El otoño trajo consigo su follaje, las hojas tomaron sus tonos ocres para luego ser arrastradas por el viento.
Así iba madurando en Manuela el conocimiento de lo que para ella era prohibido, dejándose arrastrar por los vientos de los deseos y las bajas pasiones.Una revolución de sensaciones se había desatado en el corazón de Manuela, tan fuerte que le estaba quemando algo más que el pecho.
Una ola de deseos la golpeaba sin clemencia.
Empujada por la misma decidió darle rienda suelta a esas exigencias de la carne.
Al principio sintió temor y vergüenza, iba contra la moral, contra todo lo que le habían inculcado sus padres.
Por un momento se cuestionó entre lo correcto y lo incorrecto, lo moral y lo inmoral.—¿Y si mis padres y la religión están equivocados? Si solamente son normas subjetivas implementadas para dominar las mentes, haciendo de sus adeptos fanáticos extremistas religiosos, que creen que por cohibirse de los placeres de la carne, son más pulcros que el resto de la humanidad? —Manuela seguía en sus razonamientos, con el objetivo de moralizar lo que estaba pensando y sintiendo, no podía creer que Dios que había dotado de tanta sensibilidad cada fibra de su cuerpo, encontrara pecaminoso un acto tan natural entre dos personas que se aman.
—No, no ,no...Las relaciones sexuales no pueden limitarse solamente a procrear, también en ella debemos encontrar el disfrute, la pasión, las caricias, los besos. —Y con este último pensamiento se dispuso a desbordar tanto deseo contenido. Sabía cómo hacerlo, lo había visto una y otra vez en internet.
Sabía cómo autosatisfacerse, solo debía tocar el timbre de la puerta del infierno, al menos eso le decía su abuela cuando se refería al clitoris ( nombre real que había conocido hasta hace poco) su abuela decía que nunca debía tocarlo, que ese botón abría la puerta que llevaba a las mujeres directo al infierno.
Al momento de estar tocándolo, Manuela halló en las palabras de su abuela verdad, pues sentía un calentón como si se estuviera quemando en las mismas llamas de las 5 pailas del infierno. Pero era un calor placentero, que la hizo desear cambiar su residencia.
Manuela estaba experimentando algo realmente desconocido, un placer extremo que la hacia hasta olvidar que casi era hora de que su marido regresara a casa.
Acostada en su cama boca arriba con los ojos cerrados, Manuela seguía tocando ese botoncito que le brindaba tanto placer, su pelvis se movía rítmicamente, su respiración comenzó a agitarse como si estuviera corriendo en un maratón, su boca llenaba su pecho de aire en cortos y repetidos suspiros. En un momento tuvo la necesidad de acelerar sus movimientos, cuando de repente sintió un corrientazo que le embargaba el cuerpo haciéndolo convulsionar en un placentero orgasmo.
Todavía estaba Manuela extasiada, cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse.
Eduardo al verla en ese estado, sudorosa y con sus pupilas dilatadas, corrió a su lado, sabía que algo extraño le pasaba a su esposa, tocó su frente y la notó caliente a diferencia de sus manos que estaban frías, su corazón palpitaba a una velocidad increíble. Preocupado por su salud la tomó en sus brazos para llevarla a urgencias, pero Manuela con una voz quedita en su odio derecho le dijo que todo estaba bien, que solo era un poco de calentura, pero que ya había tomado algo para bajarla y por eso el sudor.
Eduardo se sintió aliviado al saber que nada grave estaba pasando, la dejó nueva vez en la cama y se dispuso a ir a la cocina a prepararle un té, mientras Manuela con una sonrisa extraña dibujada en su rostro lo veía salir por la puerta.
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LA MOJIGATA(PAUSADA)
RomanceManuela es una joven y bella mujer, de un cuerpo exuberante y una gracia sin igual. Criada bajo una norma religiosa muy estricta y tradicional, privada de libertad de pensamientos, decisiones y sensaciones. Nacida y educada bajo las leyes patriarca...