Me recosté mejor en el sillón para seguir leyendo mientras escuchaba el plumón de Hanna deslizándose por una cartulina. Le había ofrecido mi ayuda pero dijo que estaba bien. Era una exposición para su clase de Francés.
Alguien tocó la puerta de mi casa y Hanna y yo nos miramos.
— Tu turno —dije—, yo abrí ayer.
— Está bien —se acomodó el suéter que se le había subido al estirarse para escribir y caminó a la puerta.
— Hola —saludó y supuse por eso que era alguien a quien conocía.
— Hola Hanna —me senté de golpe en el sillón al escuchar la voz de Justin. Miré a Hanna y ella sólo me miró de reojo. El sillón donde me encontraba estaba justo detrás de la puerta abierta, por lo que Justin no sería capaz de verme—, ¿cómo estás?
— Bien, gracias, ¿y tú? —se escuchaba nerviosa, pero sabía que podría controlarlo.
— Pues bien —dijo no muy convencido—. Vengo a ver a Reeshi, ¿puedes hablarle?
Mi corazón cayó a mi estómago y la miré negándole con la cabeza.
— No está Justin, salió a comprar unas cosas para la escuela.
— ¿Tardará mucho? —a través de la orilla de la puerta, donde estaban las bisagras, podía ver un poquito de Justin. Usaba una chamarra verde y unos pantalones de mezclilla, se veía realmente hermoso y me hubiera encantado saltar a sus brazos y llenarle la mejilla con millones de besos, pero no pasaría.
— Pues no sé, se acaba de ir, quizá regrese en dos o tres horas.
Miré como suspiraba y miraba hacia la calle, apretó la mandíbula, un gesto que hacía cuando pensaba y que yo amaba demasiado. Sacó su teléfono y se movió, impidiéndome su vista.
— Es que en 20 minutos tengo que ir a la universidad —escuché que le explicó a Hanna—. No puedo esperarla.
— Comprendo —le respondió.
— ¿Puedes decirle que vine a verla?
— Claro.
— Le mandaría un mensaje o algo pero, me tiene bloqueado —rió amargamente —. Gracias Hanna, nos vemos.
— Sí, adiós
Hanna cerró la puerta y caminó a la mesa como si nada hubiera pasado, yo intenté leer para distraerme pero no podía concentrarme.
— Sólo quiero recordarte —empezó a hablar Hanna—, que el hecho que hoy haya venido hasta aquí, no quita que no lo haya hecho antes. Tuvo 7 u 8 meses para visitarte y ahora sólo lo hizo porque le pusiste un alto. Si tanto le duele perderte, hubiera luchado por ti los meses antes. Yo sé que está ocupado y que la universidad le quita mucho el tiempo, pero pudo haberte visitado al menos un fin de semana cada mes, pudo llamarte, escribirte. No hizo nada de eso, y si te escribía sólo era para decirte cosas insignificantes, sin peso. Está bien, han hablado, pero ¿cuándo fue la última vez que platicaron de verdad? No sabe nada de tu vida ni tú de la de él. Ahora parecen dos perfectos desconocidos. Yo sé que lo quieres, pero no puedes dejar de lado todas esas noches en las que yo tuve que ir a tu cuarto a consolarte porque no podías parar de llorar. Todas esas veces que me preguntaste "¿Por qué? ¿Qué me hizo falta?". Al menos yo no puedo olvidarlas. Pero es tu decisión.
— Todo está bien Hanna —dije para convencerme a mí misma—, la próxima vez que venga vuelve a negarle que yo esté aquí.
Y sí hubo una próxima una semana después.
Yo miraba desde la ventana del cuarto de mis papas cómo Justin le pasaba a Hanna una bolsa negra y un peluche en forma de gato.
— Dile que vine a buscarla y que espero que le guste esto, por favor —escuché que le pidió a mi hermana.
— Yo le digo, gracias.
Caminó hacia la calle y lo vi subirse a su coche azotando la puerta.
Quise correr y detenerlo, pero ya lo había hecho tantas veces antes que mi dignidad me pedía que no lo hiciera más.
Bajé las escaleras y fui a la sala donde Hanna había puesto mis cosas.
Tomé el peluche del gato y vi que era muy tierno, tenía un moño naranja y unos ojos enormes. Abrí la bolsa y vi que habían dos paquetes de gomitas junto a una nota donde se leía "Lo siento".
Me enojé porque estaba segura que El cacas ni siquiera sabía por qué pedía disculpas, sólo lo hacía porque sentía que tenía que hacerlo, no porque realmente estuviera arrepentido.
Le di las gracias a Hanna y subí a mi cuarto a acomodar las cosas. Abrí un cajón de mi tocador para guardar las gomitas y entonces vi nuevamente mi lista
No me interesaba llenarla o no pero me hizo darme cuenta de lo bien que conocía a Justin.
"¿Cómo pudimos arruinarlo?" pensé. Palomeé los puntos que me faltaban, guardé la lista otra vez, respiré profundamente y regresé con mi hermana a la planta baja.
Nos pusimos a ver videos en YouTube, que era mi nueva forma de despejarme, y a comer palomitas.
Deseé que le fuera bien a Justin, porque no importaba si me había roto el corazón o no, fue alguien a quién había querido demasiado y de quien estaba aprendiendo mucho.
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Fui un idiota, perdón | J.B |
FanfictionKareeshi y Justin no son novios, pero durante 8 años se quisieron y trataron como si lo fueran. Al terminar la preparatoria, Justin comienza a tener actitudes que a Reeshi (como él la llamaba de cariño) le desagradan. El contacto se ha perdido y fre...