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Era de madrugada, todo estaría completamente oscuro si no fuera por las luces de la calle.
Cierto mexicano estaba abriendo sus ojos de a poco, todavía cansado y adormilado. Su celular no dejaba de sonar, y eso interrumpía su cómoda siesta. Demasiada cómoda para ser la realidad.

Tenía la cara enfrente del pecho de Rusia, estaba apresado en los brazos y piernas del más alto. Esta temblando levemente, no por que tuviera frío, estaba cubierto por una sábana y, contrario a lo que el de emblema de águila pensaba, los abrazos del euro-asiático era bastante cálidos.

Tenía miedo, ¿y si Rusia despertaba? ¿Qué pensaría? Pero primero, ¿estaban así gracias a él o gracias a el ruso?

Puso las manos en el pecho del contrario, alejándose un poco de este, logrando librarse del abrazo tan 'protector', y a la vez posesivo.

Agarro su celular para ver que la mayoría eran mensajes del Grupo de los latinos. Desactivó las notificaciones y volvió a acomodarse para volver a dormir. No sabía si separarse del nórdico o seguir en ese abrazo, después de todo, tenía que admitir que se sentia agradable.

[...]

Había pasado ya media hora desde que revisó su celular. Tenía sueño, pero no se podía dormir. Se podría considerar normal si no fuera por que, comúnmente, cuando México tenía sueño, se dormía apenas y tocaba la cama, o máximo cinco minutos después.

Decidió que ya no dormiría. Se levantó de la cama, volteando para ver al ruso en cual ahora abrazaba a una almohada como lo había abrazado a él. Acomodo las sábanas para que no tuviera frío o algo por el estilo, pero no pretendía apagar el ventilador.

Miro unos segundos su mesa de noche, con la poca luz que entraba a la habitación pudo ver la carta que hace unas horas le había entregado Rusia; la leería cuando amaneciera, no quería prender la luz y despertar a su amigo.

Se dirigió directamente al baño para darse una ducha, si, eran las casi las 4:00 AM, pero gracias al calor que hacia durante el día, bañarse a esas horas era una mejor opción, pues en la madrugada el ambiente era fresco.

[...]

Rusia despertó algo asustado. Y apenado.

Le había intentado dar un beso a México en la frente, pero cuando lo intentó, notó que el latino ya no estaba en sus brazos.

Se levantó de la cama, envuelto en la sábana arrastrandola por el suelo. Al salir del cuarto notó algo diferente.

No sabía qué exactamente, quizá ya estaría perdiendo el juicio, pero quería averiguar por que el ambiente se sentía tan... ¿Diferente? bueno, esa es la mejor palabra para describirlo.

Bajo las escaleras, acomodandose su característico ushanka.
Al ya estar en la sala pudo ver al latinoamericano sentado en el sillón, mirando hacia sus manos como si tuviera algo en ellas.

Se acercó un poco más, empezó a reconocer la melodía de "La llorona" junto a el leve tarareo del contrario.

Cuando por fin estaba lo suficiente cerca para ver que estaba haciendo México soltó un cansado suspiro.

El país mega-diverso tenía un trapo húmedo en la mano derecha y en la otra mano un cuadro, al parecer de alguna foto.
Agarro el marco de la fotografía para poder limpiarlo.

Vámonos A Marte.【rusméx】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora