-Yo lo hice -aquella frase había dejado sin palabras a la doctora -Yo maté a Sasha.
Bleu sintió todo el sistema alborotarse; la ira de Zenda crecer, los ojos llorosos de California mirarla, el temperamento calmado de Enzo se había conoctado a la ira de su melliza y escuchó, por primera vez, el llanto de Enzo. Kilian se ocultaba en un rincón y cubría sus oídos, evitando a toda costa escuchar los gritos y llantos.
Sin sentir remordimiento miraba fijamente a la doctora, sin importarle las quejas de Zenda y los llantos temblorosos de Enzo y California.
-¿Por qué lo hiciste, Bleu? -esa fue la única pregunta que pudo formular la doctora. Bleu se encoge de hombros y no responde.
-¿Pasó algo entre ustedes? -la doctora continuaba insistiendo, ignorando el dolor de cabeza que palpitaba en sus laterales y el cansancio se notaba en sus hombros caídos.
Bleu niega con su cabeza.
-Todo estaba bien entre nosotras - 5 palabras que solo despistaron más a la doctora.
La doctora toma aire despejando su mente y pasa una mano por su pelo, acomodándolo.
-¿Por qué lo hiciste? -vuelve a preguntar, estando calmada.
-La envíe a un mejor lugar. Ahora está a salvo de la maldad de este mundo - Bleu sonríe un poco al decir que Sasha se encuentra a Salvo.
La culpa no existía en la mente de Bleu, la satisfacción reinaba en ella. Su trabajo estaba hecho, Sasha ya no tendría porque sufrir, no hay razones. Bleu estaba segura de que Sasha está en un lugar con tanta luz como ella.
Sasha ahora es una estrella, la estrella que Kilian algún día podrá seguirla para encontrar un nuevo hogar. La estrella que California se desvelará toda la noche, apreciando sus hermosos colores. La estrella que calmará la ira de Zenda y relajará a Enzo. La estrella la cual ella miraría para recordarse a si misma que algún día, ella igual estaría en un mejor lugar.
-¿De qué la protegiste?
-Del dolor, de la injusticia, del monstruo que tenía en casa y de aquellas situaciones que acabarían con su vida y la dejarían consumirse en el infierno.
-¿Cómo lo hiciste?
-Un poco de veneno hecho del amor -sonríe - 3 gotas y 15 minutos después, Sasha ya estaría tan repleta de amor que no podría soportarlo -esas palabras se escucharón tan enfermas en los oídos de la doctora.
Fue una muerte dulce y lenta, tal como lo había hecho anteriormente con sus hijos, sus dulces hijos que tanto sufrieron por culpa del monstruo que vivía en la habitación de al lado. El monstruo que la ocultó, dejandola prisionera de ella misma, incapaz de proteger a sus amados niños.
-¿Qué le hiciste?
-Toma su dolor, como una botella vacía toma el la lluvia. Tome todo aquello que le hacía daño y prometí protegerla hasta el final de ambas.
-¿Qué te dijo Sasha?
-Dijo que no quería irse, mis niños igual me habían dicho lo mismo, pero míralos ahora son felices y el dolor ya no habita en ellos -sonríe.
-¿Te están hablando ahora?
-Enzo está gritándome -asiente.
-¿Qué te está diciendo?
-Me está odiando por haber matado al amor de su vida.
Enzo daría por todo por Sasha, la única persona que lo amaba sin importarle que su cuerpo era el de una chica. Enzo no tuvo otra opción que aceptar que no volvería a ver a su amada y solo le agradeció por todo lo que hizo por él, sabiendo que no volvería a amar de nuevo.
Bleu seguía sin sentir la culpa, sin embargo pensaba que Enzo debería agradecerle por haberle hecho un favor a su amada. Enzo sabía disimular aquel dolor en el cual se estaba ahogando e ignorar esos pensamientos de la hermosa sonrisa de Sasha.
Zenda quería hacer trizas a todo lo que estaba al frente, Enzo solo quería desaparecer hasta que su alma rota se compusiera nuevamente, pero, ¿cómo lo haría si su sanadora ya no se encontraba?
California lloraba sin poder controlar sus llantos y Kilian se abrigaba a él mismo, mientras el frío estaba tan presente incluso debajo de las colchas con las que se cubría.
Esto traería grandes problemas en el sistema.
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La Canción del Asesino
Short StorySINOPSIS La mirada borrosa de Sasha observaba con miedo a quien se encontraba sostiniendo su cuerpo sin fuerzas. En sus oídos una voz melodiosa cantaba mientras su cuerpo era mecido, el sudor resbalaba por su frente y sus manos temblaban sin contro...