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Compartía con Jaemin todas las clases, menos dos optativas. Mientras que él conquistaba corazones en natación y danza, yo me mantenía en un perfil bajo y alejado de la multitud, en fotografía. Pero casi nunca teníamos clases; el profesor tenía a su mujer embarazada y muchas veces faltaba. Obviamente, sin avisar.
Cuando eso sucedía, tenía la costumbre de irme a caminar, sacar fotos del colegio, de su campo de juegos, o mismo de la plaza que quedaba cerca. De esa manera, el profesor solía ponerme mayor y mejor nota que al resto, que simplemente se dormían o se iban a otro lugar a... Bueno, vaya Dios a saber qué. Yo asumo que a drogarse, o a dormir en sus casas. La gente del club de fotografía era más bien cerrada, introvertida. Eran talentosos, eso no lo pongo en duda. Pero estaban constantemente idos; o fumaban o se metían algo en el cuerpo antes de sacar las fotos. Usualmente les quedaban mejor, no sé cómo funciona.

De todas formas, otras veces, decidía ir a la piscina cerrada del colegio. Dejaban a la gente entrar, los ajenos a club de natación se sentaban en las gradas. Algunos simplemente hablaban, otros se babeaban, la gran mayoría iba a aprender algo o intentar ligar.
Yo, iba a ver a Jaemin.


Hoy era uno de esos días.

Tenía la cámara colgando de mi cuello, como era usual, y me senté en la parte más alta, en una esquina; desde allí se veía prácticamente todo el lugar; desde la puerta a las duchas, la gran salida de escape, y las muchachas que se babeaban por mi amigo, quien les sonreía de oreja a oreja, siempre coqueto.
Eso, hasta que sus ojos se posaron en mí. No era un lugar ni tan chico ni tan grande, por lo que con levantar el brazo para saludar, él ya estuvo seguro de quién era.

ㅡ ¡Jeno-ssi!

Las chicas giraron el rostro, indignadas, a lo que sólo les sonreí de medio lado. Jaemin, por más príncipe encantador que era, siempre dejaba a las chicas del colegio tiradas cuando me encontraba cerca. Supongo yo, que eran algunos beneficios de ser su mejor amigo.
Intercambió unas palabras con su entrenador antes de acercarse a mí a paso ligero. Llevaba una toalla sobre sus cabellos, y su pecho y cintura estaban al descubierto. Una vez lo tuve enfrente mío, tuve que luchar con todas mis fuerzas para no comenzar a besar su piel ahí mismo.

ㅡ Hey, Nana.

Sus labios se estiraron más conforme su sonrisa aumentaba, sabía que adoraba cuando le decía así. Su labio se partió al medio, y tragué duro. Agradecí que fuese invierno y que, por más que aquella parte del edificio estaba calefaccionada, yo no me había quitado mi buzo. Era como dos tallas más grande que mi cuerpo, por lo que cubría a la perfección la erección que comenzaba a formarse debajo de los pantalones del uniforme.
Levanté mi cámara, sacándole un par de fotos. Él siempre se dejaba, algo sonrosado; primero posaba serio, y luego hacía caras bobas. ¿Era consciente de lo que causaba en mí? Probablemente no.

ㅡ ¿Volvió a faltar? Dios, no entiendo por qué no se toma una jodida baja por embarazo. ¡El colegio se la dará y buscarán un reemplazo!

Jaemin se quitó la toalla, y se dejó caer a mi derecha. Su rodilla, aún algo mojada, se encontraba pegada a la mía. Sentí mi sangre acumularse en mis orejas, mientras que mis ojos se fijaban en los suyos al habar.
Quería besarlo, quería besarlo tan mal. Romperle yo mismo aquellos labios ya desgastados, apretar su piel y dejar marcas con mis dedos.
Estaba tan mal desearlo de esta manera; lo sabía, todo el mundo lo sabía. Corea no era un lugar amable ni seguro para gente como yo, y si cualquier persona llegaba a enterarse de mis perturbadores pensamientos, lo más probable es que terminase expulsado y con mis padres tirándome a la calle.

ㅡ Lo sé, pero dudo que lo haga.

Luego de eso, Jaemin comenzó a hablar sobre su día. Él, amaba hablar sobre su vida; sus vivencias, qué había comido en el almuerzo, cómo le había ido en la clase de Geografía. Solía olvidar que íbamos juntos al curso y que me la pasaba a su lado, pero poco me importaba.
Porque Jaemin amaba hablar de él mismo, y yo amaba escucharlo.

Claro que, al saber lo que iba a contar, me daba premiso a mí mismo para divagar. Me dejaba a mí mismo recorrer su cuerpo con otros ojos; cualquiera que me descubriera pensaría que estaba loco. Por suerte, los anteojos que usaban ayudaban un poco a disimular esto, pues la gran mayoría pensaba que tenía demasiado aumento y que simplemente no veía nada sin ellos.

Mentiras puras, pero no pensaba negarlas.

Así pues, mientras Jaemin me hablaba de lo genial que le iba a ir en su trabajo de literatura, yo me dediqué a analizar su anatomía. Su piel, más clara de lo usual debido al poco tiempo que pasaba al sol por las bajas temperaturas, aún tenía una que otra gota de agua a lo largo de su cuello y su abdomen. Jaemin tenía un buen cuerpo para su edad, era flaco y todo indicaba que cuando fuese mayor tendría una gran anatomía. Yo estaba seguro de ello también; debido a la natación lo más probable es que sus hombros se ensancharan aún más, y hacía ejercicio de forma continua. No me sorprendería que terminase con un abdomen plano y marcado.
Y de todas formas, a pesar de ello, lo que más llamaba mi atención era su cintura. Suavemente delineada, adornada con su traje de baño, parecía más pequeña que lo usual.

Sus labios estaban rosados, y una pequeña mancha de sangre se esparcía en ellos por haberse roto antes. No pensé cuando estiré mi diestra y aparté aquel hilo de sangre, como si no fuese la gran cosa, como si tocar sus labios no hubiese enviado una descarga a lo largo de mi cuerpo, terminando en mi miembro. Apreté mi brazo contra mi regazo, rezando a cualquier deidad existente que Jaemin no lo notará.

El agradeció, algo sonrosado y entre suaves risas, para seguir hablando de él. 

Lip & hip.┊nomin.Where stories live. Discover now