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El techo de JaeMin estaba pintado de celeste, con nubes blancas. Recuerdo que su madre me contó, fue un capricho que tuvo luego de ver Toy Story; ese, y que le regalasen un Woody. Y efectivamente lo hicieron, porque nadie podía decirle que no al mismísimo Na JaeMin.

— ¿Jeno...?

Y el dueño de mis constantes pensamientos decidió abrir sus belfos, no para besarme con desespero, pero para hablar. En respuesta, simplemente sentí, demasiado cómodo en la posición en la que me encontraba como para moverme. Jamás me cansaría de decir que todo en JaeMin era extremadamente cómodo, hasta en su casa. No sé de qué material estaba hecho su colchón, pero parecía formado por los mismísimos dioses.

— ¿Sabes qué vas a estudiar?

Mi cuello sonó tras haberlo torcido, con la nariz arrugada. La verdad, ni yo estaba del todo seguro con respecto a ello.

Y es que mi salida universitaria y laboral dependía demasiado de mis propias decisiones en tanto a qué camino seguir. El camino seguro, medicina, con un futuro brillante y positivo, lleno de luz y problemas normales como el haberse acabado la leche o el cereal. Y luego estaba el camino difícil, el camino del deseo. Seguir danza, dejar que mis anhelos rijan mi vida, dejarme ser sin importar de la situación personal o nacional. Ser, existir, bailar.

A pesar de tener 16 años, aquello me preocupaba demasiado. Madre suele decir, cuando comparto mis temores, que no estoy en edad de preocuparme por eso. Que ahora debería estar pendiente de idols mujeres, de la música, como mucho de mantener buenas notas. Pero no podía evitarlo.

— Aún estoy decidiendo. ¿Y tú, Jaem?

A pesar de no verle, supe al instante que el entrecejo de JaeMin se había fruncido, pues odiaba que no le llamase Nana, sobre todo cuando estábamos los dos solos. Pero bueno, si él puede hacerme rabiar y tener ataques de celos en pleno instituto, yo puedo hacerle amargar en su casa. Es lo justo.

— Lo estuve pensando mucho, y aún no sé qué quiero hacer... Mamá dijo que sería buen abogado, pero yo no lo creo. Woojin dijo que debería intentar bailar o cantar y, ¿puedes creer que Eunji simplemente se rió? Dijo que no era nada comparado con los idols de hoy en día... Esa niña...

No puedo explicarles lo mucho que me costó no comenzar a reír en el instante. Sabía que eso haría que JaeMin simplemente se ofenda el doble, y la verdad no tenía energías para que hiciera una escena digan de celoso sin remedio. Di una gran bocanada de aire antes de responderle.

— Creí que te gustaba nadar, ¿no puedes dedicarte a eso?

— ¿Natación...? Huh, no lo había pensado. Tal vez sea buena idea...

— Claro que es buena idea, Nana. ¿No haces natación desde hace casi 5 años?

— Pues... ¿Sí?

Acabé bufando, no pude evitarlo. A veces la ignorancia de JaeMin hacia los aspectos más sencillos y simples de la vida me causaban cierta ansiedad. Tal vez porque no soportaba que las obviedades fuesen pasadas por alto de tal manera.

— Deberías hablarlo con el entrenador, él seguramente te ayuda a perfeccionar, además que debería exigirte un poco más. Hasta podrían becarte o contactarte directo para participar de competencias o incluso olimpiadas.

— Pero Jeno... El que necesita la beca no soy yo. Eres tú.


Vale, por más que la veracidad de sus palabras fuera innegable, me molestaron. Estoy intentando ayudar, ¿cuál es la necesidad de refregar mi estado económico en mi cara?

Mis manos se hicieron puños, primero sentándome en la cama, mas luego terminando por levantarme. Maldiciendo por lo bajo en italiano (idioma que JaeMin no sabía), comencé a juntar mis cosas una por una, mas de la manera más rápida posible. Enseguida el menor notó que sus palabras fueron un error, pues pronto se levantó y sentí que tironeaba de mi brazo, un intento de que me detuviese. Con cierto enojo, dejé caer la mochila y me volteé a verle, enojado.

— ¿Qué?

— Lo siento...

¿Recuerdan que nadie podía decirle que no a Na JaeMin? Bueno, algo parecido sucedía cuando se disculpaba contigo. Tal vez eran los ojos llorosos, o la forma en la que sus labios formaban un pequeño puchero, pero era como si una fuerza invisible te obligase físicamente a decirle que estaba bien, que no era su culpa.

Pero estaba algo cansado de perder contra esa fuerza.

— Es tarde, JaeMin. Debo irme a mi casa.

Contrario a mis palabras, Na negó efusivamente con la cabeza, apretando el agarre que mantenía en mi cintura. Pronto sentí su nariz en la piel de mi cuello, arrancándome un suspiro. Mis manos estaban a medio camino de tomar sus hombros para apartarle, cuando sentí sus dientes clavarse con cuidado en mi piel. Fue instantáneo; mis ojos se cerraron y mi cabeza se hizo hacia un costado, otorgándole más lugar de piel para recorrer. Sentí su jodida sonrisa contra mi piel, feliz de haber ganado nuevamente.

Na JaeMin, ¿no te das cuenta que me tienes en la palma de tu mano?


Lip & hip.┊nomin.Where stories live. Discover now