O13

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ㅡ ¡Jen...! ¡Jeno!

Era nuevo, pero recién lo notaba. ¿Hacía cuánto tiempo JaeMin había dejado de llamarme "Jeno-ssi"?

ㅡ ¿Qué?

 Nuevamente la brusquedad se apoderó de mí, mi propio cuerpo girándose por sí sólo a pesar de que yo quería seguir caminando y alejarme lo más posible de ahí. Me costó respirar de una manera normal, pues no quería parecer enojado. Aunque lo estaba, demasiado.

ㅡ ¿Por qué te vas?

ㅡ ¿Me estás preguntando eso en serio?

Muchas veces me había parecido maravillosa la capacidad de JaeMin para poder desentenderse de los problemas a su alrededor. Cómo, sin malas intenciones, era capaz de perderse de más de una clara y grande señal de "ALTO". Inclusive tardaba en notar cuando una chica le estaba coqueteando.

ㅡ La besaste. Como me besas a mí.

ㅡ Jeno...

ㅡ Me da igual no poder hacerlo en el colegio, en serio. No te estoy pidiendo que salgas del armario tampoco. ¿Pero tan difícil es mantener tus manos guardadas?

JaeMin abrió los labios, tal vez para decir que lo sentía y que no lo volvería a hacer. La realidad, es que jamás me enteraría; cualquier palabra que estuviese a punto de salir de su boca permaneció allí cuando el resto de nuestros compañeros comenzaron a aglomerarse en torno a nosotros.

Y fue entonces que JaeMin perdió el control de la situación.

ㅡ ¿Te gusto?

No me dolió ni el descaro de la pregunta ni el que me hubiese dejado en evidencia enfrente de todos. Tampoco la cara de decepción en el rostro de las chicas, ni el de asco en el de los chicos. Tampoco llegó a molestarme el rostro de RenJun, algo alejado, como de pena.

No. Lo que genuinamente dolió, fue el tono y la mueca que JaeMin decidió implementar para hacer la pregunta. Porque no era asco fingido, era asco real.

JaeMin era muy buen actor.

ㅡ ¿Cuál es tu puto problema?

Sentí mis propias uñas clavarse en mis palmas, enojado. JaeMin fingió una arcada, a la que el resto simplemente soltó una risa. Y quise soltar cada verdad existente allí mismo; cómo el mismísimo Na JaeMin me imploraba por más cada vez que nuestros cuerpos se encontraban, cómo se desesperaba cada vez que debía irme y las mil y una veces que me había rogado quedarme en su habitación para poder permanecer juntos un rato más.

ㅡ Jeno, creí que eras alguien normal. Agh, ¡Qué asco! ¡Permití que cuidarás a mi hermana y a mi hermano!

Mis manos temblaron, porque sabía cuál sería el siguiente movimiento. Y realmente recé, recé que no volviese a abrir la boca y dejase el tema allí, estancado. Pero no sucedió.

ㅡ ¿Acaso le hiciste algo a mi hermano menor, degenerado?

Y aquello fue suficiente. Mi puño se estrelló contra su nariz, y me importó poco y nada haberla roto o no. Y realmente quería volver a golpearle, pero me obligué a alejarme.


No volví al colegio desde ese día.

Mi madre tuvo que explicar la situación a los directivos que, si bien no estaban contentos con la noticia, sorpresivamente se pusieron de mi lado. Le indicaron a mi madre que me mandase al psicólogo, en un intento de "curarme", pero reconocieron que no era seguro para mí volver a pisar la institución. Con aquella condición de conseguir ayuda terapéutica, ellos me permitían concurrir únicamente las fechas destinadas a los exámenes, para poder terminar el año. Me recomendaron buscar otro instituto para el año entrante, y mi profesora de literatura nos aconsejó mudarnos, pues en este lugar jamás me permitirían vivir en paz.

No volví a ver a JaeMin, y fue decisión propia. Bombardeó mi móvil con mensajes, acudía casi todos los días a mi casa y se sentaba en la puerta a esperar que le abra. Jamás lo hice.

Vino su madre un día, a disculparse. Me preguntó, de todas formas, si algo de lo que había dicho su hijo era cierto. Quería gritarle que su hijo me chupaba la polla una vez a la semana, pero mi madre tomó mi mano con fuerza y logró calmarme.

Fue entonces que me enteré el por qué del miedo de JaeMin y la desaparición de su padre.

Resulta, que el padre de JaeMin era gay por igual. No tiene contacto directo con ninguno, porque tuvo que mudarse de país para que no le matasen en el nuestro, pero hacía llamadas casi todos los fines de semana. No solían hablar mucho del tema porque a JeaMin le daba vergüenza.

Aunque tenía miles de preguntas, decidí callarlas, ya encontraría otro momento para poder hablar con la señora Na.

Hasta me preguntó si quería seguir cuidando a WooJin y a Eunji, quienes, sin comprender del todo la conversación que estábamos manteniendo, me miraron de soslayo. No era su culpa que su hermano mayor fuese tan pendejo.

ㅡ No me molesta en lo absoluto, pero no quiero acercarme a JaeMin por el momento, espero que comprenda...

La señora Na parecía tener el corazón hecho trizas, pero aún así asintió, dándome la razón.

No me esperaba un abrazo fuerte de su parte en la entrada de mi casa, con las suaves palabras de "eres como un hijo para mí" acompañando su acción. No tardé en devolver tal gesto, permitiendo a los pequeños darme un abrazo por igual.

Al levantarme, listo para volver a entrar a mi casa, mis ojos se desviaron hacia el final de la vereda, encontrándome con los de JaeMin.

Y nuevamente, el mundo cayó a mis pies.



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