Carta 2

37 2 1
                                    

24/02/1990

¿Recuerdas cómo nos conocimos?, fue un gran día, desde el instante en el que te vi lo único que pasó por mi cabeza era que quería quedarme contigo hasta el último día de mi vida y aunque no fue lo que en realidad esperaba así pasó. Tenía la esperanza de quedarme a tu lado otros 60 años, pero solo tuve la dicha de estar un año casado con el gran amor de mis vidas.

Mi nueva familia no es tan mala, de hecho, me quieren mucho, soy el segundo hijo de un gran empresario y mi madre es maravillosa, una hermosa mujer educada. Mi hermano mayor será quien ocupe el puesto de director después de que mi padre se retire así que siempre está muy ocupado aprendiendo a manejar todos esos asuntos, pero a pesar de eso se toma tiempo de estar conmigo. Según mi padre yo aún no soy lo suficiente mayor para meterme en esos asuntos así que mi única ocupación en este momento es estudiar. En verdad amo a mi familia, pero en ocasiones resulta difícil pertenecer a ellos, son muy diferentes a las familias en las que había estado y me tomo mucho acostumbrarme.

Esta semana tuve un examen muy importante, aunque aún me falta alrededor de un año y medio para salir de la preparatoria tuve que hacer una evaluación para una importante universidad ya que mi padre dice que es mejor hacer las cosas antes para prevenir ciertas problemáticas.

Hoy fue un mal día, pelee con mi hermano y ahora tengo un ojo morado. No lo culpo por lo que pudo haber pensado al ver a su prometida acostada en mí cama, no me dio tiempo para decirle que yo tampoco sabía que era lo que estaba haciendo ahí y ahora que lo pienso creo que ella solo se confundió de recamara. En verdad no sé el motivo del porque estaba ahí, ella trató de perseguir a mi hermano así que tampoco pude preguntarle.

Pasaré a algo más agradable, para ver si me hace sentir mejor. Recuerdas la primera canción que bailamos, bueno, siempre está en mi cabeza, cierro mis ojos y me transporto inmediatamente a aquel grandioso lugar. Había una cabaña bellísima, una cobija sobre el césped y unas cuantas bebidas, en la radio comenzó a sonar esta preciosa canción de Paul Anka, escribiré aquí un pedazo de esa melodía por si no la recuerdas – put your head on my shoulder, hold me in your arms, baby, squeeze me oh so tight, show me that you love me too -. Recuerdo perfectamente la textura de tus manos y el olor de tu perfume, mi mano sobre tu cintura y esa mirada tan intimidante sobre mí. Puedo jurarte que en ese momento me convertí totalmente en tu esclavo.

Ojalá pudiera traerte conmigo, la ciudad en la que vivo ahora es grandiosa, llena de los lujos que tú y yo nunca tuvimos y siempre deseamos. Te aseguro que algún día voy encontrarte, voy a abrazarte y nunca te soltaré, esta vez mantendré la promesa de cuidarte para toda tu vida.

Me despido por ahora, tengo que buscar a mi hermano para arreglar las cosas, recuerda que te estaré esperando por la eternidad.

Con todo mi amor, Carlos

A través de miWhere stories live. Discover now