7. Vacaciones de verano.

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Esa tarde llegué a casa, empapado en sudor. No podía creer que Adrian y Diego lograron convencerme de hacer un paseo en bicicleta de una hora en el que podría ser fácilmente el día más caluroso del año. 

Mi bicicleta no funcionó bien la última vez que intentamos usarla, y esta vez no funcionó en absoluto. Sin embargo, no importó, me lo pasé genial con mis mejores amigos, y de eso se trata, después de todo.

—¡Oye, Emilio!—gritó mi madre desde la sala de estar—. ¿Puedes venir aquí cuando tengas un segundo?

Me dirigí entonces a encontrar a mi madre en su computadora portátil, con Romina, mi hermana mayor, mirándola por encima del hombro.

—Mamá finalmente encontró una buena cabaña que está disponible el último fin de semana de junio, ¿quieres venir a verla?—me aclara Romi, masticando una manzana distraídamente. Mi madre hizo un pequeño gesto de disgusto cuando ella le dió otra mordida a un lado de su oreja, aún inclinada sobre la pantalla.

Evité el impulso de reír y miré la lista de AirBnb, una hermosa y moderna cabaña de troncos, justo en un pequeño lago, con canoas y una bote de remos incluído.

—Se ve increíble, mamá—digo— ¿Puedo invitar a María de nuevo?

Ciertamente la había invitado antes a un viaje de verano familiar cuando apenas éramos amigos, así que no lo pensé dos veces antes de preguntar.

—Bueno, hijo, estaba pensando... Sé que ustedes están de novios últimamente, y ella es genial, pero te estás haciendo mayor, y no estoy segura de estar 100% cómoda con la idea de que dormirás con ella, cuando nosotros estamos ahí.

Estuve a punto de bufar, pero entonces me detuve por un momento, recordándome a mí mismo que mi madre no sabía que no me gustaban las chicas así. Y lo que a mí me preocupaba era que si invitaba a un niño a un lugar donde se usaba poca ropa y no pudiera con la curiosidad, mi madre atara cabos, y finalmente me descubriera. Parecería que había mentido o engañado al sistema. Pero tampoco estaba listo para salir con mi familia todavía.

—Está bien, supongo que podría invitar a Diego y Adrian—murmuré, y casi al instante, mi madre sonrió.

—Esos dos son encantadores.

—Podrías invitar a Joaquín también—Romi intervino. La última vez que lo vió, los dos habían entablado una larga conversación sobre chicos, películas y no sé qué cantidad de cosas más, y desde entonces, ella no puede dejar de hablar de cuán genial era él.

Y no podía culparla, yo mismo conocía la sensación. Joaco era el tipo de chico que es muy interesante en todo, definitivamente la persona más interesante que había conocido. Por supuesto, podría compararse como un tonto a veces, como cuando es demasiado brusco o te metes en un tema que le incomode. Él nunca lo explica tampoco. Es misterioso en ocasiones y es difícil de obtener su confianza. Lo intenté una vez, pero se puso tan ansioso que terminé diciéndole que estaba bien, que no tenía que hacerlo de todos modos. 

Había pasado un tiempo desde entonces, y cada vez estaba más interesado en él. Tanto que era difícil no sacarlo a colación en las conversaciones que se tienen antes de cenar. Me gustaba estar con él, me gustaba hablarle y conocer lo poco que me dejaba conocer. Así que una parte mía estaba contenta de mandarle un mensaje invitándole.

Saqué mi teléfono celular de mi bolsillo y casi de inmediato, les escribí a todos.

"Chicos, mamá está alquilando una cabaña súper impresionante durante el último fin de semana de junio

NO CONTROL, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora