Antes

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Seis siluetas se divisaban entre el paisaje, contrastando con el verde habitual que caracteriza la zona. Se movían en fila, luego, cambiaban de posición y cada uno iba por donde quería.
Los últimos rayos del sol fulgían agonizantes y se colaban con dificultad por la copa de unos cuantos árboles. La noche caía, las sombras se abalanzaban sin piedad por todos lados

-¿Cuánto falta? Estoy comenzando a cansarme y… -No fue necesario añadir más palabras; la mirada nerviosa que dio a todo su entorno dejó en claro su estado.

-Ya estamos cerca, Paulchen. -Propinó en respuesta el dueño de unos magníficos ojos verdes, casi grises.

-Puedes volver si quieres- Terció Flake.

-(Marica)- Evocó Doom entre tosidos sobreactuados.

-Vamos, enano, ¿A qué le tienes miedo?, ¿Duendes? ¡Ja! Tal vez estén dispuestos a adoptarte.

-¡No soy un marica, Schneider!, ¡y tú Zven, deberías callarte, que muy alto no eres!

-¡Uy, eso dolió!- Dijo Ollie, tras proferir una serie de estruendosas carcajadas.

-  ¡Pues al  menos no parezco una pulga o un jodido marica como tú!- Articuló Richard.

-¡No soy marica!

-Demuéstralo.

Sin notarlo habían llegado ya a la casa, aquella de la que tanto hablaban, aquella que acogía criaturas abominables y almas condenadas entre sus muros, aquella casa el la que sucesos aberrantes tuvieron lugar, remontándose siglos y siglos atrás.
Paul se preguntó cuántas cosas de esas realmente eran ciertas, cuántos mitos del vasto montón que habían escuchado eran ciertos.
La casa se cernía ante ellos con un aire grotesco, malévolo, como si tuviera vida propia, parecía estar aguardándolos, como un gran felino espera a su presa; agazapado y oculto entre las sombras. Esperando a que ésta se descuide, para en el momento adecuado…

-¡Pruébalo, niñita!- Pidió a gritos Richard.

Paul no deseaba entrar, ¡Vaya, que no! Pero odiaba que ese estúpido siempre estuviese molestando.

-Entraré, pero deben prometer que no van a dejarme en cuanto lo haga.

Kruspe hizo un ademán en respuesta a la petición. Paul le miró, entornando los ojos. No le creía ni un bledo.

-Te esperaremos en la planta baja, Paul. Tú sube a la segunda, y abre una de esas ventanas para que comprobemos que de verdad lo hiciste. -Habló Ollie, señalando con su dedo índice el ventanal.

Landers  suspiró.
-¡Bien!

El lugar era mucho peor por dentro; afuera, al menos les acompañaba un poco de luz de luna, aquí reinaba la oscuridad. Debían que ser muy cuidadosos si no querían tropezar, caer, o tener algún otro accidente.
Llegaron al pie de las escaleras, arriba parecía estar mejor iluminado.

(Al menos)- Pensó Paul desganado.

-Bueno, querido. Ve. -Ordenó Richard portando su inigualable sonrisa asimétrica.

Antes de subir, sus ojos brillantes buscaron encontrarse con otros que se resguardaban bajo unos opacos lentes cuadrangulares. Cuando su debilucho amigo se percató de lo que hacia asintió. Paul sonrió y salió disparado hacia arriba.

(Bueno, al menos Flake hará lo posible para que no me dejen).

Había recorrido ya la mitad del camino desde que dejó las escaleras hacia la habitación en la que estaban los ventanales cuando se frenó en seco. Sentía que lo observaban.

M…Mierda! Lo estás imaginando)- Decía para sí mismo.

Se quedó un momento pasmado, tratando de ver en las sombras, totalmente concentrado. Entonces comenzó a correr, de regreso, como un cobarde, sin saber explicar qué le causó tal terror, había cosas que uno no puede explicar con certeza, porque aunque trates terminarían por tomarte de loco. Esa era una de ellas; no había visto nada y sin embargo lo vio todo. No había ningún fantasma, ningún hombrecillo pequeño, o nada semejante. Sólo estaba él y la casa…
La casa, siempre fue la maldita casa.








Murmullos y Oscuridad (Rammstein Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora