Capítulo 12: Un buen susto P1

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- Y supongo que querrás ir- dedujo mi padre mientras sacaba los cereales del estante. 

- Si...- acentí nerviosa cruzando mis manos con la mirada hacia el suelo- Sólo un rato, no hasta muy tarde. Por favor papá, no voy a hacer nada- levanté la vista con ojos de perrito.

- ____, ya sabes lo que pienso de esas fiestas. La del sábado pasado...

- La del sábado pasado es pasado-lo interrumpí-. Jeis me prometió que iba a ser tranquila esta vez. Sólo vamos a comer pizza y charlar sobre matemáticas.

- De boludo solamente tengo la cara, _____- me dijo en castellano-, así que me parece que deberías dejar de tratarme como uno. No vas a ir a esa fiesta, ____, y eso es todo lo que voy a decirte. Llamá a tu hermano.

No puedo creerlo... Bueno en realidad sí puedo, a él no le gustan esas fiestas. No puedo dejar que Jeis gane la apuesta, tengo que ir ésta noche. Además... Hasta puede llegar a ser divertido... Hablar con otras chicas y seguro está Alexa. No puedo perderme ésto y NO PUEDO perder.

9:15. La fiesta está empezando. Me puse unos jeans boyfriend de tiro alto y un top con el título "Bitch" en el pecho y el número 1 en la espalda. Maquillaje, zapatillas y aretes y estuve lista. Lucas y papá dormían así que corrí en puntas de pie hasta la escalera y la bajé lentamente. Cuando me volteé a la puerta no encontré las llaves, lo cual me obligó a subir una vez más las escaleras hasta mi habitación.  

Me senté en la cama y miré a mi alrededor cuando mis ojos se fijaron en ese tentador árbol frente a la ventana...

Era mi única alternativa...

 Bajé las escaleras y aproveché a que Jeis y sus amigos estaban en la cocina para salir por la puerta trasera. No parecía una fiesta, para nada, realmente eran solo un par de chicos y el vecino.  

- Te dije que no vendría, la chica es una miedosa, voy a ganar- escuché de lejos. Modulé un "Pelot***" y cerré la puerta.

Dí la vuelta a la casa y, una vez frente a la puerta, me acomodé un poco el pelo enmarañado por el turbulento viaje y apreté el timbre. Se oyó un "Debe ser la pizza" dentro de la casa y los golpecitos de las llaves hasta que apareció un chico rubio de mediana estatura. Se abrió un silencio incómodo hasta que decidí soltarme y darle un beso en la mejilla. 

Pase a la sala donde se encontraban dos chicos, uno morocho y otro castaño, muy entretenidos con sus celulares tirados en el sofá. Me senté en el silloncito a su derecha juntando mis piernas y apoyando mi cabeza sobre mis manos. El rubio de la puerta me imitó y se sentó en el sillón del otro lado. 

- Tu eres _____ si no me equivoco- rompió el silencio mirandome a los ojos. 

- Si... _____ Vega- miré al piso evitandolo.

- Jeis me contó que llegaste la semana pasada... De Argentina. Muy lejos.

- No me digas...- susurré en castellano pero llegué a excusarme a tiempo asintiendo con la cabeza.

- Nunca fui a Argentina, pero mi tío viaja ahí seguido. Es exportador. ¿Tu papá de qué trabaja?- se unió finalmente el morocho.

- Mi papá trabaja en una empresa- respondí un poco más relajada. Apoyé mi cabeza en el mullido sillón y crucé mis piernas para estar más cómoda. 

La puerta de la cocina se abrió delante de Nash que se dirigió hacia mí para saludar. Le dí un beso en la mejilla y se desapareció por la puerta de entrada. Luego apareció Jeis con una gaseosa entre las manos. Todos lo miraron, él me miraba a mí y yo miraba al suelo. No sabía por qué me habían invitado esa noche, pero ya que iba a empezar en la escuela donde él era el rey absoluto acepté.

- Hola, _____- dijo apoyando la bebida en la mesita enfrente de nosotros-. No creímos que fueras a venir...

- Si, me dí cuenta...- tengo que dejar de hablar en castellano.

- ¿Qué?

- Nada, nada- respondí rápidamente.

Jeis se sentó al lado del rubio y abrió la gaseosa. No paraban de preguntarme cosas sobre Argentina; de si alguna vez había ido a las Cataratas; de si era lindo allá; si se parecía a Estados Unidos; etc. A la mitad de la botella llegó la pizza. Hilos de queso volaban por el aire rápidos y grasosos, e iban a parar en la boca de alguno de nosotros cinco. Seguimos hablando y riendo hasta que no quedo ni pizza ni gaseosa. "Estos chicos son re piolas" pensé. Entre la charla Jeis subió las escaleras a buscar algo. Pasaron unos minutos y luego se escucharon los escalones crujir. Todos se callaron y las luces se apagaron. Me sentí sola por un segundo, hasta que me voltee y noté que realmente estaba sola. Tanteé el aire en busca del sofá y me senté uniendo mi pecho con mis rodillas. Sentí algo atras mío pero el miedo no me dejo hablar. Grite maldiciendo a los chicos pero nadie contesto, ni una risa, nada. Los pasos en la escalera sesaron, ahora provenían de la cocina.

- ¡Okay chicos, ya es suficiente!- grité intentando simular una risita.

Me levanté del sofá lentamente y tomé de la mesita el cortador de pizza con manos temblorosas.

Sentí una mano en mi hombro.

Mi piel se erizó.

Nota: Perdón por no haber escrito por un año entero. Tenía la mitad de este capítulo escrito hace mil años pero bueno, ahora voy a empezar a escribir más. Gracias por leer.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2015 ⏰

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La niña de sus ojos- Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora