Sed

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El sol desaparecía entre las nubes, volviéndose su luz cada vez más tenue y confortable.
Con aquello dejaba en el cielo colores como rosado, violeta y naranja.
Namjoon simplemente observaba, cansado, sentado en la arena.
Sabía hacia dónde ir para volver, pero no había con qué.
La impotencia de no saber qué tan lejos se encontraba o que tanto tiempo había pasado carcomía su cerebro.
Más de una vez en su desesperación se había tirado al mar para empezar a nadar en el sentido del sol; pero en cada uno de esos intentos, aquella agua, como si estuviera enojada con él por haber intentado escapar, lo empujaba con fuerza hacia la superficie.

Descartó la idea.

Probablemente un par de barcos podían pasar por la zona, es decir, alguien tenía que pasar por ahí tarde o temprano, no podía haber llegado tan lejos. ¿O sí? ¿Cuánto tiempo había permanecido inconsciente?

O tal vez luego alguien iría a buscarlo.

Su mente divagaba, intentaba distraerse.

Aquella isla era muy extraña pero hermosa.
Por una parte había arena, suave y fina como ninguna otra; por la otra, existía una suerte de selva llena de árboles de cerezo a punto de florecer, rocas y musgo por todos lados.
Nunca había visto una combinación de flora tan extraña y hermosa en su vida.

El estómago de Namjoon rugió por quinta vez.
Ese último rugido llamó su atención y lo hizo reaccionar.

Ah, lo que faltaba.
Encima tenía sed.
Su lengua estaba muy seca, parecía que se había metido un puñado de esa arena por la boca.

Se levantó, soltando un leve pujido por el esfuerzo.

Su cuerpo estaba echo un asco.

Parecía levantarse con tal monotonía y desinterés, su espalda formaba una leve curva y sus pasos se volvían lentos y cansados.

Claro, llevaba horas deambulando por la orilla de la isla, pero cualquier otro estaría llorando desesperadamente tirado en la arena.

Él no.

Tenía muchísimo miedo claro, como cualquiera.
Simplemente no quería recordarlo.
Así que, como si poca cosa fuera, comenzó a caminar hacia aquella superficie musgosa y rocosa, desapareciendo entre los árboles.

El Eco De Las Flores De CerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora