Desde aquel día Manuela no volvió a ser la misma, ya no se resignaba a vivir una vida sin aquel placer inmenso que había experimentado por si sola. Sentía había vivido un engaño todo ese tiempo, se imaginaba cuán feliz sería si pudiese tener una vida marital diferente, entregándose sin pudor a su esposo, desbordando todo el deseo y lujuria que desde hace poco llevaba dentro.
Pero sabía que eso nunca sería posible, Eduardo nunca compartiria su mismo sentir, él era un hombre exageradamente pulcro, repugnaba el morbo y la lujuria como ella lo hacia hasta hace poco.—¿Y si hablo con él y le digo que hemos sido sujetos a creencias absurdas, que solo nos han reprimido sexualmente?
Que del acto sexual podemos hacer algo maravilloso, fundir nuestras almas en la intimidad.
Que sentir pasión y deseo por la persona amada no tiene nada de pecaminoso.
Que Dios nunca se equivoca y si dotó de tanta sensibilidad cada fibra de nuestro ser, fue para el disfrute de la vida marital y por ende no hay pecado en ello. — así estaba Manuela inmersa en sus pensamientos, buscando las palabras correctas para hablar con su marido, debía de ser muy convincente para poder doblegar tanta rectitud y falsa doctrina infundada.
Sin embargo un leve recuerdo borró toda esa motivación que había sentido hasta hace un momento.
Recordó el día que Eduardo la encontró frente al computador mirando aquel artículo sobre "LOS ORGASMOS", su mente reprodujo vívidamente cada unas de sus palabras hirientes y recriminatorias, el dolor punzante que sintió en el pecho cuando le dijo que estaba actuando como una mujerzuela.
La vergüenza que sintió al verse expuesta ante el cura cuando fue al confeccionario y la sanción impuesta por el mismo.
En ese momento Manuela entendió que Eduardo y su restringido círculo social, de personas de aparente pulcritud, nunca aprobarían su conducta y debido a eso decidió guardar silencio.Así fueron pasando los días, en los cuales Manuela cuando tenia la oportunidad en la intimidad de su habitación se dedicaba a autocomplacerse. Descubriendo cada dia mas su sexualidad y adquiriendo más destreza en sus actos. Pero Manuela no se sentía satisfecha con solo eso, quería explotar toda esa sexualidad al máximo, quería ser tocada y acariciada por un hombre.
Se desnudó y posó frente al espejo, por primera vez miró su cuerpo con una actitud diferente, ahora sin ningún complejo, se sentía hermosa.
Con su larga cabellera castaña hasta la cintura, sus labios gruesos color carmesí, y unos ojos tan negros como la noche misma, en los cuales cualquier hombre perdería su rumbo, Manuela se contemplaba en el espejo ahora más consciente de su belleza y sensualidad.
Acarició sus grandes y firmes senos, al principio con delicadeza como el que está en pleno descubrimiento y luego con frenesí, fue haciendo un recorrido con su mano derecha sobre su vientre, el cual a pesar de la voluptuosidad de su cuerpo y sus dos embarazos, se mantenía plano y firme.
Desvió su mano hacia sus redondos y firmes glúteos y se dió cuenta que allí fue donde se alojaron aquellas grasitas de más, las cuales solo lograron resaltar sus atributos.Miró detenidamente en el espejo aquella zona que le proporcionaba tanto placer y se extremeció al imaginar una mano masculina tocándola, brindándole mas placer del que ella misma era capaz de proporcionarse.
5 sonidos repetidos la sacaron de su estado de excitación, era el reloj que marcaba las 5: 00 p.m hora de llegada de su marido.
Aquella noche como acostumbrado ritual, Manuela se acostó de espalda a Eduardo con su pijama confeccionada por su difunta abuelita, que mas que parecerse una pijama parecía una mortaja y algo de ello tenia, pues en su vida marital se sentía muerta en vida.
El deseo desatado esa tarde aún hervía en su pecho, su corazón y algo más palpitaba alborotadamente de deseo. Más de una vez pensó acercarse a su marido y apagar ese fuego que le consumía las entrañas, pero sabía que solo recibiría el rechazo y la repugnancia de su parte.
En un acto desesperado mordió su labio inferior al tiempo que apretaba sus piernas fuertemente, pensó que así podría contener todo aquel deseo que emanaba de su entrepiernas. Sin embargo sólo consiguió aumentar su grado de excitación.
El toque de una mano la hizo sobre saltar, era la señal de que su marido buscaba cumplir con el rol divino en cuanto al sexo " Procrear" . Manuela vió la oportunidad perfecta de calmar sus candentes deseos, solo debía hacerlo con discreción sin que él se diera cuenta de su lujuria.
Y así como siempre Eduardo se dispuso a subirle un poco la pijama a su esposa, despojandola de su ropa interior para facilitar el acto, y sacando su masculinidad por un extremo de su bóxer y en la habitual posición del misionero la penetró.Un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo de Manuela haciéndola temblar, oleadas de sensaciones la golpeaban al ritmo de los movimientos de Eduardo.
Ella hacia un gran esfuerzo por contener los fuertes gemidos que amenazaban con salir de su boca, debido a todo el placer que estaba sintiendo. En su mente repetía una y otra vez..." debes contenerte Manuela" lo que le resultaba una tarea difícil pero lo había logrado hasta el momento.
En un sorpresivo momento Eduardo intensificó sus rítmicos movimientos preparándose así para la eyaculación, lo cual provocó en ella un placer extremo que la elevó al punto máximo del extasis. Las contracciones musculares, el fuerte palpitar de su vagina, la falta de aire para respirar por unos leves segundos y un inconsciente gemido que escapó de sus labios fueron la señal de que había llegado al tan ansiado clímax.De una forma brusca Eduardo se salió de dentro de Manuela, la miró por un breve momento con cara de sorpresa, rabia y confusión mientras se acomodaba el bóxer.
—Manuela tenemos que hablar, ahora vuelvo. — le decía Eduardo mientras salía por la puerta.
En pocos segundos se escucharon varios estruendo en la parte baja de la casa, Manuela salió corriendo despavorida escalera abajo, quedando espantada por la escena que estaban presenciando sus ojos. Eduardo con un bate de béisbol en las manos, mirándola desafiantemente y a sus pies yacía en pedazos su fiel confidente, el computador.
Un frío desconcertante erizó su piel, ella sabía que las cosas se pondrían peor.
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LA MOJIGATA(PAUSADA)
RomanceManuela es una joven y bella mujer, de un cuerpo exuberante y una gracia sin igual. Criada bajo una norma religiosa muy estricta y tradicional, privada de libertad de pensamientos, decisiones y sensaciones. Nacida y educada bajo las leyes patriarca...