2. Siempre han sido chicos.

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—Es sexy.

—...Si te gustan las raritas—se rió Roy descaradamente, llamando la atención de los grupos alrededor de nosotros. Miraron la escena sin mucho interés y volvieron a lo suyo. Dejando al escandaloso de mi amigo en segundo plano.

Tanto Adrian como Diego giran los ojos hasta ponerlos en blanco, irritados. Últimamente ellos dos habían estado muy juntos. Iban a clase juntos, regresaban a casa juntos, salían al cine juntos, hacían vídeos juntos, y de un momento a otro me sentía desplazado. Antes de que Roy se nos uniera, éramos nosotros tres y nadie más. Adrian, Diego y Emilio, por mucho mucho tiempo. Nos conocimos en el jardín de niños y la amistad llegó rápido. Y que ahora me dejen aparte, se siente mal. Me hace sentir incómodo, como si no pudiera congeniar con ellos como hace tiempo. Como si fuera otra persona. Como si no fueran mi hogar. Iniciábamos el primer año de preparatoria, y comenzaba a creer que debía buscarme nuevos amigos antes de que ellos me dejaran a mí. Finalmente el tiempo nos estaba separándonos. Romi me lo advirtió.

—¿Quieren cerrar la boca?—me burlé, comiendo mi barra de chocolate con gesto aburrido.

—No sé por qué te escandalizas tanto siempre que hablamos de esto, Emilio—responde Adrian, alzando una de sus cejas como preguntando mudamente la razón de mi incomodidad.  

—Sí—coincidió Diego a un lado de él, resoplando en una sonrisa boba—, enamorarte de alguien no debería ser un tema extraño para hablar entre chicos, ¿no? Es completamente normal, a todos les ocurre.

Fruncí el entrecejo, definitivamente no lo llamaría "normal" ni diría que a todos les ocurre. Mucho menos llamaría enamorarse de alguien a lo que yo llevaba sintiendo últimamente. Ellos por supuesto no tenían idea, nadie lo sabía. Esperaba que jamás lo hicieran.

—¿Acaso nunca te has interesado en nadie?—indagó Roy, igual de confundido que los demás.

Me quedé mudo de pronto. Mordí mi labio con nerviosismo y me aclaré la garganta, nunca habían sido tan directos. Así como nunca había confesado estar interesado por alguien, porque no era así. No me gustaba mirar lo mismo que ellos. No me gustaba el cabello largo, ni los labios llenos ni las cinturas pequeñas. Los pechos no me interesaban de ningún tamaño y no entendía la obsesión de mis amigos con el cuerpo femenino últimamente. Me preguntaba si era yo el que estaba mal, o si ellos eran los extraños.

—Nunca te hemos oído decir que te ponga alguien—secundó Adrian.

—Emilio nunca ha sido un pervertido como tú, enfermo—me defendió Diego entre risas, jalándome de los hombros hasta abrazarme amistoso—. Si él no quiere contarnos, que no nos cuente. Todo está bien.

Adrian rola los ojos, decidido a seguir comiendo aquel enorme plato que consiguió de la cafetería. En mi opinión, (y en la de muchos, cabe recalcar), la comida de la prepa es malísima, pero él piensa muy distinto.

—Me gusta María, ¿bueno?—solté sin querer pensarlo demasiado. Ella no me gustaba, pero parecía una mejor idea que tener a Adrian y Roy molestando todo el rato. Además, ella parecía ser un buen partido. Era linda, lista, amable. Sí, era una buena elección.

—¿¡Te gusta María!? 

—Shh—gruñí—, cielos. No lo digas tan alto.

—¿Por qué? —exclamó Diego con la boca llena, haciendo que Adrian formase una mueca de desagrado—. ¿Acaso está por aquí? ¡HEY! ¿ESTÁS POR AQUÍ, MARÍA?

Estampé mi puño contra su pecho, luego di varios empujones a su cabeza hasta que se callara. Me sentí irritado, ¿por qué creí que era una buena idea decírselos? Y las risas de Roy no hacía nada más que empeorar mi estado. No sabía si estaba por aquí, pues nunca la había buscado ni en el comedor, ni en los pasillos o en los jardines. No me interesa en lo absoluto, realmente no quería saber dónde está ahora.

NO CONTROL, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora