuenta, lentamente rodeo su cintura y espalda abrazándola mientras hundía su rostro en el hombro ajeno.

— No me siento bien — susurró — Me duele el pecho... Escucho la voz de madre — continuó hablando entre pequeños temblores — quiero que deje de doler — 

Mio se quedó tensa sin saber que hacer exactamente ante el contacto pero al escucharlo supo exactamente que hacer, se armo de valor y haciendo uso de toda su fuerza invirtió los papeles quedando ella acostada y al azabache sobre su pecho.

— Tu madre te ama mucho — susurró mientras acariciaba su espalda — tanto que quiso ayudarte a aliviar tu carga — continuó con las caricias sonriendo al ver que Hyakkimaru no presentaba resistencia — Pero ahora nosotros también te amamos, somos tú familia — susurró.

—Familia — repitió sintiéndose relajado, no sabia si eran las palabras de la chica o su tacto pero se sentía muy agradecido con ella, se sentía en paz y tranquilo.

— Sí, Tú, Dororo y yo — sonrió levemente — Te apreciamos mucho, por eso nos preocupas cuando peleas... No queremos verte herido, aunque luego va Dororo y se ponen los dos en problemas — suspiró  temblando — son imprudentes... Y no se que haría yo si los hieren de muerte — susurró mordiendo sus labios antes de comenzar a sollozar.

—Mio... — susurró al notar el cambio de tono en su voz — No llores... Tendré cuidado la próxima vez — la abrazó suavemente un poco temeroso del rechazó.

La chica respiró profundo para calmarse, se sentía avergonzada cuando se propuso no volver a llorar y ser de utilizad para el par.

— Eres muy bueno — susurró — debería estar te consolando, pero al final tú lo estas haciendo — se rió torpemente.

— Eres muy amable... Y suave — se quedo quieto.

— No digas eso cuando estas sobre mi — murmuró sonrojada pero al ver que el contrario no respondía y su respiración era tranquila, sonrió — por fin logras descansar... Buenas noches. —

La vida de una hermana mayor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora