Capitulo 4

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Pasaban pocos minutos de las 12 de la noche y no se veía ni alma cerca del viejo almacén, las luces de las farolas estaban todas rotas, probablemente algunos chiquillos a pedradas, la única luz provenía de la luz de la luna.

Rhyfel estaba agazapado detrás de un arbusto, un poco mas atrás estaban los únicos hombres en los que confiaba, Connor y Tyler, dos gemelos que parecían armarios de lo grandes que eran; ambos llevaban luchando junto a Rhyfel muchos años y pondría la mano en el fuego por ellos.

-¿Seguro que lo tienen ahí?

-El confidente asegura que si, también que esta noche se realizara el ritual.

-Debemos darnos prisa.

-Lo sé, pero no me gusta nada que no haya vigilancia en el exterior.

-No querrán levantar sospechas.

A lo lejos se empezó a oír el ruido de un motor, a los pocos segundos se detuvo un coche delante de la puerta del almacén; el chofer al bajarse del vehículo inspeccionó el lugar con la mirada antes de abrirle la puerta a su amo.

Rhyfel no pudo verle la cara, solo diviso la espalda de un hombre cubierta por un largo abrigo negro y pudo intuir una urna en sus manos.

-Confirmado, tiene la urna con el alma. Vosotros por detrás, yo por delante en cuanto entren.

Los gemelos asintieron con la cabeza y desaparecieron en la oscuridad; en cuanto el hombre del abrigo y su chofer desaparecieron, él se puso en marcha hasta la puerta, al abrirla se encontró un largo y estrecho pasillo, desenfundo su arma y lentamente avanzo a través de la oscuridad, empezó a ver una luz al final y al llegar vio una enorme habitación donde había doce hombres encapuchados rodeando un altar de sacrificio al que estaba atado Duncan y no parecía contento por la cantidad de insultos que salían de boca.

Justo a su izquierda divisó una escalera que conducía a una tarima superior, subió y tubo una mejor perspectiva de la situación, junto a la cabeza de Duncan habían puesto la urna que pudo ver antes, se oyeron unos pasos y los encapuchados dejaron sitio para otro que llevaba una túnica roja, este se situó a la cabeza de Duncan.

Los encapuchados de negro empezaron a recitar una oración en voz baja y el que parecía el líder abrió la urna y la levanto sobre su cabeza. Mierda esto empieza. Por el rabillo del ojo vio una sombra que se movía detrás de uno de los pilares de la fábrica, uno de los gemelos. Ahí vamos.

Salto por encima de la barandilla y cayo justo a la espalda del encapuchado rojo.

-Buenas noches, ¿Interrumpo algo?- Su arma apuntaba a la cabeza del líder.

Los encapuchados empezaron a moverse como gallinas asustadas, no conseguían encontrar la salida, algunos de ellos fueron noqueados por los gemelos y otros finalmente pudieron huir.

Rhyfel y el líder no se habían movido ni un milímetro y Duncan intentaba girar la cabeza para saber que estaba ocurriendo.

-¿Rhyfel eres tu? ¿Te envía ella?

-Solo un momento más. ¿Le agradecería al "señor" que se quitara la capucha?

El encapuchado se dio la vuelta y quedo mirando a Rhyfel, bajó los brazos muy despacio y sujeto la urna fuertemente contra su pecho.

-Me temo que no es el momento de descubrir mi identidad, pero no os preocupéis todo tiene un tiempo y un lugar y parece ser que este no era el de mi victoria, pero ya llegara, todo llegara- y se desvaneció en el aire.

-¡¿QUÉ DEMONIOS?! Nunca había visto a una sombra desvanecerse- el rostro de Rhyfel demostraba una enorme preocupación- Esto no me gusta nada.

Los gemelos estaban ayudando a Duncan a levantarse, parecía algo mareado pero por lo general se le veía bien, se acercó hasta el.

- Me alegro verte de una pieza, ahora volvamos a casa.

Iban de camino a la puerta, Rhyfel a la cabeza con Duncan a su espalda y los gemelos al final.

- Una última cosa Duncan- se giro y le lanzo un puñetazo a la mandíbula que hizo que cayera contra los gemelos- que sea la última vez que ayudas a mi mujer a huir de mi.

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-¡¡¡¡DUNCAN!!!! ¡Hermano!- me lancé a sus brazos- Es increíble que estés bien, pero... ¿Qué te ha pasado en la cara?

-Nada Solana, ya sabes como son esas sombras.

Vi un leve intercambio de miradas entre Duncan y Rhyfel, pero estoy tan contenta por su vuelta.

- ¡Que bien que estés de vuelta hijo, tu prometida estaba muy preocupada!

- Madre, siempre es un gusto el volver al hogar.

-Entonces no haberte marchado.

Esa es nuestra madre siempre destrozando los buenos momentos, nunca dejando que los demás disfruten de las alegrías.

- Madre, mejor dejemos que Duncan descanse y ya abra tiempo de... hablar.

- Tienes razón Solana, Duncan ve a tu habitación y tú, atiende a tu prometido.

Rhyfel y yo estábamos solos en el recibidor.

- Gracias por todo, esto era muy importante para mi.

- Y lo que es importante para ti lo es para mí- su mirada esta clavada en mi y me lleno de nervios.

- ¿Tu estas bien?

-¿Preocupada?- La comisura de sus labios se curvo hacia arriba

- Olvídalo, era por cortesía- creo que me he puesto roja de la vergüenza.

- Mentirosa, pero tranquila, nada me impediría llegar a nuestro enlace- le veo inclinarse hacia mi y deposita un suave beso en mi mejilla, el rojo de mi cara ha subido unos diez tonos.- Buenas noches Solana.

EL AMOR TE PERSIGUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora