Un tono, dos tonos.
Él no estaba seguro de que sería atentendido.
Pero esperaba que si.
— ¿aló?
— hyung... soy yo, Mark. Por favor no cuelgue la llamada, realmente necesito que me escuche, estoy muy desesperado.— El rubio sentía como sus ojos ardían y su voz se rompía, necesitaba hacer esto.— Sé que entre usted y yo no existe ahora nada, sé que le fallé pero... realmente esto no fue mi culpa, yo nunca... Yo n-nunca quise esto. Por favor no me deje, por favor... es la única persona que me queda. Sin usted estaré perdido. Nunca le quise mentir, sé que esperaba mucho de mí. Perdóneme, hyung.
Mark podía escuchar la respiración del otro lado del auricular, pero nada más que eso.
— Estoy desesperado, siento que me asfixio y no podré sin usted. Toda esas llamadas y mensajes fueron reales, todo fue real, y era la única manera... detesto... detesto saber que ahora usted me odia y que... todo se ve realmente asfixiante y enorme cuando estás en el suelo, justo en la línea de fuego. Nunca quise mentir pero era la única manera, usted es maravilloso y yo... Yo no soy nadie. Al principio, era un juego de niños, sólo bromeabamos con Ten hyung pero usted apareció y... juro que nunca quise llegar más allá pero... mi amigo estuvo allí diciendo que todo estaría bien y confió en él, perdón por no poder decir su nombre pero no quiero que él sufra lo mismo que estoy sufriendo ahora. Es doloroso, yo creo que podría soportarlo un poco más que él. Y yo... hyung, yo lo amo.
Las lágrimas bajaban silenciosas por sus mejillas, sintiendo sus labios temblar en cada palabra mientras la oscuridad de la habitación lo absorbía. Su interlocutor no pronunciaba nada y aquello le hacía sentir indefenso, y le enterraba un poco más profundo.
— hyung, por favor... dig-ga algo.
— perdón, Mark...
Esa voz...
Esa voz era desconocida, esa voz no pertenecía a quien iba dirigida aquellas palabras.
El pánico se apoderó de su cuerpo, sentía que podría tener un ataque asmático.
— Desearía que no te hubieras equivocado de llamada, me hubiera encantado decir que te perdonaba y que contabas conmigo, que podría amarte igual... Pero me temo que no es así.
Mark alejó su teléfono celular de su oido y verificó el número marcado con el papel que tenía en mano.
0832.
Esos eran los últimos números escritos en el papel.
0833.
Y esos los que había marcado...
— ¿Mark? ¿Estás ahí? ¿Estás bien?
— ¡Debió decirlo desde un principio!— Gritó antes de colgar la llamada, sintiendo el pánico de haberse expuesto ante un desconocido, que haya sonado tan débil y roto ante nadie.
Sintiendo como ya su valentía no existía y que ahora sólo quedaba el desespero en su corazón, hundiendolo un poco más.