CAPÍTULO III

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La brisa entra impetuosa al abrir la ventana, rozando con calidez el rostro de Manuela, un suspiro profundo se escapa de su pecho, mientras se deleita con el olor y paisaje de las rosas del jardín que danzan armoniosamente al compás del viento.

Su mente se transporta a aquel día, cuando Eduardo la descubrió frente al computador toda emocionada y ruborizada mirando cosas indecorosas, esas cosas que arrastran al ser humano a las bajas pasiones, que dañan el alma y la mente. Aquello que fue el inicio del pecado en el jardín del Edén, aquel día que Adan miró la desnudez de Eva con lujuria y nació en él el deseo de la carne, de la perversión. Adan olvidó el único objetivo de aparearse con Eva  " Procrear"  y buscó en ella satisfacer sus propios deseos egoístas y pecaminosos.

Eva una mujer dulce, pura de pensamientos, obediente y amorosa, se dejó convencer por éste y cayó bajo los deseos carnales inducida por su compañero.

Así es, la historia no es como la han contado, la culpable de la expulsión del jardín de Edén no fue Eva, fue Adan. Esa historia se la contó su  abuela, una anciana muy sabía que tenía su boca llena de verdades. Eduardo desde aquel día la miraba con recelos, le prohibió volver a tocar el computador, pero eso no había sido lo peor, la reprendió con dureza, sus palabras hirientes hicieron brotar sus lágrimas como un caudal que se precipita peligrosamente a la mar, la hizo sentir sucia.
La obligó a hacer penitencia, a rezar 25 ave Maria y 30 padre nuestro. Tuvo que ir al confeccionario y descubrir su vergüenza, a la vez escuchar con la cabeza gacha la reprimenda del padre, el cual dijo que ella se había dejado usar del demonio y le quitó cualquier participación dominical en los servicios de la iglesia por 30 días, hasta que esté libre de toda posesión demoníaca. Decisión que aceptó con resignación, sabía que su falta traería consecuencias.

Pero nada de eso había sido suficiente para matar la curiosidad que había nacido en Manuela, quería saber más, sentía que había algo más allá, una vida diferente llena de placeres y sensaciones la cual le había sido negada.

Por primera vez Manuela comenzó a cuestionarse si realmente era feliz. Un ataque de rebeldía la hizo regresar de su letargo e impulsada por el mismo, se dirigió al computador, el cual Eduardo le había prohibido tocar, pero sentió la necesidad de no seguir siendo tan obediente, tan sumisa, tan mojigata.

LA MOJIGATA(PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora