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Ir al instituto tenía muchísimas contras. Levantarse temprano un lunes era la tarea más tediosa que jamás llevé a cabo, y tener que aguantar viajar en un bus abarrotado con personas apresuradas porque llegan tarde a su trabajo se le acerca. El olor a sudor y transpiración cada vez que alguien levantaba el brazo, a pesar de ser tan temprano en la mañana, era sorprendente.
Y luego de eso, tener que soportar el aire poco respirable de un aula compartida con casi 30 o 40 monos más. Tener 15 o 16 años era algo letal para el olfato; hasta las niñas tenían un olor desesperante.

Él, no. Jaemin siempre olía bien. A veces a chocolate, otras a café, pero jamás a sudor y transpiración. Él, a diferencia de la gran mayoría de las bestias con quienes compartíamos curso, sí le daba la importancia necesaria a una higiene básica. Supongo que en parte por eso pasaba tiempo con él también; desde el primer año de secundaria que contaba con esa cualidad. A mí los olores siempre me afectaron mucho, mamá solía decir que tenía una nariz muy sensible, papá que mi sentido del olfato era refinado.
Yo le decía pesadilla.

Estaba sólo en jardín y pasé primaria sin amigos, porque todos olían horrible. Mi vecino, Donghyuck, notó mi molestia ante esto y siempre que nos veíamos procuraba oler decente, por lo que es la única persona que considero cercana.
Ahora bien, "¿Y Jaemin?", se preguntarán ustedes. No sé qué somos con Na. Supongo que él ve en mí un mejor amigo, una persona fiel. 

Yo en el veo el deseo más oscuro de mi cuerpo, y un escape para mis fosas nasales. Jamás pude verlo como un amigo, pero tampoco puedo verme sin él. No sé, supongo que es raro. Tal vez no tiene respuesta; un deseo imposible que se irá con el tiempo, o una vez logre cumplirlo.

ㅡ ¡Jeno-ssi! ㅡUn grito alto llamó la atención de media calle, y lo sé porque la gente que caminaba a mi lado se detuvo y miró hacia atrás. Yo seguí avanzando.

Pronto sentí el peso de otra persona en mi espalda, y dos brazos enredarse en mi cuello. Pronto, un aroma a café invadió mis fosas nasales, y no pude evitar sonreír. Jaemin siempre era cariñoso con todos aquellos a los que quería y apreciaba; era conocido por regalar besos en las mejillas y fuertes abrazos a sus amigos y amigas en general.
Pero así como esa noticia era de público conocimiento, también lo eran las listas interminables de chicas a las que besaba los fines de semana, una nueva en cada fiesta. Era algo así como un rompe corazones; jamás avanzaba, siempre se quedaba estancado en besos y caricias descaradas. Él decía que buscaba un desafío, no algo tan fácil.
El problema es que cualquiera era fácil con Jaemin. Al momento en el que te sonreía, hacías lo que él quería. Yo me incluyo, decirle que no a sus ojos con galaxias y a ese pequeño puchero que se forma en sus labios es imposible. Yo de puro milagro me salvo a veces.
Pero, tarde o temprano, vuelvo a perder ante él y sus encantos.
Es un círculo vicioso.

Me quité los auriculares, fingiendo sorpresa y como si no lo hubiese escuchado venir.

ㅡ Hey, Jaemin.ㅡ Dije, lo más amable posible, sonriendo de medio lado. El café era notable y más fuerte de lo normal; seguramente Jaemin se había tirado su desodorante con dicho olor en toda la ropa antes de salir.

ㅡ ¿Cómo te fue? No viniste el viernes, y cuando quise pasar por tu casa, tampoco estabas. ¡Tuve que ir a la fiesta sólo!

Puse los ojos en blanco; siempre se quejaba de que lo dejaba sólo los fines de semana cuando salía. Pero, tampoco me generaba alegría, ni quería ver como chicas huecas tocaban su cintura o mordisqueaban sus labios, como si fuera suyo. Por favor.

ㅡ Mhm, tuvimos que ir a la casa de mis abuelos, y sabes que queda lejos. Salimos el viernes a las 10 de la mañana, y antes de despertarme triste para tener 2 míseras horas de clases, prefiero faltar.

Jaemin formó una pequeña "o" con sus labios y sentí la urgencia de apoderarme de ellos. Pero me mantuve lo más inexpresivo posible, golpeando con mi hombro el suyo y calando de su cuello hacia el interior del colegio.

ㅡ Vamos, ¿No vas a decirme cómo te fue? ¿O seré el último en enterarme de tus conquistas?

Había algo de amargura oculta en mis palabras, que Na siempre dejaba de lado o no le daba la importancia necesaria. Él, entonces, hablaría de las chicas que había besado y acariciado en la fiesta tanto del viernes como del sábado. Casi siempre eran mujeres mayores, y era un misterio el cómo lograba Na Jaemin, niño de 15 años, meterse en estas fiestas. A veces decía que era que conocía al chico que las organizaba, que era un conocido o que era el amigo de un amigo. Todos le creíamos ciegamente; aunque honestamente creo que se metía de otra manera. Seguramente coqueteando con la gente hasta conseguir lo que quería.

Esta vez, era una chica inglesa. O al menos eso cree él, pues hablaba con un acento raro. Tal vez era australiana. Coreana no era, no tenía ojos rasgados y su piel era más bien pálida. Dijo que no podía entender nada de lo que decía, por lo que tan pronto se acercó, decidió comenzar a besarla. Jaemin era así, lanzado; poco le importaba ser rechazado. En parte, porque eso era imposible. ¿Quién en su sano juicio rechazaría a Na Jaemin?

Algo que me llamaba la atención de las conquistas de Jaemin, es que todas tenían algo en común. Podían ser asiáticas, latinas, orientales, inglesas; la nacionalidad le daba igual. Pero todas tenían el cabello negro.
Lo más gracioso de la situación, es que Jaemin sólo no solía darse cuenta. Las pocas veces que yo hablaba de esto con él, siempre preguntaba lo mismo; de qué color era el pelo de la chica. Y él respondía, sorprendido como siempre, que negro.

Me cuesta diferenciar, inclusive ahora, si realmente no se daba cuenta, o si era todo alguna clase de juego tonto.

Después de todo, Na Jaemin fue, es y siempre será, un gran enigma.

Lip & hip.┊nomin.Where stories live. Discover now