Hospital.

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Las paredes me asfixian, son grandes y el poco bullicio que se escucha tras la puerta me pone nervioso.
La camilla es incómoda, aquí he llorado demasiado.
Me preocupa comer, así que me niego y entre balbuceos tontos se alejan de mi.

Las lágrimas son persistentes y resbalan por mis mejillas cual cascada.
Estoy agotado, viene otro ataque de ansiedad y no quiero que ocurra. Tampoco puedo evitarlo.
Tengo la mirada más triste que he visto, tan notorio que solo se dieron cuenta de la tristeza cuando me corté las venas y tomé todas esas pastillas.
Merezco esto.

No quiero que me alejen de mí mismo, es lo único que me queda.
Estoy devastado, me siento cansado y quisiera dormir un poco más.

Mi intención era dormir porque no soporto estar despierto.
No me gusta la luz que decora esta habitación, todo se ve muy deprimente, no encaja con mi rostro muerto, sin vida alguna.

Tengo la oportunidad perfecta para bajarme de la camilla e irme a casa, pero las calles me aterran.
La gente va y viene, por un minuto agradezco que nadie esté interesado en venir a hablar con el suicida antipático del hospital.

Miro incontables veces la puerta, esperando que alguna cara lejanamente familiar se acerque a darme un abrazo. Me siento solo.

No me gusta la soledad, pero es la mejor forma de estar cuando sientes que molestas a todo el mundo.
No sé con seguridad que hora es, solo quiero que sea tarde para volver a dormir, así evito pensar.

Mi mente se envuelve en mensajes borrosos, sin coherencia y luego en gritos desgarradores que me recuerdan las razones por las que odio permanecer despierto.
Mi cabeza duele como el infierno, quiero dejar de pensar pero no puedo.

Estoy aterrado otra vez, quiero irme de este lugar.
Tengo una presión en el pecho que no me deja pensar con claridad. Me siento cansado, quiero dormir algunas horas pero sé que volveré a quedarme despierto.
Lo merezco.

Es una tortura vivir algunas veces, y no, la vida no tiene la culpa.
La tengo yo por mirar solo ese lado pesimista que tanto pesa, aunque a veces se vuelve muy liviano.

Espero de todo corazón que esto acabe pronto.
Realmente quisiera que aparezca uno de mis amigos y me hiciera reír un rato, pero tiene razón el chico que solía molestarme, me quedaré solo.

Estoy cargando con esta culpa mucho tiempo. Desearía que me hubieran dejado morir, de todas formas yo soy el culpable.
Quiero un abrazo de mi enamorado. Él suele callar mis penas, su presencia me hace olvidar todo lo malo incluyendo mi existencia.
No me gusta llegar a casa, mi cuarto se ve muy frío, sin vida, lleno de recuerdos lejanamente felices que terminaron en lágrimas.
Pero lo merezco.

Justo ahora tengo la oportunidad perfecta para escapar del hospital, quiero tirar de los cables que conectan a mis venas y por fin ser libre.
Ni si quiera he visto la luz, solo un foco artificial que me está dañando la vista y de paso la poca vida que tengo.

apuñálame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora