Familia.

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Tras la ausencia del par sin ninguna explicación Mio entro en depresión, aunque trataba de mantenerse fuerte muchas veces dudaba sombre sí misma y sobre si era verdaderamente digna de estar con ellos; suponía que no.

Los aldeanos le ayudaban con alimentos a cambio de que ella ayudara en las casas ajenas ya sea en limpieza o lavar la ropa por lo que no tenia dificultades para conseguir comida. Hasta que el día marcado llegó, los dolores de parto avisando que el niño se avecinaba estaban latentes desde que el sol había asomado avisando a todos que iniciaba un nuevo día.

La pobre castaña se había visto envuelta en sabanas toda la noche sin poder dormir a causa de los dolores, Ayame y Nagato, los ayudantes del doctor habían estado presentes en su preparación; sabia que seria difícil para ella hasta mortal, lo sabia perfectamente pero no podían retroceder, debían de dar lo mejor.
Denki, el doctor recién llegaba a la casa de la castaña para ver como estaba y asistir la al momento que fuera necesario pero se veía complicado; a simple vista no sabían si el bebé podría pasar por el canal de parto.
Al ver tal suceso el doctor suspiró y rezo a Dios por un milagro, el tiempo avanzaba y el momento había llegado.

Mio aferrándose a la mano de Nagato siguió todas las instrucciones y respiró profundo antes comenzar su lavor, cerró los ojos con fuerza y pujó, entre quejidos y lloriqueos repitió la acción mientras sentía como lentamente su cuerpo se partía en dos, se detenía a respirar agotada para luego seguir mientras Ayame limpiaba su rostro empapado de sudor, continuaba la acción de pujar cual necesidad hasta que se detuvo de golpe debido a un dolor que recorrió su cuerpo hasta desquebrajar su alma, grito, grito de dolor agonizante.

Ella sabía perfectamente a lo que se enfrentaba y conocía los resultados, el que muriera era el mas inminente pero no se daría por vencida, al menos el pequeño debía vivir, como un regalo para este mundo; con la motivación reanudada y pese al dolor siguió haciendo fuerza y tras un jadeo ahogado un llanto se escuchó, Denki con cuidado corto el cordón umbilical y limpió al pequeño, lo envolvió en una suave manta y se lo dio a Ayame.

— Mira, es un lindo niño — la chica sonrió acercándole al bebé a la castaña — Lo lograste Mio — felicito.

— Mi bebé... Mi hermoso Hikaru — susurró antes de embodar una leve sonrisa.

El doctor intentaba a toda costa mantener a raya la hemorragia que la chica tenia, aquel parto había sido demasiado para su anatomía; por lo que ojerosa y pálida la castaña acaricio suavemente la mejilla del pequeño antes de que su brazo cayera como peso plomo.

—Doctor,su pulso esta bajando — Nagato intervino intentando ayudar a la castaña.

— Rayos — se quejo el doctor intentando por todos los medios el sangrado.

— Hemos llegado — la puerta fue abierta por un pequeño azabache que al ver la situación se horrorizó y corrió había el lado de la castaña. — ¡Hermana! ¡Mio! Volvimos... — tomó su mano asustado.

Hyakkimaru por su parte se había quedando congelado en la entrada, ahora con todo su cuerpo recuperado, sobretodo la vista, no daba crédito a lo que estaba viendo, saliendo de su shock caminó rápidamente hasta sentarse junto a Dororo mirando a la castaña maltrecha.

— ¡La abandonaron! — se quejó Ayame molesta — ¿Saben cuanto sufrió ella sola? — miró a la castaña mientras arrullaba al pequeño — Aunque es muy tenaz, pudo traer a este pequeño al mundo a pesar de todo — sonrió con tristeza.

— Debimos avisarle — comento Dororo con la cabeza baja — ¿Estará bien? —

— Me lo preguntas si sobrevive a esto — comentó el doctor.

La vida de una hermana mayor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora