Capítulo I: El hombre de las montañas

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- Deidara! Baja de ahí ahora mismo! - dice Akatsuchi.

- No pienso bajar! - grito.

- Abuelo, ese idiota se rehúsa a hacerle caso, se merece un buen castigo. - dice Kurotsuchi.

- Arg... que vamos a hacer con este chico... - Onoki se levanta del banco y se acerca.

- No tiene remedio... - Akatsuchi resopla.

- Deidara maldito! Baja ahora mismo! - grita Onoki. Varios pájaros salen volando asustados desde las copas de los árboles de aquel parque. Segundos después, la calma vuelve a expandirse sobre la llanura.

- Cállate viejo! Espantas a los animales! - grito enfadado.

- No hay manera... Akatsuchi!

- Si maestro! - Akatsuchi se había distraído contemplando las hermosas vistas de las montañas en el horizonte.

- Sube a buscarlo. - ordena el maestro Onoki.

- Es realmente hermoso... - una ligera sonrisa aparece en mi rostro. Yo también estoy ensimismado con el paisaje.

- De acuerdo. - Akatsuchi comienza a escalar la pared del acantilado donde me hallo.

- Ve con cuidado! - dice Kurotsuchi. Akatsuchi le sonríe.

- Además... - pienso en voz alta. - los rayos de luz del ocaso generan unas extrañas sombras en los valles al ser tapados por las montañas... - me deshago la coleta. - La belleza es inconmensurable, pero se que todavía existe algo mas hermoso... algo capaz de alegrar aun mas mi corazón... - me asomo por el borde del acantilado. - Si... encontrarlo es mi razón de ser... tengo que encontrar el verdadero arte. Cueste lo que cueste. - le doy una patada a una roca. Cae barranco abajo dividiéndose en mil pedazos. Al escuchar el sonido de la roca al chocar, siento un ligero escalofrío...

- Deidara... - dice Akatsuchi agotado al llegar a la cima.

- Ah Akatsuchi. Enhorabuena. - me río con un tono burlesco.

- Vamos... se está haciendo tarde... - me agarra por el hombro.

- Aparta! - me desquito. Él resopla resignado.

- Veras Deidara. - se sienta en una roca. - El equipo está harto de tu actitud.

- Bah... - vuelvo a mirar al horizonte. Ya casi ha anochecido.

- Oye, escúchame! - Akatsuchi golpea el suelo.

- Calla de una vez! - grito enfadado. - Me estas molestando.

- Estamos hartos de tus juegos de críos!

- Esto no son juegos de críos! - grito otra vez.

- Ah no? Acaso los críos no desobedecen a sus superiores y escapan? - espero un poco antes de responder.

- Eso también lo hace un fugitivo. - se hace el silencio por unos segundos.

- Si... pero no quería compararte con tal cosa... - Akatsuchi mira al cielo.

- Madre mía... - me siento en otra roca. - Porque la vida ha de ser tan compleja? - muchos pensamientos invaden mi mente.

- Eres un caso... - dice Akatsuchi. - A qué viene esa pregunta ahora?

- No lo se... - miro al cielo. - Por cierto... no te parece hermoso? - es noche cerrada.

- Sí, bueno... pero tampoco es para tanto. - Akatsuchi baja la mirada.

- No finjas. - sonrío. - te he pillado antes empanado mirando al horizonte.

- Nos pudiste ver desde tan alto? - pregunta.

Deidara KamiruzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora