El robo del felino

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Kibum se encontraba envuelto en las sábanas, mantenía el rostro oculto entre estas completamente dormido. Minho se sentó dando pequeños masajes a su vientre, sonrió con suavidad mientras contemplaba al rubio dormir. Poco a poco el felino abrió los ojos con pereza y somnolencia, concentró su mirada en el de orbes grandes analizándolo en silencio.

Habían pasado una noche demasiado pasional, al finalizar la fiesta Minho no había dudado en arrastrar a su esposo al dormitorio para satisfacer su propio placer, calmando entre embestidas y besos salvajes los celos que le carcomían gracias a Woohyun. Fue una noche dedicada solamente a hacer el amor, ahora que veía a su gatito fatigado por el excesivo ejercicio más feliz no podía estar.

—¿Dolor? —Minho ni siquiera hizo el intento por ocultar su sonrisa de satisfacción.

—¿Acaso vi celos en esos ojos? —Kibum imitó la sonrisa de su esposo. Sintió la cálida mano de Minho recorrer su rostro, se sentía dolorido al doble, sin embargo había sido satisfactorio. La tibieza de los labios gruesos cubrió su sonrisa, se dieron un cálido beso para comenzar su día.

—¿Qué? ¡Eres mío! —el rey se defendió orgulloso de ver el cuerpo cubierto de su esposo. Sabía que debajo de las sabanas había un sin fin de marcas rojizas gracias a sus manos.

—Si, si, lo que digas. —Kibum se movió lo suficiente para poder descansar un poco su espalda.

—No me contestes Kibum que te va mal —Intentó verse serio aunque el ver a su felino hacer muecas de incomodidad en la parte baja le hizo sonreír. No podría enojarse con su amado felino, simplemente era la persona que más amaba.

—Te estoy contestando, —rió bajo, dobló los codos para empezar a incorporarse y poder apoyarse en el cabecero de la cama— tú padre me ha preguntado varias veces si me golpeas, dice que te castigará por golpear a la persona que le dará nietos. —la burbujeante risa de Kibum al recordar esas palabras causó una ligera confusión en Minho, hablaría con su padre para explicarle que no golpeaba a Kibum, al menos no de forma violenta.

—¿Golpearte, yo? Creo que le gusta buscar motivos para querer reprenderme —Minho se inclinó hasta posar los labios en el hombro desnudo, dando un casto beso en el acto.

—Igual me gusta que me dejes así la piel...

—Gatito, haces que quiera hacerte el amor...otra vez.

—No Minho, estoy cansado —Kibum jaló las sabanas para cubrirse hasta el cuello, no detendría jamás a su esposo así, por lo que decidió meter a su hijo como pretexto—, gatito bebé quiere comer.

—Ya en un rato traerán el desayuno.

—Te amo por complacerme.

Minho miró enternecido el rostro del rubio, sonrió ante sus palabras, seguía pensando que estaba profundamente enamorado de él y su amor no moriría, sería eterno.

—También te amo y me gusta mantenerte feliz —recibió el roce de los labios acorazonados contra los suyos y hubiesen continuado con los arrumacos de no ser porque fueron interrumpidos al escuchar como una criada entraba con la bandeja de comida, no demoró mucho ya que se despidió con una reverencia. —¡Ey! Tranquilo —Minho río al sentir como el antes dolorido cuerpo de su esposo se revolvía inquieto y deseoso por la comida. Minho ayudó a salir de la cama al rubio, le colocó la bata para que no anduviese desnudo y lo observó ir apresurado hacia la comida dispuesta en la mesa.

—¡Mira Minho! Son uvas...—chilló emocionado— y son verdes.

Kibum se sentó mientras devoraba la fruta, sumergiendo varias uvas en el tarro de miel, apenas había pasado bocado cuando tomo su tarro de leche tibia, el hambre matutina era realmente grande, sabía que su gatito tenía un apetito como el de su papá y por eso le exigía más comida.

Esclavo perfecto «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora