La casa...

495 32 9
                                    


Las pisadas de Paul resonaban en el amplio pasillo acrecentando su inquietud, sabía que en una casa vieja como ésta era normal, pero eso no lo tranquilizaba en lo absoluto. Imágenes de criaturas horribles inundaban su cabeza obligándole a avanzar cada vez más rápido. Para éste punto su corazón latía con tal fuerza que parecía querer salir de allí con mayor rapidez de la que las cortas piernas del chico podían propinar.
《 Estúpido Richard, hijo de puta, cuando salga de aquí voy a golpearte》-pensó.
Se suponía que todos le esperarían en la planta baja.
《 ¡¡Uy!!, como si los muy bastardos realmente fuesen a hacer eso》.
Llegó por fin a las escaleras, comenzó a descender sosteniéndose de la pared. La oscuridad le aterraba y en un lugar así… ¡Joder, el muchacho estaba a punto de cagarse!
Afuera de la casa una tormenta fiera se aproximaba.
Los árboles del bosque eran azotados por ráfagas violentas de viento, éste último les hacía proferir al unísono murmullos aterradores, acompañado del sonido estrepitoso de la lluvia.
El interior de la casa era reinado por las sombras, pues sí bien la casa contaba con dos ventanas en la planta baja, éstas estaban recubiertas por metales y pedazos de madera que sólo permitían la entrada a pequeños hilos de luz. Los verdaderos ventanales se hallaban en el piso de arriba,  y al igual que en la planta baja; únicamente había dos.
Desdé la frente de Paul resbalaban gotas de sudor, las mismas recorrían el contorno de su rostro ahora pálido e iban a parar en su cuello.
Mientras descendía el vacío creado en su estómago se volvía mayor. Tentando la pared. Un pie y luego el otro.
《¡Eso!... Qué…. ¿Qué rayos fue eso?》-dijo en un tono de súplica, estaba a punto de partir en llanto. Comenzó a sollozar.
《Dios》- pensó y se convenció a sí mismo de que en ese paraje había muchas cosas pero no había ningún  dios a su lado.
Su respiración agitada proveía un toque inigualable al ambiente.
Bajó las escaleras y caminó a ciegas por la estancia. De pronto sintió un par de manos rodeándole la boca, llevó las suyas al mismo sitio tratando de apartarlas al tiempo que lanzaba patadas al aire, partió en llanto y como último recurso comenzó a morder y rasguñar las manos de su agresor.
-¡Enano estúpido!
La voz inigualable de Richard se disipó apartando con ella las manos que le impedían gritar.
Un líquido ácido ascendió por su garganta para salir inevitablemente hacía el exterior. El vómito de Paul salpicó a casi todos los presentes, exceptuando a Till, ( que ya se había apartado del lugar pues sabía que el pequeño Landers se abalanzaría sobre alguno de ellos apenas tuviera oportunidad).
El miedo de Paul se había transformado en odio y rabia pura. Sin pensarlo se arrojó hacía Kruspe, derribándolo, y acto seguido comenzó a golpearle en repetidas ocasiones. Los golpes que le propinaba caían sobre su rostro sin piedad.
-¡¡Menudo pedazo de mierda!!, ¿tienes una puta idea del susto que me han dado?- gritaba Paul
-Basta- dijo Till apartándole de Richard
-¡Suéltame bestia inepta, todos ustedes son una bola de idiotas!
La cara de Paul se tornó tan roja que inclusive en aquella penumbra era posible verla.
Richard se incorporó, de su nariz emanaba sangre a chorros y uno de sus pómulos estaba adormilado.
-Bien señores, hemos hecho que el enano se cagara en los pantalones- dijo colocándose a un lado de Till.
-¡Cierra la boca, Kruspe! -se quejó Paul
-¿o qué harás Paulchen?- contestó en modo provocativo.
Otra pelea estaba por suscitarse cuando un fulgente rayo cayó fuera de la casa seguido de un estruendoso trueno.
Los seis chicos intercambiaron miradas. Sin dudas la tormenta se había salido de control.
-Lo que nos faltaba- vociferó Doom.- ahora tendremos que pasar la noche aquí.
-¡Ah, no!- Replicó Paul de inmediato- allá afuera es menos espeluznante que aquí.
-No pensarás lo mismo estando perdido en el bosque, en medio de una tormenta y con algún loco o animal acechándote- manifestó Christian.
-Nadie nos garantiza que aquí no haya uno- dijo Ollie.
Todos se miraron nuevamente, y casi por instinto comenzaron a avanzar hasta llegar a la cocina, una vez allí cerraron la puerta.
-Estupendo, moriré siendo virgen- Expuso Richard.
-Eso se puede arreglar- le susurró Till de modo pícaro.
《Dios, pero qué ofertón》-pensó para sus adentros.
-Lo último que quiero ver aquí es a ustedes dos besándose- Interrumpió Schneider.
Llevaban ya un rato sin hacer más que mirarse y hablar un poco.
-Hay que salir de ésta estúpida cocina o voy a volverme loco- Se quejó Richard una vez más.
-¡Cierra la boca, Kruspe, porque para empezar no estaríamos aquí de no ser por tu jodida culpa!- Dijo el más alto de los seis.- ¡Tú y tus putas quejas nos trajeron aquí!.
Ah, claro, ahora cúlpenme por todo, cuando también fue su idea venir aquí!. Además tú aceptaste la propuesta de entrar a ésta pocilga. Richard realizaba expresiones tan exageradas al evocar sus palabras que resultaba bastante tedioso tratar con él.
-Cierto; la apuesta. Ahora me debes dinero, idiota.
-No pienso pagarte ni bledo, el  trato era que entraras solo, ahora estamos todos, y no veo que tiene de macabro estar aquí.
-¡¡Lleva tu enorme trasero allá arriba  entonces, y quédate en una de las putas habitaciones de una buena vez!!- Explotó Paul.
Richard se levantó y caminó hasta la puerta. Recordó que no había luz, vaciló y cuando estaba apunto de volver a su lugar un golpe en la nuca le hizo caer al piso, inconsciente.
Ni las putas chillan tanto!- Se excusó Till.
-Todos llevábamos rato esperando que lo noquearás- Comentó Flake.
Y en efecto, todos esperaban que algo así pasara.
Después de encontrar dos linternas los chicos se agruparon, querían ir a ver qué había en esa casa “embrujada” de la que tanto se hablaba en el pueblo.
Paul decidió quedarse con Richard hasta que despertara, era cierto que le sacaba de sus casillas, pero verlo allí, tendido en el piso, con moretones decorando su mejilla, ésta última al costado de una mano sangrante, y aún así durmiendo como un bebé… Redujo por completo el odio que sentía hacía él.
En cuanto los chicos salieron del lugar, un escalofrío se apodero del joven rubio, sus ojos recorrían el espacio que  le rodeaba buscando, ¿qué?, no lo sabía, pero lo percibía. La luz de luna que se colaba con dificultad se perdía a intervalos dejaba entrever su entorno. Tragó saliva. Ahí estaba, de pie junto a él se cernía, (por llamarle de algún modo) la figura de un hombre.

Murmullos y Oscuridad (Rammstein Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora