apuñálame.

El clic. (pt.1)

Suena el clic, es la pistola
Aquella que me he llevado a la cabeza, a la boca, y a la garganta con todas las críticas que me he comido, en realidad no me hacían falta.
Como espinas las trago, las entierro en mi pecho y sollozo en silencio, no quiero más.
Agradezco el plato de orgullo que he puesto en mi mesa para compensar lo del amor propio, que es propio recordar que no existe.

¿Y quién ha dicho que su Dios me ha ayudado?
¿Donde ha estado, donde ha quedado las veces que he llorado?
¡Dime donde está!
Me canse de rezar y lo intenté muchas veces, incluso cuando mis rodillas no soportaban más el peso y la navaja se deslizaba por mi garganta, ahí no estaba.
Así que ya no me digas tu tal "no estas intentando lo suficiente"
No sabes lo que es levantarse por las mañanas y solo desear que acabe el día pronto porque hasta dormir es más soportable que seguir viendo tus murallas destruirse.

No necesito de alguien que bese mis labios y que me diga que todo está bien, necesito creerlo yo misma.